La palabra ecumenismo deriva del griego oikouemene, que significa “lugar habitado por la humanidad”. Este término fue usado en el imperio romano para referirse a la totalidad de las tierras conquistadas. Dentro del ámbito cristiano, la palabra ha sido usada más bien para referirse a un movimiento emprendido por diversas iglesias, con la intención de unificar las diferentes denominaciones cristianas; y algunos más liberales han querido unir diferentes religiones en un mismo movimiento ecuménico. A simple vista, el ecumenismo presentaría aparentes ventajas. Pero las consecuencias serían tan devastadoras que los posibles beneficios se esfumarían rápidamente. El problema ha estado en que las iglesias interesadas en crear tal movimiento han tratado de enfatizar una unión en base al amor de Cristo, pero a expensas de la verdad. Lo que queremos decir con esto es que diferentes denominaciones cristianas, enfatizando exclusivamente el llamado a amarnos unos a otros, y dejando a un lado verdades cardinales de la fe, han intentado crear alianzas estratégicas de trabajo entre personas que a veces difieren enormemente en lo que creen. Algunas iglesias y/o denominaciones que se han desviado de manera significativa de la verdad han pretendido unirse con otras de corte ortodoxo, bajo una misma sombrilla, lo cual es una imposibilidad.
Si bien es cierto que Cristo oró en Juan 17:21, horas antes de su crucifixión, “para que todos sean uno. Como tú, oh Padre, estás en mí y yo en ti…”, no es menos cierto que Cristo no estaba pretendiendo con eso unir a los cristianos a expensas de lo que es su verdad. En esa misma oración, en Juan 17:17, Cristo dijo: “Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad”. De manera que para lograr una verdadera unificación de las iglesias tendríamos primero que ponernos de acuerdo primordialmente en lo que es la verdad. El movimiento ecuménico ha logrado avanzar basado en un liberalismo, donde cualquiera que profese ser cristiano pudiera formar parte del mismo y ser aceptado, sin sentirse juzgado por nadie. Estamos de acuerdo con que no debemos vivir juzgando al otro, pero es la Palabra que juzga nuestras acciones. Y cuando la Palabra de Dios descalifica a un grupo para ser llamado cristiano por haber abandonado la verdad, entonces no podemos estrechar los lazos con aquellas personas que dicen ser discípulos de Cristo sin abrazar Su verdad. El apóstol Pablo lo explicó muy claramente en Gálatas 1:6-9:
“Me maravillo de que tan pronto hayáis abandonado al que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente; que en realidad no es otro evangelio, sólo que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciara otro evangelio contrario al que os hemos anunciado, sea anatema. Como hemos dicho antes, también repito ahora: Si alguno os anuncia un evangelio contrario al que recibisteis, sea anatema”.
Quisiéramos hacer la salvedad de que es frecuente ver una iglesia que no cree exactamente, cien por ciento igual, cada una de las cosas que otra iglesia cree; pero esto no implica que estas dos iglesias no pudieran tener comunión, hermandad, trabajar juntas, amarse y admirarse la una a la otra. The Gospel Coalition y Coalición por el Evangelio son muestras de esto que estamos diciendo. Lo que sí estamos tratando de comunicar es que hay verdades fundamentales del evangelio que no pueden ser negociadas. Y cuando iglesias llamadas cristianas negocian las verdades fundamentales del evangelio, lamentablemente no nos queda otro camino que no sea el de divorciarnos de la asociación con ellas, y pedirle a Dios que pueda restaurar la verdad en el seno de las mismas. A manera de conclusión, podemos ilustrar esto último de la manera siguiente. Las verdades resumidas por el movimiento de la Reforma en las Cinco Solas (con todas sus implicaciones) son innegociables:
• Sola Escritura: la Biblia como la suprema fuente de autoridad
• Salvación solo por Gracia
• Salvación solo por medio de la fe
• Salvación solo en Cristo
• Salvación solo para la gloria de Dios
Lo mismo podemos decir de las verdades relacionadas a la encarnación de Cristo, su vida sin pecado, su muerte sustitutiva, su resurrección corporal y otras que forman parte de la columna vertebral de la fe cristiana. Sin embargo, hay otras verdades, por ejemplo, aquellas relacionadas a ciertos aspectos de la escatología, que son de segundo orden, como las posiciones premilenialista, aminenialista y posmilenialista, que no tienen por qué mantenernos separados. Hay otras similares, pero estas sirven de ilustración. Con esta reseña queremos dejar un entendimiento breve de algunos de los problemas con el ecumenismo por el que abogan muchos. Negociar las verdades fundamentales implicaría la destrucción del movimiento cristiano, y de ahí nuestra resistencia a formar parte de un movimiento ecuménico como muchos otros lo han hecho.
Publicado originalmente en Coalición por el Evangelio