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Un niño nos ha nacido

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El profeta Isaías vivió y ejerció su ministerio durante los reinados de Uzías, Jotam, Acaz y Exequias, cerca de 750 años antes de Cristo. Se le llamó el profeta evangelista por las innumerables veces que profetizó acerca de la venida, el carácter, el ministerio y la predicación, los sufrimientos y la muerte del Mesías, así como de la extensión y la continuación de su[1]  reinado.

En Isaías 9:6-7, Isaías anuncia el nacimiento del Mesías como algo que ya había sucedido, el Hijo ha nacido. Este hijo nació para provecho de nosotros los hombres, nosotros los pecadores, de todos los creyentes, desde el inicio hasta el final del mundo.

A este hijo se le llama Admirable, porque Él es Dios y hombre. Su amor es la admiración de los ángeles y los santos glorificados. Es admirable en su entrega Y su servicio, dejó su gloria para venir a este mundo. Sirvió sin prejuicios, sin títulos y sin cobrar.

Él es el consejero, porque conoce los consejos de Dios desde la eternidad; y El da consejos a los hombres, consejos en que consulta nuestro bienestar. Nos aconseja en medio de nuestras pruebas y angustias y luego nos consuela. Como Príncipe de Paz nos reconcilia a Dios, es el Dador de paz en el corazón y la conciencia. Cuando su reino este plenamente establecido, los hombres no aprenderán más a guerrear.

La armonía completa de estas profecías con la doctrina del Nuevo Testamento demuestra que los profetas judíos y los maestros cristianos tenían el mismo punto de vista de la persona y la salvación del Mesías.

Antes de la celebración de la navidad es propicio este mensaje, ya que podemos celebrar su venida a este mundo, la llegada del Mesías para salvación de todos nosotros, para nuestra liberación de la esclavitud del pecado.

En reflexión podemos notar que este niño fue dado por Dios, El dio a Su hijo, el unigénito, porque amó tanto el mundo que envió a su hijo para reconciliar el mundo con El, ya que por nuestros pecados nos habíamos alejado de Dios, nos habíamos hecho enemigos de Dios. Pero este niño, al crecer, viviría sin pecados y seria sacrificado para la expiación y perdón de nuestros pecados, y darnos vida eterna en Su presencia. En medio de su sacrificio, en el momento de mayor debilidad humana, derrotó a Satanás, derrotó al mundo de las tinieblas, por eso se le llama Dios Poderoso.

Este niño nació en un pueblo lejano, Nazaret, bajo condiciones difíciles, en un pesebre rodeado de animales. Expresamente Dios Padre dispuso que el Rey de reyes, el mismo Dios, viniera en condiciones de pobreza física, para que desde el inicio de su vida conociera los sufrimientos y tentaciones humanas. ¿Quién pensaría que el gobernador del cielo y la tierra naciera en esas condiciones? Los que esperaban al Mesías esperaban un guerrero, un rey, que naciera por lo menos en Jerusalén, pero Dios dispuso otra cosa ¿Por qué tuvo que ser El quien murió en la cruz y no yo, ¿si el que pecó fui yo?

Porque el celo del Señor hará que Su imperio sea dilatado, y la paz no tendrá límites, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre.

Señor, date a conocer a tu pueblo por todo nombre de amor y en todo carácter glorioso. Incrementa Tu gracia en todo corazón de tus redimidos en la tierra. Bendiciones.

Extracto del mensaje dado por el Pastor Miguel Núñez, pastor titular de la Iglesia Bautista Internacional el 20 de diciembre del 2015