“Y no se adapten a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno y agradable y perfecto”
(Romanos 12:2)
Diariamente, al salir de nuestras casas, nos encontramos ante una infinidad de opciones para elegir, desde productos para comer, lugares que visitar, personas que conocer, ideas que compartir, música, obras de arte, etc. Y así podemos listar una infinidad de patrones que llegan a nosotras a través de nuestros sentidos. Todas somos movidas por la necesidad de encontrar en este vasto universo de opciones, lo que llene nuestros gustos o preferencias. En la actualidad, el tema de las preferencias está de moda y ha sido el eje central de muchos debates y discusiones en cada uno de los rincones de nuestro planeta.
El ser humano, por naturaleza, se encuentra en la búsqueda constante de aquello que le llene de gozo y satisfacción personal. En el Juan 3, nos encontramos con un personaje que también andaba buscando una respuesta que satisficiera sus inquietudes. Nicodemo, quien era un prominente entre los judíos, fue en busca de Jesús, debido a que entendía que Él había sido enviado por Dios, dadas las señales que hacía. En este encuentro, Jesús le habla a Nicodemo de aquello que es el fundamento en el camino para experimentar el verdadero gozo y llenura en nuestras vidas: El nuevo nacimiento. En Juan 3:3 leemos: “Jesús le contestó: En verdad te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios”. Es entendiendo el sacrificio de Cristo, quien en la cruz del calvario dio su vida para pagar el precio por nuestros pecados y librarnos de la ira de Dios, que nuestros ojos son abiertos para que podamos apreciar al único que es capaz de satisfacer nuestra necesidad, llenar nuestro vacío espiritual y darnos la salvación: ¡La vida eterna!
El nuevo nacimiento implica dejar atrás nuestra antigua manera de vivir; despojarnos del viejo hombre que está permeado por toda esa infinidad de opciones que describimos en el párrafo inicial, las cuales pueden quizás llenarnos de satisfacción momentánea, pero no de un gozo permanente y duradero. Nicodemo tenía el conocimiento de esta verdad, pero no podía aceptarla. Este conocimiento no estaba anclado a su corazón. Y quizás así te encuentres tú en este momento. Has probado muchas de las opciones disponibles, aquellas que la cultura, la sociedad o tu entorno te presentan como aceptables, normales, deseables, pero que su fin solo te deja vacía y solitaria.
Como cristianas, necesitamos entender que el Señor nos otorga un gozo indescriptible, cuando rendimos todos nuestros deseos ante Él. Para encontrarlo, necesitamos agudizar nuestros sentidos, abrir nuestros ojos a la verdad y ser transformadas en nuestros pensamientos. Esto solo es posible si pasamos tiempo en su Palabra. Romanos 12:2 nos exhorta: “y no se adapten a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno y aceptable y perfecto”. Necesitamos cambiar nuestros pensamientos, cambiar nuestro enfoque de lo temporal a lo eterno, pero esto solo se logra pasando tiempo en el estudio de la Palabra. Ella es el espejo que nos enseña lo profundo de nuestro ser, nos revela las intenciones de nuestro corazón y nos muestra cuál es la voluntad de Dios. No tenemos que conformarnos con las baratijas y mentiras que nos ofrece el mundo. Juan 10:10b nos recuerda que Jesús ha venido para que tengamos vida y la tengamos en abundancia. En Él hay plenitud y gozo que no se agota, y que realmente satisface.
Si en este momento te encuentras atrapada en la desilusión de placeres temporales, estás llenando tu vacío con el engaño de las ofertas de este mundo, te recuerdo que Jesús murió para que en Él tengas vida, para que tengas sus riquezas y amor. Necesitas hacer un alto en el camino, venir a su Palabra y permitir que ella renueve todo tu ser. Efesios 4:22-24 nos recuerda: “que, en cuanto a la anterior manera de vivir, ustedes se despojen del viejo hombre, que se corrompe según los deseos engañosos, y que sean renovados en el espíritu de su mente, y se vistan del nuevo hombre, el cual, en la semejanza de Dios, ha sido creado en la justicia y la santidad de la verdad”. ¡Somos “Nueva Criatura” en Cristo! (2 Corintios 5:17).Mírate en el espejo de su Palabra y ella te mostrará aquellas maneras del viejo hombre que no te permiten disfrutar plenamente de tu relación con tu Creador. Identifica a través de ella esas creencias de la cultura que no son bíblicas, pide perdón a Dios por ellas, y pídele que por la acción de su Espíritu Santo te ayude tener un cambio total que traiga Gloria a su nombre y gozo a tu vida.
Vivir una vida que agrade al Señor, alejada de las mentiras de la cultura, puede costarte amistades, rechazo y hasta persecución en algunas situaciones. Pero recuerda: ¡Éste no es nuestro destino final! Nos espera una eternidad, disfrutando de la maravillosa presencia de nuestro Salvador. Y como nos dice Apocalipsis 21:4: “Él enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado”.
Quiero dejarte con esta pregunta: ¿Estás viviendo por Cristo o realmente sigues adorando los falsos dioses de la cultura?