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¿Cómo entender las señales de los tiempos?

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El título de este escrito es una pregunta muy importante no solamente para ayudarnos en nuestro caminar con Dios sino porque es un tema de obediencia a Él.   El mismo Señor nos lo mandó en Lucas 12:54-56: “Decía también a las multitudes: Cuando veis una nube que se levanta en el poniente, al instante decís: «Viene un aguacero», y así sucede. Y cuando sopla el viento del sur, decís: «Va a hacer calor», y así pasa. ¡Hipócritas! Sabéis examinar el aspecto de la tierra y del cielo; entonces, ¿por qué no examináis este tiempo presente?” ¿Notan a quienes Jesús les estaba hablando? A las multitudes, no a las autoridades religiosas. Lo cual significa que nosotras también necesitamos aprenderlo. Al final del pasaje, es obvio que Él no está haciendo una sugerencia sino exigiendo que lo hagamos y ¡Su respuesta nos hace entender que es algo que debemos hacer porque si no, nos llamaría hipócritas!

¿Podemos desarrollar esta capacidad? 

Según lo que leemos en este versículo vemos que sí. Pero para hacerlo necesitamos, no solo tener una cosmovisión bíblica sino ser personas que estén viviendo con Dios en el centro de nuestras vidas y por ende, vivir comparando todo lo que ocurre con lo que Cristo dice. Tenemos que darle a Cristo el primer lugar en nuestra vida; Él debe tener la última palabra en todo y no solo ser una de las opciones entre las que podemos elegir. 

¿Y cómo? 

Aunque la Biblia no es un libro que explica cada detalle en todo, sí nos da suficiente detalles para que podamos discernir los tiempos. Él ha regalado el don de discernimiento a través del Espíritu Santo a algunos y para ellos sería más fácil reconocerlo. Sin embargo, todos tenemos la morada del Espíritu Santo para ayudarnos a detectar la verdad de la falsedad. Para esto se requiere tener un constante estudio profundo de las Escrituras y una comunicación íntima con Dios. Es aprender a escuchar el susurro de este Espíritu que mora en cada creyente mientras hacemos los quehaceres y evaluamos lo que Dios nos está diciendo y haciendo en los acontecimientos cotidianos de nuestra vida. Es prestar atención a lo que sucede en nuestros corazones. Dios no nos habla audiblemente sino en nuestra mente y corazón, pero debemos ser capaces de diferenciar lo que nosotras queremos y lo que Dios quiere. 

Dios es quien gana nuestras batallas (1 Samuel 17:47) y como vivimos en una guerra espiritual continua necesitamos estar en contacto con el capitán del ejército para que Él nos ayude a tomar las decisiones correctas y así ganar las batallas. Recordemos que “nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales.” Nuestro enemigo no es visible a nosotras. Sin embargo, sus obras sí lo son y por ende necesitamos depender del Señor reconociendo que ni las tinieblas son demasiado oscuras para Él (Salmo 139:12) mientras aprendemos sus artimañas para ser capaces de reconocerlas en el futuro. Obviamente es algo que se desarrolla con la práctica. Al obedecer, Cristo nos muestra Su voluntad y aprendemos cada vez más a escuchar Su voz y confiar en Sus mandatos. En nuestra juventud pensamos que sabemos más que Dios pero a través de la obediencia aprendemos lo sabio que Él es y nuestra confianza en Él aumenta mientras la confianza en nosotras mismas disminuye.  Poco a poco aprendemos que Sus caminos no son los nuestros (Isaías 55:8) y aprendemos a depender en Él en todo aun en lo que parece insignificante. 

¿Cómo sabemos lo que Dios está tratando decirnos? 

Juan 14:26 nos dice “el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, Él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que os he dicho.” Cuando Él está tratando decirnos algo, Su voz puede surgir de diferentes maneras: a través de las Escrituras, a través de consejos de personas maduras en la fe, a través de lo que aprendimos en las batallas pasadas ganadas o perdidas, a través de nuestra conciencia o mientras evaluamos los eventos que estén ocurriendo en nuestras vidas ahora mismo. 

La batalla espiritual comenzó en Génesis 3 y ciertamente no terminará hasta que Cristo vuelva y nadie, sino únicamente el Padre, sabe la hora. Dios está orquestando los eventos hasta llegar a ese día (Daniel 2:21). Sin embargo, también es cierto que “Él es quien revela lo profundo y lo escondido.” Entonces, vayamos a donde Él para entender cuál es la etapa presente y lo que deberíamos hacer en cada temporada. 

Dios no tiene dificultad en revelar Su voluntad y tampoco tiene falta de voluntad. Entonces, te invito a que vayamos donde Él y pidámosle ayuda para conocer qué necesitamos cambiar para oír Su voz más claramente y que Él nos dé el poder para seguirla. 

Oremos que, en este año, nuestra vista esté enfocada solamente en Él.