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Cada día de cuarentena cuenta

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¿Te suenan familiares estas frases?: “No debes salir de tu casa por varias semanas”, “Ni siquiera hay que ir a la oficina, ni mandar los niños a la escuela, solo si es muy necesario podrás ir al supermercado o a la farmacia”. “Quédate en casa”, “Pandemia, Covid-19”. Estamos en tiempos difíciles, extraños, fuera de lo acostumbrado. Esta pandemia nos sacó de nuestra rutina y nos encerró en nuestras casas.

Puede que te sientas abrumada, cansada, perdida, con deseos de buscar una excusa para salir y así romper la cuarentena, aunque sea por unas horas.

Tal vez eres de las que se sorprende de las sugerencias que andan por ahí de aprovechar el tiempo en casa para organizar los closets, las gavetas, aprender algún idioma, leer un libro, tocar un instrumento y te preguntas: “¿a que hora?”.  Si, ya sé, solo de leerlo estás cansada. Veamos como podemos aprovechar este tiempo de cuarentena.

Dios nos puso en cuarentena, justo en el lugar donde EL quería que estuviéramos. No importa la situación en que te encuentras, es ahí donde es necesario que trabajes. A algunas mujeres les ha tocado estar en una relación de pareja que en estos momentos está en crisis, a otras con niños con alguna situación de salud o de aprendizaje, con padres adultos, o solas. A muchas, además de todas las labores en casa, les toca montar una oficina y trabajar para la empresa en la que son empleadas. Dios nos ha acorralado con nosotros mismos. Pareciera que hay mucho que atender en nuestros hogares, pero más aún en nuestros corazones.

“Enséñanos a contar de tal modo nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría.” Salmo 90:12

Dios está pendiente de cada uno de nuestros días y desea enseñarnos algo, sin embargo, no siempre estamos atentas para aprender de Su sabiduría. Cada día de la cuarentena cuenta, es parte de la historia de Dios en tu vida. El tiene un propósito con la humanidad global y también uno específico para cada uno de sus hijos. Esto lo sabemos, lo que no sabemos es cómo encajar todo en un día; los quehaceres, el trabajo, la supervisión de los estudios de los niños y el propósito de Dios. He estado meditando y creo que no deberíamos ver el propósito de Dios en este tiempo y las ocupaciones como dos bandos contrarios, sino más bien como un todo integral. Así que mientras vamos moviéndonos por la casa, deberíamos tener pendiente “la voz” de Dios en nuestro interior que nos señala aspectos que debemos revisar y experiencias que deberíamos disfrutar.

Escuchando su voz

Escuchar Su guianza y saber qué hacer en medio de todo este ajetreo no es tarea fácil, lo admito, también a mí me cuesta. Quisiera sugerir o recordar algunas cosas que podemos hacer para lograrlo:

Primero lo primero.

Dios. Separa tiempo para estar en su presencia de manera intencional. Hazlo más de una vez al día. Puede que, si te levantas antes que toda la humanidad que habita en tu hogar lo haga, consigas un tiempo exquisito con El. Lee la Biblia, medita en ello, escribe algunas notas, ora de manera honesta y entrégale el día al Señor. No negocies ese tiempo, así sea breve, no dejes de orar al iniciar el día. Medita en Dios, no sólo en tu situación personal. ¿Qué Dios quiere de ti en este tiempo? El sabe que tu día y el mío tiene 24 horas. El tiene una agenda y un propósito para nosotras. Esfuérzate en ver la situación de una manera eterna, en lugar de ver sólo lo terrenal. Esto no se trata de ti y tus circunstancias, sino del plan eterno de Dios. Tu rol no es arreglar el universo, sino ser fiel a tu llamado en Su historia, desempeñando el rol que El te ha entregado. Cada día hay tareas por hacer y podrían ser muchas, busca el enfoque en Dios. Ora, medita en Su palabra antes que el día arranque y se acelere. Busca Su sosiego, dirección, y andarás mas pausada, tendrás más tiempo para respirar. No olvides mantener tu comunicación con Dios durante el día. El está cerca, no te afanes tanto. “… El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús.” (Filipenses 4:5b-7)

Planificar, planificar, planificar…

Ahora que tienes oxígeno puedes generar mejor cómo organizar tu día. Toma en cuenta lo siguiente: No es necesario hacerlo todo hoy. ¿Sabes porqué? Por que estamos en cuarentena y tendrás muchos días disponibles para seguir haciendo más cosas. Así que distribuye las tareas en la semana. Haz un plan que especifique las tareas de cada día de la semana. Cuida que haya un equilibrio en los días, no es sólo trabajar, limpiar y demás obligaciones, también debemos descansar, compartir, divertirnos, o simplemente sentarnos a hablar u orar un rato. Planifica los fines de semana de manera diferente, que rompa un poco la rutina de lunes a viernes, que sean divertidos y relajantes. Tus hijos y esposo lo agradecerán.

