Al contemplar este poderoso retrato de la mujer de Proverbios 31, no vislumbramos una figura perfecta, sino una mujer íntegra, sabia y temerosa de Dios. Proverbios 31:10-31 no se presenta como una lista de exigencias abrumadoras, sino como una invitación a reconocer el inmenso valor de una vida vivida con propósito, diligencia y fe. Más allá de sus labores o logros, lo que verdaderamente resplandece en ella es su corazón profundamente conectado con Dios, y es precisamente esto lo que la hace digna de honor. Sin importar la etapa de vida en la que te encuentres, este pasaje tiene un mensaje relevante para todas nosotras hoy.
Este capítulo está conformado por dos poemas principales:
1. El rey sabio (Proverbios 31:2-9).
2. La esposa excelente (Proverbios 31:10-31).
Estas son las preciosas enseñanzas de una madre piadosa, reveladas a través de las palabras del rey Lemuel, tal como su madre se las inculcó. La sabiduría que aquí se expone proviene del consejo materno, que claramente refleja el profundo deseo de que su hijo viva una vida sabia y virtuosa.
Al adentrarnos en los versículos 10 al 31, podemos apreciar una descripción más detallada de la mujer virtuosa que esta madre presenta a su hijo.
Esta sección es un poema acróstico compuesto por 22 estrofas, cada una comenzando con una de las letras del alfabeto hebreo. Este canto poético celebra y reconoce los invaluables rasgos de una mujer de carácter y fortaleza. La descripción de esta mujer hacendosa tiene como propósito tanto realzar las cualidades de una esposa ejemplar, sirviendo de estímulo para las propias mujeres, como guiar a los hombres sobre el tipo de compañera que deberían buscar.
Su matrimonio
- Su valor es superior al de las piedras preciosas (v. 10): Representa un tesoro invaluable, cuya existencia es real, pero sumamente difícil de encontrar.
- Es confiable y beneficia a su esposo (vv. 11-12): Es una mujer de absoluta confianza y lealtad en todo, lo que le gana la estima y el afecto de su marido. Su conducta es tal que él puede depositar en ella toda su seguridad. Confía en su integridad y en la prudencia y discreción con la que maneja todos los asuntos del hogar. Cuando él emprende viajes de trabajo, sabe con certeza que todo marchará bien en casa y que nada le faltará. Es una administradora excelente, diligente y capaz de generar recursos. Lo trata con amor y respeto, dedicándole con esmero todas las atenciones propias de una buena esposa, no solo según el humor del momento, sino de manera constante y fiel a lo largo de todos sus días.
Su conducta
- Trabajadora, emprendedora y previsora (vv. 13-19): Esta mujer se caracteriza por ser diligente y responsable; busca, trabaja, provee, madruga y trasnocha incansablemente por el bienestar de los suyos. Su labor trasciende el ámbito puramente doméstico; es evidente que su esfuerzo es sofisticado, pues comprende de negocios, busca ganancias y es hábil en el manejo de las herramientas y técnicas de su tiempo (v. 19).
- Generosa, compasiva y cuidadora de su familia con sabiduría (vv. 20-22): Vive con compasión y manifiesta un espíritu de servicio hacia los demás. No solo provee a sus hijos de buenas vestimentas para el invierno, sino que su destreza la lleva a elaborar productos de alta calidad, incluso para la venta y exportación (v. 24).
- Su esposo es respetado por causa de ella (v. 23): Esta mujer realiza una contribución significativa a la posición y al éxito de su marido en la comunidad, lo que lo lleva a ser honrado públicamente. La reputación de un hombre virtuoso, en gran medida, se cultiva y cimenta en su propio hogar, reflejando así la virtud de su esposa.
Su carácter
- Fuerte, digna y confiada ante el futuro (v. 25): Estas cualidades describen el carácter de una mujer que teme al Señor. La «vestimenta» de su ser interior exhibe sabiduría divina, brindándole una confianza inquebrantable para afrontar el futuro con todos sus inesperados retos.
- Habla con sabiduría y enseña con bondad (vv. 26-27): Esta mujer no profiere palabras al azar; cada una es meditada, guiada por el discernimiento y la verdad. Refleja una madurez espiritual y una comprensión profunda, lejos de la superficialidad. Cabe destacar que la «ley de bondad» o «enseñanza de amor leal» en hebreo es Hesed, que encapsula conceptos como el amor leal, la gracia y la misericordia. Además, era una diestra ama de casa.
Su vida familiar
- Es alabada por su familia (vv. 28-29): Esta es la alabanza superlativa que toda mujer anhelaría escuchar, especialmente de su esposo y de sus hijos. Es una expresión de profundo reconocimiento y honor por su carácter excepcional. Verdaderamente, es justo dar honra a quien honor merece. Ella gozaba de un inmenso respeto porque había ganado plenamente la confianza de su familia. Para una madre, no hay mayor gozo que ver a sus hijos crecer y alabarla como la fuente de sabiduría que los formó.
Su vida espiritual
- Su valor reside en el temor al Señor, no solo en su apariencia (v. 30): Este versículo constituye el clímax del poema, resumiendo el verdadero valor de una mujer: su temor a Dios, por encima de su belleza o atractivo externo. La belleza física puede ser engañosa y efímera, y no siempre refleja el verdadero carácter. Es temporal y superficial, careciendo de valor eterno si no va acompañada de virtud y reverencia.
- El fruto de sus manos trae recompensas (v. 31): Este versículo actúa como un llamado explícito a reconocer públicamente el valor de su vida y de su incansable labor. Es una manera de recompensar, honrar y valorar su trabajo constante, fiel y productivo. No se limita a un reconocimiento material, sino que abarca también el honor emocional, espiritual y social. El resultado palpable de todos sus esfuerzos se convierte en el más elevado elogio que se le puede otorgar.
A la luz de hoy, la mujer de Proverbios 31 nos invita a:
- Inspirarnos en ella: No como una simple lista de tareas a cumplir, sino como una profunda invitación a vivir con propósito, diligencia y reverencia hacia Dios.
- Reconocer el verdadero valor: Aquel que reside en nuestra fidelidad a Dios, y no en la búsqueda inalcanzable de la perfección.
- Cultivar el carácter: Comprender que el valor auténtico no reside en la apariencia o los logros externos, sino en la integridad, el temor a Dios y la sabiduría con la que conducimos nuestra vida.
- Bendecir nuestro hogar: Mediante el esfuerzo constante, la buena administración y la previsión, brindando estabilidad y bienestar a nuestra casa.
- Ser una influencia positiva: Reconocer que nuestras acciones tienen el poder de edificar y fortalecer a quienes nos rodean. ¡Utilicemos esa influencia para el bien!
- Vivir con compasión: Entender que una vida virtuosa implica mirar más allá de uno mismo y actuar con genuina compasión hacia los demás.
- Fundamentar nuestra vida en Dios: Nuestro valor y nuestro impacto duradero provienen de nuestra relación con Él. El temor del Señor es, sin duda, el fundamento de una vida bien vivida.