Ayer domingo, el pastor Miguel Núñez continuó con la serie Poder En La Debilidad. El mensaje fue titulado: Caminando Confiadamente Hacia La Eternidad, basado en la segunda carta del apóstol Pablo a los corintios, capítulo 5, versículos del 1 al 10, pero solo se expuso hasta el 8, y la próxima semana se expondrán el 9 y el 10.
En estos versículos el apóstol Pablo les habla a los corintios acerca de la seguridad que tiene que cuando muera y deje este mundo terrenal irá a una morada celestial, con un nuevo cuerpo, no hecho por manos humanas, sino un cuerpo eterno hecho por Dios mismo para cada uno de nosotros, y como garantía que esto sucederá nos ha dado su Espíritu Santo, por lo tanto vive confiado de que así será, porque vive por lo que cree y no por lo que ve, pero mientras llega ese momento, todo lo que hagamos sea para agradar a Dios.
Por fe el cristiano está seguro que hay otra vida dichosa después de ésta, tiene esperanza, por gracia, de obtener el cielo como morada eterna. El cuerpo carne es una carga pesada, las calamidades de la vida son una carga pesada, pero los creyentes gimen cargados con un cuerpo de pecado, y debido a las muchas corrupciones remanentes que rugen dentro de ellos. La muerte nos desvestirá del ropaje de carne y acabará todos nuestros problemas de aquí abajo. Pero las almas fieles será vestidas con ropajes de alabanza, con mantos de justicia y gloria.
Nuestro deber es, y será nuestra preocupación, andar por fe hasta que vivamos por vista junto a Él. Estamos unidos al cuerpo terrenal y al Señor, cada uno reclama una parte de nosotros, pero somos de las almas que Él ha amado y ha escogido. El apóstol se anima a sí mismo y a los demás a cumplir su deber.
Es una gran paradoja en la que vivimos. Por un lado amamos a Dios y deseamos Su presencia, pero por otro lado no queremos abandonar este mundo terrenal para entrar verdaderamente en gloria, nos entristecemos cada vez que pensamos que ese momento se acerca, aún sabiendo que esta vida no ofrece lo suficiente como para apegarnos tanto a ella.
Pablo nos ofrece una esperanza para el futuro. Aunque nuestro cuerpo terrenal, el que tenemos en la actualidad, se va desgastando, luego tendremos uno glorificado, hecho personalmente por Dios.
Mi envejecimiento no debe ser de preocupación, al contrario, debo anhelar el nuevo cuerpo glorificado. Debería estar contento de que me queda poco tiempo en este cuerpo caído y se acerca el tiempo de recibir el nuevo, en el que no tendremos más enfermedades, más dolor. Este tiempo de gemir de nuestro cuerpo terrenal, dará paso al tiempo del cuerpo glorificado, por lo tanto, debemos estar gozosos porque ese tiempo se acerque y porque estaremos en la presencia del Señor.
Que Dios nos ayude a tener más fe y esperanza de vivir una vida eterna junto a Él mucho mejor que esta vida terrenal. Bendiciones.