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Dios enseña, advierte y alienta

Este domingo, el pastor Luis Méndez predicó el sermón “Dios enseña, advierte y alienta” basado en 1 Corintios 10.

Es innegable que nuestra iglesia disfruta de muchas bendiciones y debemos ser agradecidos a Dios por ello. Pero cuanto más privilegiados somos, más cuidadosos debemos ser porque aunque el Señor es amable, misericordioso y bueno, Él es muy selectivo en cuanto a quien Él va a realmente bendecir. 

Lo que encontramos en nuestro texto de 1 Corintios 10 es una especie de advertencia para un pueblo que fue muy bendecido. Pensar en la ciudad de Corinto era como ilustrar el tipo supremo de idolatría, las formas más desconcertantes de paganismo y la vida más vergonzosa de inmoralidad sexual. Justo en medio de ese paganismo vino el apóstol Pablo y el Señor plantó una iglesia allí. Esta iglesia en Corinto se convirtió en una iglesia notable y poderosa… sin embargo, era una iglesia que, en medio de sus privilegios, vivía al borde del peligro espiritual. Es por esto que tenía que recibir exhortación tras exhortación para no perder sus privilegios. 

Pablo reconocía la posibilidad de que la iglesia de Corintios cayera de un lugar de bendición. En 1 Corintios 9:26-27 el expresó, “Por tanto, yo de esta manera corro, no como sin tener meta; de esta manera peleo, no como dando golpes al aire, sino que golpeo mi cuerpo y lo hago mi esclavo, no sea que habiendo predicado a otros, yo mismo sea descalificado.” La palabra traducida como “descalificado,” adokimos, significa “probado” y “encontrado inadecuado o inaceptable”. Pablo sabía que necesitaba disciplinar su cuerpo y someterlo para que no perdiera su ministerio al caer en pecado: Por tanto, el que cree que está firme, tenga cuidado, no sea que caiga.” (1 Corintios 10:12) 

Aparentemente, la iglesia de Corintos estaba muy confiada; estaban ignorando el sacrificio y el costo del discipulado y la necesidad de santificación. Comenzaron a otorgarse libertades dañinas para su crecimiento espiritual y vivían al borde del desastre, que incluía la pérdida del favor y la bendición divina. En este sentido, el apóstol Pablo usa la ilustración de Israel para advertir a todas las iglesias, incluida la nuestra, sobre el peligro de ser muy bendecidos y privilegiados, y dar eso por sentado. 

Esta iglesia en Corintos estaba siendo pastoreada por el apóstol Pablo, familiarizada con el ministerio de Pedro y de Apolos, y eran destinatarios de los dones de un apóstol. Sin embargo corrían peligro de ser juzgados seriamente. De hecho, en 1 Corintios 4:18-21, Pablo ya les estaba advirtiendo que, si fuera necesario, vendría con una vara y trataría con ellos.

El pueblo de Israel presenció muchos milagros de provisión por 40 años pero Dios no se agradó con ellos; el pueblo de Israel falló trágicamente en hacer que Dios fuera mas que un simple proveedor de las cosas materiales y temporales, sino también su fuente de vida celestial y eterna. El apóstol Pablo, entonces, trae esta historia a la iglesia de Corinto, y a nosotros también, para que podamos aprender de ella.