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Mis elecciones y sus consecuencias

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¿Vestido o pantalón?, ¿derecha o izquierda?, ¿tocino o huevos?… Todos los días, a toda hora se nos presentan circunstancias para elegir… En ocasiones sencillas y sin trascendencia: ¿helado de coco o de limón?… En tanto otras difíciles y determinantes: ¿obedezco o no obedezco?

Como mujeres a quienes Dios hizo en su soberanía con una interesante fluctuación de hormonas y de ánimo, y como vivientes en este mundo incoherente, nos resulta difícil elegir correctamente si no es por la dirección de su Espíritu. Pienso en el pasado y medito los muchos errores cometidos, ¡a cuántos arrastré conmigo a las consecuencias!, ¡cuánta vergüenza, dolor y pesar me hubiese ahorrado!; ¡cuánto me hubiese gustado llevarme del consejo oportuno! A pesar de esto, Dios lo ha usado para enseñarme a discernir en favor de mi vida y a la vez alertar a otras. Pero, mas que contar mi historia, te dejaré una de luz para todas.

Una mujer llegó cargada de gracia a una gran posición; gozaba de los múltiples beneficios que su puesto ofrecía. Un momento difícil llegó; a los ojos humanos convenía mejor mantenerse calladita y dejar las cosas pasar, elegir preservarse y ¡listo! … ¿la otra opción? pronunciarse y tomar el riesgo de perder su vida por beneficio de muchos. Sí, hablemos de Ester. Aprendamos de ella y su modelo de obediencia.

I. El escenario.

Se enviaron comunicados a todas las provincias del imperio mediante mensajeros veloces, con orden de matar, masacrar y aniquilar a todos los judíos —jóvenes y ancianos, incluso las mujeres y los niños— en un solo día. El plan estaba programado para el 7 de marzo del año siguiente. Las pertenencias de los judíos serían entregadas a los que los mataran (Ester 3:13 NTV).

Ester, judía, reina del Rey Jerjes y rodeada de bondades, ahora estaba llena de tristeza por los deseos del ególatra Amán, quien no pudo resistir la falta de pleitesía de Mardoqueo (primo y tutor de Ester) y dictó juicio sobre todo el pueblo judío.

II. La Y de la circunstancia.

Ante la situación Mardoqueo actuó:

Mardoqueo le entregó a Hatac una copia del decreto emitido en Susa, que ordenaba la muerte de todos los judíos. Le pidió a Hatac que se lo mostrara a Ester y le explicara la situación. También le pidió a Hatac que la exhortara a presentarse ante el rey para suplicarle compasión e interceder a favor de su pueblo (Ester 4:8 NTV).

A lo que Ester contestó:

«Todos los funcionarios del rey e incluso la gente de las provincias saben que cualquiera que se presenta ante el rey en el patio interior sin haber sido invitado está condenado a morir, a menos que el rey le extienda su cetro de oro. Y el rey no me ha llamado a su presencia en los últimos treinta días».
(Ester 4:11 NTV)

Wow!… ¿Y ahora qué hacer? A veces somos ligeras al leer los pasajes bíblicos, emitimos el juicio pronto (¡” qué cobarde es Ester!”), pero en vez de su nombre, coloquemos el tuyo o el mío ante una situación de aprieto como esta, de vida o muerte, ¿cómo responderías si no supieras cómo termina la historia? Ester no habló mentira, pero, si bien era cierto esto, no es menos cierto que tomamos en la mayoría de las veces la opción más rápida, que requiera mínimo esfuerzo, la de «menos dolor», la que no interrumpa mi vida de confort.  

III. La necesidad del consejo oportuno.

Si te quedas callada en un momento como este, el alivio y la liberación para los judíos surgirán de algún otro lado, pero tú y tus parientes morirán. «¿Quién sabe si no llegaste a ser reina precisamente para un momento como este?». (Ester 4:14 NTV)

Ester necesitó este electrochoque mental de Mardoqueo, estas palabras que, aunque dolorosas e incómodas, fueron eficientes para sacar a esta mujer de su órbita «segura». ¡Así actúa La Palabra en nosotras!

Nuestro entorno nos vende que resulta mejor enquistarnos en nuestro pecado, mantenernos firmes en nuestra propia opinión, resistirnos al llamado de obediencia a Cristo y su mandato, pero cuánto reposo y plenitud encuentra nuestra alma cuando respondemos al consejo sabio de nuestro Dios dictado en Las Escrituras, y la manera práctica que nuestras ancianas de la congregación con tanto amor nos dirigen; son los medios de gracia que Dios dispone para que nos vaya ¡BIEN!

IV. Determinación.

«Ve y reúne a todos los judíos que están en Susa y hagan ayuno por mí. No coman ni beban durante tres días, ni de noche ni de día; mis doncellas y yo haremos lo mismo. Entonces, aunque es contra la ley, entraré a ver al rey. Si tengo que morir, moriré». (Ester 4:16 NTV)

Una vez identificamos el camino correcto, no es sólo señalarlo, ¡es andarlo!, funciona como si tuviéramos un diagnóstico, necesitas el tratamiento correspondiente y tomarlo. Dejar a un lado el temor a perderlo todo, la vergüenza ante los demás, con tal de tomar la mano firme de Dios y ser valiente, sin desmayar, porque Él está ahí para nosotras (Josué 1:9).

Tal vez no nos toque un cuadro literal como el de Esther, pero cuántos panoramas vivimos que se debate nuestra vida para glorificar a Dios o no. Tendremos siempre un escenario donde nuestra fe, nuestra actitud, nuestras acciones, nuestros pensamientos se verán desafiados a creer o no; a reflejar la actitud de Cristo o no; a actuar como sus discípulas o no; a pensar sin responsabilidad o someternos a » todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo bello y todo lo admirable» (Fil. 4:8, NTV).

Tenemos seguridad en La Biblia y no tenemos excusa: Las tentaciones que enfrentan en su vida no son distintas de las que otros atraviesan. Y Dios es fiel; no permitirá que la tentación sea mayor de lo que puedan soportar. Cuando sean tentados, Él les mostrará una salida, para que puedan resistir. (1 Cor. 10:13, NTV)

Abortar o seguir; mentir o decir la verdad; mantener el rencor o perdonar; comer sin control o apelar al dominio propio; vivir inconforme o en contentamiento; seguir mis deseos carnales o negarme a mí misma… Elegir TODOS los días, EN TODAS las circunstancias la opción que Cristo tomaría, ¡siempre será LA MEJOR ELECCIÓN de una verdadera discípula!