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Una maravillosa invitación

El mensaje de hoy de parte de Dios para cada uno de nosotros en la IBI ha estado bajo la responsabilidad del pastor Luis Méndez, quien lo tituló: Una Maravillosa Invitación, y está basado en Mateo 11:25-30.

En los versículos que vemos hoy del capítulo 11, del 28 al 30, viene del contexto que Jesús reflexiona sobre los ciudadanos de las ciudades donde había predicado y había hecho milagros, especialmente en Capernaum, a quienes el día del juicio les irá peor que a los de Tiro y Sidón por tener un corazón endurecido. Por lo que Jesús nos invita a descansar en Él.

Antes de la invitación que Jesús hace, y como corresponde a los hijos, se muestra agradecido del Padre, y reconoce Su grandeza y poderío. Expresa que el Padre había puesto en Sus manos todo poder, autoridad, juicio y revelaciones, por lo que estamos endeudados con Cristo por toda la revelación que tenemos de la voluntad y el amor de Dios a través de Su Palabra.

Entonces Jesús hace una invitación a todos, a todos los que trabajan fuerte y están cargados para que vayamos a Él. Ya sea a los mundanos que se recargan con preocupaciones estériles por la riqueza material, por los placeres y lujurias, por su propia justicia, y el creyente tentado y afligido. Cristo los invita a todos a que vayamos a Él en pos de reposo para nuestras almas.

Este es el llamado del evangelio: quienquiera que quiera, venga. Y todos los que así llegan a Cristo recibirán el regalo de la paz, reposo y consuelo en su corazón. Pero existe una condición, que todo el que va a Él debe tomar Su yugo y someterse a Su autoridad. Aprender todas las cosas acerca de su consuelo y obediencia. Requiere negarse a sí mismo, lo que trae dificultades, pero esto es abundantemente recompensado. Es un yugo forrado con amor.

Vamos diariamente a Él en busca de la liberación de la ira y de la culpa, del pecado y de Satanás, de todas nuestras preocupaciones, temores y dolores. Y en vano nos acercamos a Jesús con nuestros labios mientras el corazón esté lejos de Él, porque Él conoce las intenciones de nuestro corazón. Entonces, podemos venir a Jesús para hallar reposo para nuestras almas. Esta es una maravillosa invitación.

Esta invitación el pastor la divide en tres grandes grupos: la invitación como tal, la expectación y la motivación.

1.- La invitación. Tiene a alguien a quien se dirige. Esta invitación se dirige a todos los cansados y agobiados. A todos los que están cansados y cargados. A todos los están cansados de cumplir con reglas y leyes y aun así continúan cargados, sin experimentar gozo en sus corazones. La invitación es para aquellos que están cansados de luchar con sus propios pecados y problemas familiares, para todos los que están cansados y cargados. Esta invitación ofrece descanso para el alma, descanso espiritual. Cristo es la verdad, la luz y el camino, por lo que nadie puede ir al Padre si no es a través del Hijo. Es el único que puede dar descanso, mas nadie lo puede dar. ¿Quién si no Cristo puede soportarnos en medio de nuestra tribulación?

2.- La expectación. Jesús demanda que vayamos a Él. Es imperativo, Él dice venid a mí. Por eso debemos dejar cosas atrás. Si nos movemos hacia Él, debemos dejar atrás las cosas que nos cansan o agobian. Es tener una relación personal con Él. Si nos quedamos atrás, en nuestras frustraciones, no tendremos el descanso que Él ofrece. Esta oferta conlleva aceptar Su yugo, someterse a Su voluntad, a Su regla y autoridad. Estar bajo Su yugo es someter mi voluntad a Su voluntad. Otra orden que nos da Jesús es aprender de Él. Este mandato también es imperativo, aprended de mí dice Él. Como Jesús conoce todas las revelaciones del Padre, nos invita y ordena a aprender de Él esas revelaciones a través de una relación íntima con Él.

3.- La motivación. La oferta de descanso de Jesús es para nuestra alma, porque bajo la esclavitud del pecado nuestra alma no encontrará descanso. Nuestra carga, que ahora es Su yugo, es ligera, porque Él la soporta por nosotros. Es una gran motivación para aceptar Su invitación, que de ahora en adelante Él será quien lleve nuestra carga espiritual.

La pregunta final es, ¿cómo vamos a responder a esta invitación? La vida no tiene sentido hasta que Dios sea el centro de nuestra vida. Dios tiene un propósito en la vida de cada uno de nosotros, y hasta que no estemos con Dios ese propósito no será cumplido.

Esta invitación Jesús la hace constantemente. Es para que estemos junto Él siempre, para que caminemos junto a Él.

 

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