La palabra clave para mí en cuanto al plan es equilibrio. Ora por eso cada mañana. Encontrar el equilibrio entre pasar tiempo de calidad con la familia mientras cumplimos con nuestras responsabilidades; lo cual me lleva al siguiente punto: NO estás sola: Dios está contigo… ¡y tu familia también!

¡Somos equipo!

Si estás en cuarentena junto a tu familia no dejes de involucrarlos en las actividades de la casa. Sé que no siempre es fácil, pero en tiempos como estos se hace imprescindible que busquemos la manera de motivar a la participación y ayuda en casa. Eso no tiene que darse en un ambiente tenso o demandante. A veces lo que hace que sea más difícil es la poca capacidad que tenemos de pedir ayuda de manera adecuada. Muchas veces no la pedimos de la mejor manera ni en el mejor momento. Te recomiendo que hables con tu esposo acerca de la situación, es posible que ambos estén trabajando desde casa y los hijos necesiten supervisión, además de las tareas que deban realizarse en el hogar. Haz el plan junto a tu esposo, o si vives con tus hermanos, invítalos a la elaboración del mismo. Todos en casa deben participar según su capacidad.

¿Todo perfecto?

Recuerda que, además que no hay que hacerlo todo hoy, ¡no todo lo que hacemos tiene que quedar perfecto! Si tienes niños pequeños, permíteles tener un área de juego disponible, aunque no luzca muy organizada. Tus hijos no van a organizar ni limpiar como lo haces tú, y tu esposo tal ves no haga las cosas a tu ritmo ni en el orden que tú lo haces. No te cargues con eso, por el contrario, disfruta la bendición de conocer facetas de cada uno de ellos. Relájate, puedes poner música mientras hacen las labores en casa. Celebra la oportunidad de estar juntos compartiendo las cosas del día a día. Es en esa dinámica que descubrirás áreas de tu carácter que deben ser revisadas. Al final de cada día toma un tiempo para reflexionar en todo lo ocurrido; lo agradable, lo sorpresivo, lo difícil, observa dónde debes cultivar paciencia, empatía, flexibilidad o simplemente ir más despacio. 

Baja la velocidad

No descuides el descanso de todos, por si acaso, eso te incluye a ti también. Trata de que la hora de ir a la cama se respete sobre todo los días de semana. Recuerda que no son vacaciones, todos necesitan un tiempo de descanso para ser productivos al día siguiente. Empieza bajando las revoluciones una hora antes de la hora de dormir: música suave, baño tibio, ropa de cama, apaga algunas luces y aléjate de las pantallas, si quieres leer que sea un material impreso, espero que sea la Biblia. Ora y deja que cada día traiga su afán, no te anticipes a mañana, ya llegará. Espera en el Señor. “Por tanto, no os preocupéis por el día de mañana; porque el día de mañana se cuidaráde sí mismo. Bástele a cada día sus propios problemas.” Mateo 6:34.

Por ultimo, pero no menos importante, ¡sé agradecida! Mira a tu alrededor, Dios ha orquestado un tiempo en familia mucho más largo y productivo que unas vacaciones. No desperdicies esta cuarentena quejándote y criticando la situación. Este tiempo será memorable para ti y tu familia, para todos, la pregunta ¿es cómo lo recordaremos? ¿Qué habremos aprendido de nosotras mismas y de nuestras familias? ¿Qué tanto habrá crecido tu relación de pareja? ¿Y tu relación con Dios? ¿Qué áreas de pecado se hicieron visibles en este tiempo? ¿Qué nuevos compromisos habrás hecho delante de Dios? Para contestar esas preguntas solo necesitas estar más pendiente de la dirección de Dios en tu día mientras vives su propósito con tu familia en casa. No necesitas irte a un retiro, estás en un retiro familiar, invita a Dios a tu agenda y elimina algunas exigencias innecesarias. Dios es suficiente para que este tiempo no sea desperdiciado.