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Mujer, ten cuidado con tu lengua 

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“Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación”  (Efesios 4:29) 

Aun tengo en mi memoria las imágenes de un libro que leí cuando era una niña en casa de mi abuela materna. Recuerdo en especial las ilustraciones, en las cuales se plasmaban dos niñas; de los labios de una de ella salían sapos y culebras, y de los labios de la otra niña, rosas y claveles.  

La historia que contaba el libro era de las palabras que salían de nuestras bocas, las buenas y las impropias. Estas imágenes causaron tanto impacto en mí que aún las recuerdo y me sirvieron mucho en mi niñez.  

Al cabo de los años, el Señor me rescató, y puso en mis manos Su Palabra viva, que es el manual que debe regir nuestro diario vivir. En esta palabra leemos del apóstol Pablo en Efesios 4:29 que ninguna palabra corrompida salga de nuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación. La palabra corrompida alude a algo descompuesto que a su vez pudre todo lo que le rodea.  

En el libro de Santiago en el capítulo 3 vemos la exhortación a no hacernos maestros muchos de nosotros para no recibir mayor condenación, aludiendo a que muchas veces ofendemos y no somos capaces de frenar nuestra lengua, reflejando esto una falta de dominio propio en el hablar. También leemos en Santiago 3:5-6, que siendo la lengua un órgano pequeño, es capaz de encender un fuego y estar lleno de maldad; ella contamina todo el cuerpo y es inflamada por el infierno. Esta parte llamó mi atención e investigué acerca de la palabra infierno, la cual viene del griego Gehena (o valle de Hinom) el cual era un lugar que en los tiempos de Cristo se encontraba al suroeste de las murallas de Jerusalén y servía como vertedero de desperdicio, manteniéndose incendiado todo el tiempo. Imaginar que nuestras lenguas son inflamadas por un lugar así, debe llevarnos a una reflexión profunda, y al mismo tiempo, pedir perdón a Dios por todas las veces que hemos permitido que el mismo infierno inflame nuestras lenguas para dañar, en vez de para sanar.  

En Proverbios 12:18 leemos: ¨Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; más la lengua de los sabios es medicina. ¨ Santiago nos sigue diciendo en el capítulo 3:9-12 ¨que con nuestra boca bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres que están hechos a la semejanza de Dios; que de una misma boca proceden bendición y maldición. Y pregunta: ¿A caso una fuente puede echar agua dulce y amarga por la misma abertura? ¨ Y nos exhorta: ¨Hermanos míos, esto no debe ser así¨. 

Cuando aceptamos a Cristo como salvador y Señor de nuestras vidas, recibimos el Espíritu Santo y somos nuevas criaturas, estamos renovados en toda nuestra manera de vivir, y esto incluye nuestra lengua, nuestra manera de usarla. Si tenemos un corazón renovado, de él saldrán cosas buenas. En Mateo 12:35 leemos: ¨El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas¨. Y no sólo eso, también dice que daremos cuenta de nuestras palabras en el día del juicio (Mateo 12:36). 

Nuestra oración a Dios cada día debe de incluir súplicas para que nuestro corazón esté lleno de Él, de su amor, su bondad, su mansedumbre, y que esto sea palpable y visible en nuestro modo de usar la lengua en nuestro diario vivir, porque de la abundancia del corazón habla la boca (Mateo 12:34). 

¡Ayúdanos Dios! ¡Amén!