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Padre nuestro que estás en los cielos | Día 2

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La frase introductoria a las peticiones es muy conocida: «Padre nuestro que estás en los cielos». En esa frase hay un contenido y hay una forma. Jesús quiere que al hablar con Dios pensemos en Él como un Padre, lo que implica cercanía e intimidad. Al mismo tiempo implica protección porque eso es lo que hace un padre y también implica provisión porque esa es la inclinación natural de un padre.

Con la oración del Padre Nuestro, por un lado Jesús nos está enseñando a acercarnos a Dios con confianza porque somos Sus hijos, pero al mismo tiempo nos está enseñando que cuando pensemos en Dios como Padre, no debemos perder de vista la otra dimensión y es que ese Padre es el Creador de todo el universo y por lo tanto está encumbrado muy por encima de toda Su creación. Él está en los cielos. Como Creador, Él es un Dios trascendente, lo que implica que Él está muy por encima de todo lo demás en una categoría completamente independiente. Como Padre, es un Dios inmanente, es decir, cercano. Y de ahí la frase «Padre nuestro que estás en los cielos». 

El uso de la palabra «Padre» en esta oración marca una gran diferencia con respecto a cómo las personas se dirigían a Dios en el Antiguo Testamento. En ese tiempo, nadie se atrevía a dirigirse a Dios personalmente, llamándolo Padre. Eso era algo inconcebible.

Observe también que Cristo no simplemente dice «Padre que estás en los cielos», sino que dice «Padre nuestro». Esto implica que Jesús se considera hermano nuestro y eso es exactamente lo que dice el autor de Hebreos: «Porque tanto el que santifica como los que son santificados, son todos de un Padre; por lo cual Él no se avergüenza de llamarlos hermanos» (He. 2:11). Por medio de la regeneración, Jesús nos hace Sus hermanos y por medio de la adopción, el Padre nos hace Sus hijos.

La expresión «Padre nuestro que estás en los cielos» está ahí para recordarnos, por un lado, que Dios quiere tener cercanía con nosotros, pero de una manera que sea reverente y honre quién es Él. Esa frase pone a Dios en Su lugar y nos pone a nosotros en nuestro lugar. 

Por otro lado, esa expresión protege a los hijos de Dios porque a lo largo de la historia bíblica y la historia de la Iglesia, en ocasiones los hijos de Dios han perdido el sentido de reverencia y como resultado han hecho de nuestro Dios un dios pequeño, liviano, superficial, un dios poco santo que no juzga el pecado y, por tanto, un dios que merece poco respeto. Y cuando los hombres trataron a Dios de esa manera en el pasado, la ira de Dios se incendió contra ellos y el pueblo sufrió las consecuencias. Por eso decimos que la frase «que estás en los cielos» protege la integridad del pueblo de Dios para que nunca nos equivoquemos en cómo dirigirnos a Él.