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Viviendo para Dios como mujer soltera 

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“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará.”  

(Sal. 1:1-3). 

«¡Vive tu soltería! ¡Disfrútala y aprovecha este tiempo al máximo! ¡Esta libertad que tienes no vuelve! ¡Yo anhelo tener tiempo como lo tenía de soltera!» 

Estas son solo algunas de las frases que he escuchado en mis años como soltera de parte de mis amigas casadas y con hijos, que por cierto, son más del 90% de mis amistades. Y debo confesar que ¡detestaba escucharlas!, no a ellas sino a esas palabras que aunque eran muy bien intencionadas, mi corazón engañoso me hacía recibirlas de la manera incorrecta. 

Por muchos años vi la soltería como un castigo. Todas mis amigas se casaban y tenían hijos, aún aquellas que yo en mi humanidad entendía que no merecían recibir la bendición de casarse, porque había creído la idea de que el matrimonio era el último escalón a la felicidad total. 

De resentida a dichosa 

La palabra bienaventurado significa afortunado, dichoso y saber esto le dio un sentido mayor a mi entendimiento de los Salmos, especialmente el Salmo 1. Si leemos la primera parte del Salmo 1, nos damos cuenta del error que hay en esa creencia: 

«¡Cuán bienaventurado es el hombre que (…) en la ley del Señor está su deleite, y en su ley medita de día y de noche!» 

La Biblia llama dichoso, a aquel que se deleita en la ley del Señor y medita en ella de día y de noche. Por ende, la única manera de poder encontrar dicha, gozo, plenitud y disfrutar nuestra soltería radica en nuestra intencionalidad en el estudio bíblico. 

Y es que mi querida hermana, no tenemos la certeza de un matrimonio, y si nos casamos tampoco tenemos la seguridad de tener hijos. En Su Santa Palabra, Dios no nos hace esas promesas, pero si nos asegura que en Cristo nos ha sido dada “Toda buena dadiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación”. (Santiago 1:17) 

¿Entiendes esto hermana? En el sacrificio perfecto de Cristo hemos recibido todo aquello que nuestra alma jamás podrá necesitar y eso es más que suficiente. No existe pensamiento, anhelo o deseo insatisfecho que tengas ahora mismo que se compare con lo que has recibido en Cristo Jesús.  

La realidad es que la soltería es solo tu estado civil, y la verdad es que Dios en Su maravilloso amor nos da la gracia que necesitamos para vivir cada día de nuestras vidas sin importar nuestro estado civil, y eso es más que suficiente (2 Corintios 12:9). Debemos recordarnos constantemente que nuestra identidad no radica en nuestro estado civil de «soltera» o «casada», sino en que somos hijas adoptadas a través de la fe en nuestro Señor Jesucristo (Juan 1:12), y como hijas, en Él nos ha dado eternas y mejores promesas que las que un matrimonio nos puede ofrecer: una herencia reservada en los cielos (1 Pedro 1:4). 

Se que es difícil leer todo esto después de que inicié diciendo lo mucho que detestaba que me hablaran así, pero la verdad más profunda que he conocido en mis 34 años es que no hay nada que pueda yo pedirle a Dios que me pueda llenar o satisfacer porque ya Él satisfizo todos los vacíos de mi corazón en la Cruz del Calvario. 

Corre ahora al trono de la gracia  

Si aún te sientes desdichada o con tristeza por la espera, probablemente estás buscando en cisternas rotas el agua de vida que solo Cristo te pueda dar. Por eso te animo amiga a designar un tiempo para ir ante Su presencia de manera diaria y constante para derramar tu corazón ante el trono de la gracia llevando todas tus ansiedades, inseguridades y preguntas.  

Haz oraciones extraordinarias como explicaba nuestro pastor Miguel Núñez hace unos domingos, no por un esposo o compañero, sino por más pasión por Su Palabra, más amor por Su iglesia… Ora con las manos abiertas y rinde al Señor tus deseos; pídele que te ayude a ser dócil a los designios de Su voluntad. Allí hay seguridad y contentamiento, allí te sentirás realmente amada; pues sabrás que tu Creador, el mismo que hizo los cielos y la Tierra, te escucha, te consuela y te da la paz que sobrepasa todo entendimiento. Ora también para que Dios haga de ti una mujer piadosa en quien el carácter de Cristo se vaya formando.  

Sé que se necesita oración constante para llevar nuestros pensamientos cautivos a la obediencia en Cristo, y nuestra carne hace mucho más fácil el pensar que estamos olvidadas o que somos menos valiosas simplemente porque estamos solteras. Debemos recordar que la máxima recompensa que tendremos en la vida no es un hombre, ni es una relación o un matrimonio, sino Dios. Este es motivo suficiente para agradecer y contentarnos en esta hermosa etapa. 

Recuerda esto: La vida no empieza cuando te casas. ¡Esta es tu vida! Este es el momento en el que Dios te tiene por una razón y con un propósito. Una vez que entiendes que Dios es quien orquesta todo lo que sucede en tu vida, entenderás que nunca encontrarás felicidad en vivir esperando lo que pueda suceder. 

Así se vive para Dios en tu soltería. 

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Mercadóloga y especialista en marketing digital. Desde el 2012 se ha dedicado a usar su carrera para enseñar a otros a usar los medios sociales con un enfoque bíblico. Actualmente es coordinadora de Lifeway Mujeres y maneja un agencia de Marketing y producción en la ciudad de Santo Domingo, República Dominicana, su país natal. Es miembro de la Iglesia Bautista Internacional, donde sirve en el ministerio de Mujeres EZER y está cursando una Maestría en Divinidad con mención en Consejería Bíblica en el SBTS. Puedes seguirla en Instagram (@masielmateo).