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Sardis, la iglesia muerta

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Sardis fue una antigua ciudad de Asia Menor, fundada por el rey lidio Giges, entre los años 680 y 644 antes de Cristo como capital del antiguo reino de Lidia. Actualmente se conoce como Sart, en Turquía.

En estos versículos el Señor le dice a esta iglesia que conoce sus obras, pero está muerta. Le recomienda que sea vigilante, y afirme las demás cosas que están por morir. Que se acuerde de lo que han recibido y oído, y que lo guarde y se arrepienta. Les advierte que si no vela el Señor los reprenderá de sorpresa.

Los acusa de hipocresía y permitir el deterioro de la religión. Había una gran mortandad en sus almas, y otros vivían vidas hipócritas de manera desordenada. El Señor los llama al arrepentimiento y a depender de la gracia del Espíritu Santo.

En adición, el Señor les dice que hay personas que no se han manchado, por lo que a esos los tendrá junto a El y no borrará sus nombres del libro de la vida e intercederá ante Dios por ellos. Les promete gracia.

Esta es la carta más triste de las escritas a las iglesias de Asia Menor por parte de Cristo. Les dice que es una iglesia muerta.
Es interesante ver la similitud de la vida de la ciudad y de la iglesia. Así como tuvieron grandes momentos, también entraron en un letargo y muerte, una comercial y la otra espiritual. Sus historias iban de la mano. En el primer siglo de nuestra era, la ciudad dejó de ser próspera y comenzó a vivir de su historia, del recuerdo de su pasado. Igualmente esta iglesia vivía de su pasado, recordando lo que era.

Las iglesias comienzan a morir cuando se deja de predicar la palabra de Dios, y aquí se observan dos causas principales que comenzaron a matar la iglesia: 1.- Dejaron de predicar la Palabra de Dios, por lo que fueron desviándose; y 2.- La mundanalidad. Permitieron que las cosas del mundo y su afán fueran sacando los temas espirituales.

En una iglesia viva encontramos las siguientes características:
Vive sin mirar al pasado, vive el presente y mirando el futuro.
La gente nace de nuevo, porque el Espíritu que da vida está presente en esa iglesia.
La gente quiere bautizarse y dar testimonio de lo que Dios ha hecho en ellos.
La gente se arrepiente de sus pecados, lo hace cuando profesa fe y se mantiene en arrepentimiento.
La congregación tiene hambre por la Palabra de Dios. Los muertos no comen, no tienen hambre.

Aunque Cristo les dice que la iglesia esta muerta, que su situación es crítica, no los abandona, les ordena arrepentimiento, ponerse en vela, que se despierte de la mediocridad, que afirmen las cosas que quedaban, que recuerden lo que habían oído y recibido a través de las instrucciones y conocimiento. Hace hincapié que recordemos, porque en medio del pecado olvidamos. Además de recordar, debemos aplicar a nuestras vidas lo aprendido. Y también pidió arrepentimiento de parte de la congregación.

La principal característica de un cristiano es el reconocimiento de su pecado para arrepentirse y corregir lo que hizo mal.
Al finalizar el mensaje, el Pastor hizo una corta exhortación para que todo aquel que haya escuchado se arrepienta de sus pecados y los confiese a Dios, porque este es el momento de hacer las paces con el Señor, y dejarlo para después puede ser demasiado tarde.

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