Digo, pues: anden por el Espíritu, y no cumplirán el deseo de la carne. (Gálatas 5:16)
Como mujeres cristianas, lavadas con la sangre de Cristo y con una nueva vida en Él, nosotras somos llamadas constantemente en nuestro caminar cristiano a andar en el Espíritu y no bajo nuestros deseos. En el capítulo 5 de Gálatas vemos como Pablo termina aplicando la doctrina de la libertad cristiana a la lucha entre la carne y el espíritu. Por eso veamos qué nos enseña el texto:
- ANDA EN EL ESPÍRITU:
Una mujer que ha sido redimida y tiene una nueva vida regenerada en Cristo debe vivir o comportarse conforme a la voluntad de Dios. Es por eso que ya nuestros anhelos y deseos no deben dirigirnos más, nuestras vidas tienen un nuevo dueño que es Cristo y Él debe regir y dirigir nuestras vidas. Pablo en Gálatas nos indica que el creyente debe estar lleno y controlado por el Espíritu de Dios y no por las pasiones de nuestra carne y mucho menos por las ambiciones personales. “Digo, pues: anden por el Espíritu, y no cumplirán el deseo de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, pues estos se oponen el uno al otro, de manera que ustedes no pueden hacer lo que deseen” (Gálatas 5:16-17)
Nosotras como mujeres tendemos en ocasiones a dejar que nuestras pasiones nos controlen, que nuestros cambios de ánimo dirijan nuestros pensamientos y nos hagan olvidar quién es que esta al timón de la barca. Y es una realidad que cuando esto sucede en nosotras es porque Dios no está en el centro de nuestras vidas, nuestros corazones están apartados de Su Palabra y no estamos meditando de día y de noche en ella, para cuando lleguen estos momentos poder combatirlos a la luz de las Escrituras y con la verdad que hay en ella expuesta.
Debemos recordar que nuestra guerra es entre nuestro “espíritu” (lo que en nosotros está santificado) y nuestra “carne” (nuestra naturaleza pecadora). “Anden por el Espíritu” (vs.16) significa que debemos andar como nuevas criaturas en Cristo, sin seguir las inclinaciones de nuestra carne pecaminosa como lo hacíamos antes de conocer a nuestro Redentor.
- EL DESEO DE LA CARNE Y EL ESPÍRITU SE CONTRAPONEN:
“El deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne…” (vs.17) La interpretación del verso anterior se ve en este verso 17, hay una lucha tremenda entre nuestro nuevo hombre y el viejo. Pero debemos recordar que mientras nosotras caminemos por el espíritu, la carne no prevalecerá y sus deseos, es decir que nosotras no haremos lo que nuestras malas inclinaciones deseen hacer por encima de lo que el Espíritu desee. “Porque lo que hago, no lo entiendo. Porque no practico lo que quiero hacer, sino que lo que aborrezco, eso hago.” (Romanos 7:15)
- RINDE TUS DESEOS AL ESPÍRITU:
Mientras nosotras nos dejemos guiar por el Espíritu Santo definitivamente no daremos satisfacción a los deseos de la carne que Pablo expone más adelante en el texto (vs.19).
“Pero si son guiados por el Espíritu, no están bajo la ley.” (vs.18), es una realidad que a menudo nos pasa que no nos dejamos guiar por el Espíritu y es ahí donde surge un feroz conflicto en el corazón del creyente. Como dice MacArthur en su comentario bíblico: “La carne se opone a la obra del Espíritu y conduce al creyente hacia conductas pecaminosas que de otro modo no se sentiría obligado a practicar.” Debemos orar para que la nueva naturaleza en nosotras sea la que reine. “Porque el que siembra para su propia carne, de la carne segará corrupción, pero el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.” (Gálatas 6:8).
- DÉJATE GUIAR POR EL ESPÍRITU:
El estar “bajo la ley” significa derrota, esclavitud, maldición e impotencia espiritual, porque la ley no puede salvar, es el espíritu que nos pone en libertad. “Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, hay libertad.” (2da. Cor. 3:17). El poder esclavizante de la ley ha sido roto para todas aquellas que somos dirigidas por el Espíritu Santo. El que nosotras vivamos bajo el poder del Espíritu traerá como resultado una conducta justa y actitudes espirituales, pero si vivimos conforme a la ley esto solo producirá en nosotras actitudes, una conducta injusta y sobre todo apartadas de Su voluntad.
Si estamos en Cristo somos libres del pecado y de vivir vidas en donde Él tiene el señorío, oremos a Dios para que nos permita caminar bajo la guía de Su Espíritu y esto nos permitirá andar más ligeras y sumergidas en El y Su Palabra.
¡Dios les guarde sin caída!