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Agradecida por las personas que me han hecho crecer

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“Sean agradecidos” (Colosenses 3:15)

Dentro de las bendiciones que más he aprendido a valorar, agradecer y no asumir como algo merecido es contar con personas que estén dispuestas a caminar a mi lado siendo intencionales en apoyarme, amarme a pesar de mí, retarme a crecer, a madurar, a ser valiente, a identificar mis pecados, a rectificar cuando es necesario o a perseverar cuando creo no podré.

Revisando las Escrituras encontramos ejemplos de relaciones valiosas entre cristianos, a través de las cuales Dios obraba y forjaba el carácter de unos a través de otros, para que pudieran llevar a cabo algún llamado que le había asignado. A veces caminaban a la par por períodos breves y precisos, mientras que en ocasiones era por el resto de la vida.

Podemos mencionar a Rut junto a Noemi, luego de que ambas enviudaran escogieron permanecer juntas y continuar como madre e hija envueltas una relación llena de lealtad, amor y compañerismo. “Pero Rut le respondió: No insistas en que te deje o que deje de seguirte; porque adonde tú vayas, yo iré, y donde tú mores, moraré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios.” (Rut 1:16-18) Noemí instruyó con sabiduría a Rut y la enseñó a ser prudente y diligente. Rut la amó como una madre y por el bien de ambas se atrevió a actuar con valentía en un momento decisivo. (Rut 1:16-18) 

Así como también la relación de apoyo mutuo que tuvieron María y su prima Elizabet, especialmente durante el período en que ambas tuvieron embarazos impregnados de fe debido al propósito que Dios había entretejido entorno a ellos. (Lucas 1:39-56)

De igual modo leemos en las diferentes cartas de Pablo su constante empeño en estimular a los creyentes en general, mientras que a otros lo hacía de un modo más cercano e íntimo. Intercedía por ellos, los instruía sobre la fe y los llevaba en su mente y corazón aun cuando él mismo enfrentaba momentos muy adversos. Para el apóstol cualquier esfuerzo y sacrificio era pequeño con tal de ayudar a crecer a los hermanos.

En lo personal puedo testificar como desde temprana edad he contado con mujeres claves para mi crecimiento, lo cual ha sido para mí una evidencia fehaciente de la fidelidad de Dios.

Una de esas mujeres estuvo en mi vida desde la niñez, pues fue la directora del colegio en el cual estudié, su amor por la Biblia y su pasión por predicarla a los perdidos me retó e inspiró a hacer lo mismo y esforzarme por convertirme en una mujer conforme al corazón de Dios. Su vida y hogar siempre tuvieron las puertas abiertas cuando necesité sabiduría, discernimiento o solo una palabra de aliento. 

Más adelante conocí mujeres, que se convirtieron en mis mentoras, aún sin llevar el título. Abrazando la vida de iglesia y siguiendo los lineamientos que el Señor nos da: “Asimismo, las ancianas deben ser reverentes en su conducta… Que enseñen lo bueno, para que puedan instruir a las jóvenes…” (Tito 2:3-5) Ellas escogieron caminar a mi lado; unas en la etapa de preparación para el matrimonio, me enseñaron sobre la maternidad, otras fueron un sostén en tiempos retantes de enfermedad o pérdida, siempre estimulándome a mantener la mirada en Cristo, a permanecer firme, a regocijarme en Él y a confiar en su Soberanía. “Así que, hermanos míos, amados y añorados, gozo y corona mía, estén así firmes en el Señor.” (Fil. 4:1) o ayudándome de un modo práctico a llevar mi carga, comprometiendo su tiempo o agotando sus fuerzas. “Lleven los unos las cargas de los otros y cumplan así la ley de Cristo.” (Gálatas 6:2)

Unas veces el estímulo para crecer vino de sus palabras de exhortación, o de un tiempo dedicado al estudio de la Palabra o a la intercesión juntas por un tema específico. También he sido bendecida con hermanas que han sido como el cirineo que ayuda con una cruz, para que el peso de una circunstancia angustiosa no venciera mi esperanza o socavara mi fe.

Lo mejor de todo es que todavía hoy Dios continúa trayendo a mi vida personas claves que me ayudan a crecer.

Reconozco con gozo y gratitud que si en este tiempo mi fe es un poco más profunda y mi carácter ha ido madurando es porque Dios en su amor me regaló mujeres de fe que caminaron a mi lado. Pero, también puedo ver que algunas fueron un referente de inspiración para crecer pues dejaron una huella en mi a través de una enseñanza en un grupo de lectura, una conferencia en la cual las escuché predicar o de un libro de su autoría que leí. 

Lo cierto es que una parte importante del proceso de santificación del creyente se da mediante las relaciones significativas que va desarrollando a lo largo del camino. Así como la leña de una hoguera necesita mantenerse cerca para que la llama prevalezca, de igual modo nosotras necesitamos de otras hermanas para permanecer firmes en la fe que hemos profesado y lograr crecer a la estatura de Cristo. “Consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros.” (Hebreos 10:24-25)

Tener personas que con su ejemplo de vida nos motiven a madurar, nos guíen, acompañen, instruyan, amonesten y brinden un soporte en distintas etapas de la vida es algo que debemos procurar tener, pero también ser para otras ya que este es un llamado para todo cristiano. “Les exhortamos, hermanos, a que amonesten a los indisciplinados, animen a los desalentados, sostengan a los débiles y sean pacientes con todos.”  (1 Tesalonicenses 5:14)

Antes de concluir quisiera moverte tanto a la reflexión como a la acción sobre este tema tomando en cuenta las siguientes preguntas:

¿Estas consciente de la responsabilidad que se te ha asignado de estimular a otros en el amor para que crezcan y se comprometan con Dios por encima de todo? Filipenses 2:4

¿Has escogido vivir a la altura del llamado de Dios siendo un imitador de Cristo para que al verte otros quieran ser como él? 1 Corintios 11:1

Y por otro lado:

¿Alguna vez has sido intencional en agradecer a aquellas mujeres que como un perfume agradable han estimulado tu crecimiento aún a la distancia por su buen ejemplo al abrazar la vida cristiana?

 ¿Has retribuido de algún modo el sacrificio y esfuerzo que algunas han hecho al decidir acompañarte en esta carrera aún a pesar de tener que llevar sus propias cargas?

Este puede ser un buen día para que a través de una llamada o un detalle de amor agradezcas a quienes han impactado tu vida, ya sea porque han sido un modelo que has buscado imitar o porque han decidido ayudarte a crecer por distintas vías.

“Siempre doy gracias a mi Dios por ustedes.” (1 Corintios 1:4)