Tesis basada en 2 Timoteo 4:2. La predicación que no está arraigada en la Palabra de Dios, está cimentada en el orgullo del hombre. El apóstol Pablo instruye a su discípulo más joven, Timoteo, y le dice: “Predica la Palabra a tiempo y fuera de tiempo. Reprende; redarguye; exhorta con mucha paciencia e instrucción” (2 Timoteo 4:2).
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