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Avivamiento: Un Mover de Dios

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Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que tiempos de refrigerio vengan de la presencia del Señor», Hechos 3:19

De manera intermitente escuchamos de parte de algunos la expresión, “estamos en medio de un avivamiento”. Otras veces oímos decir que una iglesia en particular tiene servicios semanales de avivamiento. Otros han llamado avivamiento a las campañas de milagros y sanación que ocurren de manera frecuente en nuestros días, acompañadas con frecuencia de promesas de prosperidad económica. La pregunta que debemos hacernos es, ¿Qué realmente es un avivamiento?

Muchos son los que han tratado de definir el avivamiento, sin que necesariamente hayan podido capturar en una sola definición todo lo que éste es. En mi opinión, el avivamiento es más fácil de caracterizar que de definir. En otras palabras, me parece más apropiado ir hacia atrás en la historia, revisar los avivamientos más conocidos de la Iglesia y analizar sus características. Sin embargo, de antemano nos atrevemos a decir que si hay algo que pudiéramos decir de cada avivamiento verdadero es que estos representan un mover del poder de Dios, traído a su pueblo de manera soberana, en un momento particular, y como resultado del derramamiento de Su gracia.

Al revisar los avivamientos del pasado, parecería que éstos ocurren en momentos donde la condición del pueblo de Dios ha llegado a un deterioro moral significativo, y donde Dios entonces viene en rescate de su pueblo, trayendo convicción de pecado y arrepentimiento. A manera de ilustración, pudiéramos citar al historiador de la Iglesia Edwin J. Orr, quien habla de que justo antes del primer gran avivamiento en Estados Unidos, en el Siglo XVIII, había una condición moral deplorable en aquella nación. El alcoholismo había alcanzado proporciones epidémicas, donde aparentemente de una población rondando los 5 millones de personas, habían unos 300,000 “borrachones” confirmados. Aproximadamente unas 15,000 personas eran enterradas cada año como consecuencia del alcoholismo. Además, el lenguaje de la población era profano, las mujeres estaban temerosas de salir en las noches por la frecuencia de los asaltos, y los bancos eran robados casi a diario.

Las condiciones en las iglesias no eran muy distintas. De los metodistas se dice que estaban perdiendo más miembros que los que ganaban. El reverendo Samuel Shephard, de Lenox, Massachusets, dijo no haber admitido una sola persona joven como miembro de la iglesia en 16 años. Los luteranos se estaban muriendo y pensaron unirse a los episcopales; y el presidente de la Suprema Corte de Justicia, John Marshall, escribió a quien era el obispo de Virginia que la iglesia estaba “demasiado alejada como para ser redimida”. Condiciones similares han sido reportadas inmediatamente antes de una nueva ola de avivamiento, en diferentes lugares del planeta. Todo esto nos deja ver que nuestra sociedad, que no está lejos de aquellas condiciones,  pudiera estar lista para otro mover de Dios.

Los avivamientos parecen ser el resultado de un mover de Dios, con la intención de restaurar a una iglesia desviada, para moverla a una nueva posición de bendición, donde su gracia y su poder puedan ser vistos una vez más. En la mayoría de estos casos, por no decir en todos, la oración ha jugado un papel fundamental. En los diversos avivamientos hay reportes de algún grupo de cristianos que, preocupados por la situación de la sociedad y de la iglesia, han decidido interceder delante de Dios, con la esperanza de ver a la Iglesia renovada. Muchos creen que el principio del primer avivamiento de Estados Unidos, conocido como “el gran avivamiento” (1725) puede estar relacionado a un movimiento de oración de la comunidad de los Moravos. Después de esta comunidad estar orando por un tiempo, comenzó a aparecer un movimiento de arrepentimiento y reconciliación. Este grupo de creyentes comenzó a orar 24 horas al día, a través de un grupo de personas que tomaban un turno cada uno; y este movimiento duró 100 años. No es de extrañar entonces que esa pequeña comunidad de Moravos, llamada Herrnhut, enviara en los próximos 65 años a 300 misioneros altamente comprometidos.

Pudiéramos concluir que el avivamiento representa un derramamiento de la gracia y el poder de Dios, con la intención de renovar a su pueblo, en un momento de deterioro de las condiciones de la sociedad y la iglesia, y que siempre ha sido precedido por un movimiento de oración originado en el deseo de ver a Dios obrar otra vez en medio de su pueblo. En la próxima entrada estaremos hablando acerca de algunas de las características confiables de los avivamientos verdaderos del pasado, para contrastarlo con algunas señales que no necesariamente implican una obra de Dios.

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