“El que habita al abrigo del Altísimo morará a la sombra del Omnipotente.”
(Salmo 91:1 NBLA)
Contar con Dios para nuestra vida diaria es una expresión directa de lo que conocemos de Él, ya que no podemos contar ni confiar en quien no conocemos.
Aunque la Biblia no detalla la vida de Fe de Ester, previa a su coronación, su estilo de vida nos confirma que ella vivía como leemos en el Salmo 91:1; ella vivía al abrigo del Altísimo, morando bajo Su sombra.
Esto nos lleva a realizarnos una pregunta: ¿Esto quiere decir que todo le saldría bien o que no tendría ningún inconveniente? Como diría el apóstol Pablo: ¡de ninguna manera!
Ester nos ayuda a entender que debemos poner nuestra confianza en Dios para el día a día y no para eventos aislados de la vida.
Dios debe ser nuestro abrigo, sustento, sombra y todo lo que necesitamos para vivir en esta vida.
Ester lo supo muy bien y por ello puso en práctica lo que conocía de Dios, y en base a ese conocimiento ella actuó y confió, lo cual nos motiva a nosotras a pensar y a preguntarnos en quién estamos poniendo nuestra confianza y quién es nuestro refugio.
Para muchas de nosotras, es fácil “descansar” en el buen trabajo que tengan nuestros esposos, en las ganancias o beneficios que obtenga de su trabajo; o en algún negocio que tengamos, que nos genere buenas ganancias económicas. Todo esto, humanamente nos puede traer tranquilidad, estabilidad y la falsa seguridad de que estamos en bendición, pero sin embargo con nada de esto podremos lograr que cambien nuestras circunstancias de vida. No vemos esto en Ester.
Lo que sí vemos y he aprendido de Ester, es que ella no “descansó” en su condición de “reina” para su propio beneficio o para tener paz, tranquilidad y estabilidad. Ella no se sentía orgullosa ni se vanagloriaba de su posición, sino que más bien se mantuvo humilde ante todo lo que tenía y la posición que ocupaba.
¡Por lo que es bueno recordar que Ester no se olvidó de sus raíces, ni de su gente! Ella siempre consideró con suma importancia a su pueblo, siempre pensó en ellos primero.
“No hagan nada por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de ustedes considere al otro como más importante que a sí mismo, no buscando cada uno sus propios intereses,
sino más bien los intereses de los demás.”
(Filipenses 2:3-4 NBLA)
¡Todos ellos corrían un gran peligro! El edicto del rey estaba en vigencia y se iba a llevar a cabo. ¡Esto le afectaba en gran manera!
Cuando el rey firmó el decreto, ya no habría vuelta atrás. Ester lo sabía y sabía que solo Dios podía hacer un gran milagro.
“Y después de que hayan sufrido un poco de tiempo, el Dios de toda gracia, que los llamó a Su gloria eterna en Cristo, Él mismo los perfeccionará, afirmará, fortalecerá, y establecerá.”
(1 Pedro 5:10 NBLA)
El mismo rey no podía cambiar su decreto, estaba limitado por las leyes del reino, pero Dios no tiene limitaciones, limites o impedimentos; por eso, estar bajo Su abrigo, estar bajo Su sombra nos produce esa paz y esa tranquilidad de saber que Él puede cambiar cualquier situación que estemos atravesando, cualquier situación que estemos viviendo y transformarla en una completamente diferente para bien nuestro, tal como pasó con Ester y Mardoqueo, cambiando en pocas horas el destino de muchos y trayendo una esperanza que no existía.
¡Dios cambió el lamento por regocijo en Ester y su pueblo! ¡Él lo hizo! Y al final de todo, ¡ella encontró descanso!
“Y a Aquel que es poderoso para hacer todo mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que obra en nosotros…”
(Efesios 3:20 NBLA)
¿Qué podemos aprender de esta historia? Aquí te muestro seis verdades que aprendí:
- Que Dios obra de maneras que muchas veces nos es difícil de entender, pero obran para bien.
- Que depender de Dios, aunque nuestras circunstancias nos quieran llevar a actuar por nosotras mismas, es lo mejor.
- Que debemos vivir confiando en nuestro Dios todos los días de nuestras vidas, no a veces.
- Que Dios es Dios de milagros y para Él no hay nada imposible.
- Que para Dios nunca es tarde, Él siempre llega a tiempo.
- Que el mismo Dios de Ester y Mardoqueo es mi Dios.
- Que el valor y la sabiduría van juntos, como Esther los modeló; ¡ella es un gran ejemplo para mí!
En Cristo,
Yicell de Ortiz