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¿Para qué oramos?

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Si no podemos cambiar la voluntad de Dios, ¿para qué oramos? Nosotros hemos sido enseñados, quizás subconscientemente, que la oración es, en esencia, un ejercicio para devengar beneficio. Cuando tenemos una necesidad, vamos a Dios y Él satisface esa necesidad. Pero, en ningún lugar de la Biblia se nos dice que ese es el propósito principal de la oración. El propósito número uno de la oración es intimar con Dios para que Él nos deje ver lo que necesitamos.

Santiago 4:1-3 dice, “¿De dónde vienen las guerras y los conflictos entre vosotros? ¿No vienen de vuestras pasiones que combaten en vuestros miembros?  Codiciáis y no tenéis, por eso cometéis homicidio. Sois envidiosos y no podéis obtener, por eso combatís y hacéis guerra. No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís con malos propósitos, para gastarlo en vuestros placeres.” Nuestras peticiones con frecuencias son incluso egocéntricas y pecaminosas. Le pedimos a Dios que nos dé lo que no necesitamos sin darnos cuenta de que estas cosas nos harían daño.

La oración fue concebida por Dios para entrar en los propósitos de Dios. Cuando los discípulos le pidieron a Cristo que les enseñaran a orar. El entonces les da la oración conocida hoy como el Padre nuestro que dice, “Padre nuestro que estás en los cielos santificado sea tu Nombre hágase Señor tu voluntad en el cielo como en la tierra con la tierra como en el cielo” (Mateo 6:9-10). Cristo les enseñó a los discípulos que, a la hora de orar, lo que se debe pedir es la voluntad de Dios, no el cumplimiento de nuestras voluntades. Cuando Cristo a orar en el jardín de Getsemaní—la segunda persona de la trinidad conversando con la primera persona de la trinidad él pone esto en práctica. Él se arrodilló ante Dios y dijo, “Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú quieras” (Mateo 26:39). El prefería no tener quiera la cruz; sin embargo, pidió que se hiciera la voluntad del Señor y no la suya.

Si nosotros conocemos que la voluntad de Dios es buena, es agradable, y es perfecta, ¿para que pedir que Dios la cambie? Cuando comenzamos a cambiar nuestro entendimiento del propósito de la oración, comenzamos a sentirnos menos frustrados cuando Dios responde o no responde. El a veces responde que si a nuestras oraciones, aveces dice que no y a veces dice “no todavía”. Necesitamos entender que Dios es soberano, sabio y conoce nuestras necesidades.

Mi primera búsqueda debe ser el reino de Dios y Su justicia. Como Cristo enseñó en el sermón del monte, “Porque los gentiles buscan ansiosamente todas estas cosas; que vuestro Padre celestial sabe que necesitáis de todas estas cosas. Pero buscad primero su reino y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Por tanto, no os preocupéis por el día de mañana; porque el día de mañana se cuidará de sí mismo. Bástele a cada día sus propios problemas” (Mateo 6:32-34). Vivimos buscando la tierra para que Dios nos agregue el reino de los cielos, pero Dios nos dice que necesitamos buscar el reino de los cielos primero y después nos dará la tierra como añadidura. Esa es y debería ser la misión del cristiano. Esto debe radicalmente cambiar la manera como vemos la oración y la profundidad de ellas.

Es con la oración que Dios nos ayuda entrar en Sus propósitos, llevándonos a entender lo que está buscando con situaciones que permite en nuestras vidas.

 

 

Tomado del podcast “No Es Tan Simple Como Parece”, episodio “Si no podemos cambiar la voluntad de Dios, ¿para qué oramos?

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