Este domingo, el pastor Luis Méndez predicó el sermón “Un entendimiento bíblico de la ira” basado en Santiago 1:19-20.
Si somos honestos con nosotros mismos, todos sabemos que las verdaderas batallas de la vida están dentro de nosotros, no fuera. Lo que somos en el interior es más importante que lo que ocurre en el exterior. Ahí es donde el libro de Santiago se vuelve increíblemente relevante. Este libro quiere que descubramos la libertad que viene a nuestros corazones cuando respondemos de manera correcta a las presiones de la vida.
- Explicando el texto
Hay tres exhortaciones que podemos encontrar en el texto.
Primero, una atención especial para escuchar (v 1:19a). La sabiduría comienza cuando escuchamos más y hablamos menos. En el contexto, este tipo de escuchar está principalmente relacionado con prestar atención a lo que Dios ha dicho en Su Palabra (v.18). En el primer siglo, los creyentes no tenían todas las ventajas que tenemos hoy: no tenían copias impresas del Nuevo Testamento. De hecho, se cree que Santiago fue el primer libro escrito del NT; entonces, al momento que ellos recibían esta carta, ellos no podían leer Romanos, los cuatro evangelios, el libro de Hechos, el resto de las cartas, y el libro de Apocalipsis, ya que no se habían escrito todavía. En su mayor parte, el oír la Palabra significaba reunirse con otros creyentes lo cual implicaba escuchar, memorizar y luego meditar sobre lo que había oído. La advertencia especifica es esta: que en un mundo que avanza tan rápido con tantas presiones, seamos prontos para escuchar más a Dios.
La segunda exhortación es una advertencia especial para hablar (v. 1:19b). Hay tiempo para hablar y hay tiempo para estar en silencio (Proverbios 29:20). Cuando Santiago dice «tardo para hablar,» se está enfocando en nuestra tendencia a hablar, particularmente cuando estamos enojados y frustrados.
La última exhortación es una advertencia para enojarse (v. 19c-20). Santiago no está diciendo no se enojen; ¡Eso es poco realista! Todos vamos a enojarnos de vez en cuando. La palabra traducida “ira” se refiere a un enojo profundo no a un momento de desagrado que se olvida rápidamente. De lo que hablamos aquí, es una emoción muy particular, que somos advertidos a manejar sabiamente.
Si somos rápidos para escuchar, vamos a ser lentos para hablar. Pero si somos lentos para oír, sin duda seremos rápidos para hablar. Hablar rápido conduce a la ira rápida. Mientras más enojados estemos, más rápido hablaremos y habrá menos disposición para escuchar. Nuestro gozo en la vida está directamente relacionado a hacer aquello que más agrada a Dios. Aquí el gran problema es, que la ira es un serio impedimento a esa meta. Cuando somos gobernados por la ira, nos volvemos incompetentes para hacer lo que a Dios le agrada (Proverbios 16:32).
- Explicando la ira
La ira pecaminosa es una fuerte emoción de enojo que surge cuando no se cumple una expectativa. La ira es pecaminosa cuando se centra más en mí que en Dios, nace de un corazón con motivación egoísta y crece y permanece en vez de ser sanada.
¡Pero no toda ira es pecado (Efesios 4:26; Hechos 17:16)! Dios está airado cada día (Salmo 7:11) y Jesús estuvo airado en numerosas ocasiones (Marcos 3:5). En estos casos, la ira está relacionada a la Gloria de Dios y Su reino; es una santa indignación. En un mundo con tantas injusticias, no es incorrecto que sintamos ira.
Entonces, la advertencia hacia nosotros es esta: debemos combatir la ira pecaminosa; es un mal que no debe ser excusado ya que es algo que nos afecta seriamente en nuestra relación con Dios y con aquellos más cercanos. Debemos buscar la ayuda de Dios y otros para esto.
- Direcciones prácticas para combatir la ira
Primeramente, reconoce, acepta u confiesa tu pecado de ira (Efesios 4:26) ya que tenemos la tendencia a excusar o negar este mal. Pregúntate: ¿Te aíras acerca de las cosas correctas? ¿Expresas ira del modo correcto? ¿Cuánto dura tu ira y cuán controlada es? ¿Qué la motiva? ¿Está tu ira “preparada y lista” para responder a los pecados habituales de otra persona? ¿Cuál es el efecto de tu ira?
No des oportunidad al diablo y decídete a buscar reconciliación (Efesios 4:26). Considera la oportunidad que tienes para perdonar (Efesios 4). Examina tu corazón para conocer motivaciones (Santiago 1:14-15). ¿Que es eso que amas tanto que cuando no lo consigues, te enojas con otros? ¿Estás dispuesto a pecar para conseguirlo? ¡Eso es un ídolo! (Salmos 37). Finalmente, aprende a confiar en la soberanía de Dios (Salmos 37; Salmos 90).