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Una perspectiva bíblica de la modestia  

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Colorimetría, tipología corporal, “outfit”, estilo monocromático… creo que toda mujer citadina debe haber escuchado estos términos cuando se trata de moda (¡Y quiere hacerse un “test”!). Lucir mucho mejor en nuestra propia piel, en los tonos y piezas que nos favorecen, es un gran beneficio de estos últimos años. Una prenda tiene el poder de realzar nuestra belleza natural y disimular lo que consideramos nuestros desperfectos. 

 
La realidad es que continuamente buscamos estándares para saber la forma adecuada de vestir para la ocasión. Utilizamos diariamente herramientas como Pinterest y Google para encontrar esas referencias que nuestra conciencia moral nos demanda, pero que terminan sin éxito. Por eso te cuento que solo hay un lugar donde podríamos buscar y encontrar esos estándares de vestimenta y es en la Palabra de Dios, así que acompáñame a revisar lo que realmente significa vestir con modestia. 
 
Donde todo comenzó 
¨Estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban¨ (Génesis 2:25 ) 
Esta desnudez de la que Adán y Eva disfrutaron era más que estar sin ropa, simbolizaba estar enteramente descubierto y visible ante Dios y los demás, sin nada que ocultar, con pureza e integridad. El ocultarse detrás de una vestimenta por vergüenza, no era una necesidad que estuvo en ellos antes de la caída. ¡Qué maravilloso! 
 
Sin embargo luego de Genesis 3 es otra historia. El verso 7 dice que ¨… fueron abiertos los ojos de ambos y se dieron cuenta de que estaban desnudos. Cosieron, pues, hojas de higuera y se hicieron delantales.¨ (Génesis 3:7). Sin saber coser o haberse vestido antes, la presencia del pecado y tener conocimiento del bien y del mal les hizo cubrirse y desconfiar de los pensamientos y motivos del otro, protegiéndose a sí mismos. 

 
Si sigues leyendo, verás que Dios castiga su desobediencia y como un acto de misericordia y amor, al verlos así vestidos, ¨Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió¨ 

(Génesis 3:21). Él vio cómo insuficiente los simples delantales hechos por ellos, que tal vez, solo cubrían sus partes intimas. 
 
En cambio, Dios les confeccionó unas túnicas que son descritas como de textura gruesa y fuerte, el kutōneṯ como dice en el original, generalmente se refería a una prenda larga parecida a una camisa con mangas, que llegaba a sus rodillas. A partir de este momento Dios confirmó su deseo de que ellos y el resto de la humanidad cubrieran su desnudez y vergüenza para siempre, y más bien vistieran para Su gloria. 
 
Propósito del vestir ayer y hoy 

Teniendo en mente el génesis de la vestimenta, y volviendo a la actualidad, vemos que el propósito de vestir ha tomado otro camino. La moda, con sus asesores de imagen y grandes diseñadores entre los que podría mencionar Versace, Dior, Armani, Chanel, entre otros, han asegurado que el propósito del vestir va de la mano con atraer miradas y sirve para expresar quienes somos. Ya no se trata de cubrir, cuidar nuestra integridad y glorificar a Dios. 

 
A lo largo de la historia bíblica podemos ver ejemplos de que la vestimenta representaba una condición; de liderazgo en reyes (Éxodo 28:1-5), de género femenino o masculino  (Deut 22:5), de sentimientos de dolor (Génesis 37:34), de castidad o impureza (2da Samuel 13:18-19) entre otros más. 

En nuestro caso, podríamos añadir a eso, protocolos para ir a teatros, restaurantes, fiestas, días de playa, gimnasio y separar estos por estaciones. Las opciones son abrumadoras, pero, como cristianas la gran pregunta sobre el tema es: ¿Cómo podemos reflejar nuestra identidad en Cristo en todo lugar y momento, mediante nuestra forma de vestir? 
 

Vestido de piedad 

Timoteo al parecer lidiaba con la misma pregunta acerca de la vestimenta en su congregación y Pablo hizo una exhortación corta y precisa ¨… Que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad.¨ (1 Timoteo 2:9-10 ). 
 
Este pasaje no está hablando de la prohibición total de adornos, joyería, pantalones y peinados, más bien muestra dos grandes recomendaciones para una mujer piadosa, que tiene su identidad en Cristo: 
 
1- Vestirse con ropa decorosa, con pudor y modestia. 
2- Vestirse de buenas obras. 
 
En el primer caso, ambas palabras; pudor y modestia sugieren un sentido de vergüenza (Así como Adán y Eva), un sentido de honor; el que llevamos al ser embajadoras de Cristo en la tierra, también de consideración por el prójimo, sencillez, ausencia de vanidad, discreción, respeto, sin excesos, con auto control y sano juicio. Se trata de renunciar a la necesidad de impresionar, de ser vistas y aprobadas por la forma de vestir. 
 

En resumen, la modestia se trata de no mirar hacia sí misma en primer lugar, de medir todas nuestras acciones, no solo lo que decidimos vestir. 
 

En el segundo caso, amplía un poco más la recomendación a exteriorizar el conocimiento y compromiso interno que tenemos con Dios. Se trata de vivir de la manera que Dios desea, más allá de la vestimenta, en el resto de nuestra vida, siendo modestas en todos los aspectos, comenzando por el corazón, como un testimonio privado y público de nuestro deleite en el Señor. 
Si te parece algo muy pesado de cumplir, la razón es que es imposible vestirnos por nuestra propia fuerza como en el paraíso, es con la ayuda del Señor, que podemos llegar a vestirnos para Su gloria, como mujeres que profesan piedad. 
 
Toda hija de Dios, debe meditar sobre estas definiciones de decoro y asegurarse de que su vida y su closet reflejen la vestimenta de una mujer piadosa de corazón. Los estilos variarán de acuerdo con los tiempos y lugares, tamaños y edades, pero el estándar seguirá siendo el mismo para medir, la Palabra y Su Espíritu Santo dentro de nosotros. 

 
Ya tenemos principios claros: 
-Auto control de nuestros deseos, pasiones y vanidad. 
-Nuestras buenas obras deben “brillar” más que nuestra ropa. 
 
Pídele al Señor que te ayude constantemente a ir al espejo perfecto de la Palabra, pues mientras estemos en esta tierra estamos necesitadas de Su guía y sabiduría para ser representantes de Su reino, con modestia, en todo lugar, momento y prenda de vestir.  

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Salva por gracia, amante de la Palabra de Dios y su diseño para nuestras vidas. Casada con Roberto Alcántara. Publicista y pianista de profesión, dedicada a la enseñanza musical y a la creación de contenido. Miembro de la Iglesia Bautista Internacional, donde sirve junto a su esposo en Vida Joven, específicamente en GAP (Generación de Adolescentes con Propósito) y también siendo parte del equipo de mentores de noviazgo. Síguela en Instagram como @kathmcao