Este domingo 26 julio 2019 en La IBI, el pastor Héctor Salcedo predicó el sermón #MéteteConTusHijos basado en Efesios 6:1-4. Este sermón fue predicado no solo en conmemoración del día del padre en la República Dominicana, pero también como respuesta al movimiento social #ConMisHijosNoTeMetas el cual surgió como la oposición de la iniciativa gubernamental de implementar una educación con enfoque de ideología de género en las escuelas.
Antes de iniciar, revisemos algunas estadísticas y saquemos nuestras propias conclusiones.
- En el 2009, la Universidad de Michiganpublicó un estudio que demostraba que, en promedio, niños de las edades de 2 a 5 años se pasan 32 horas a la semana frente a una televisión, ya sea viendo TV, un DVD, DVR o usando una consola de videojuegos.
- Niños de 6 a 11 años se pasan alrededor de 28 horas frente a una TV—97% de este tiempo se pasa viendo TV en vivo.
- 71% de niños de 8 a 18 años tienen televisores en sus habitaciones y, en 2 de 3 viviendas, la televisión usualmente está encendida durante las comidas.
- No existen reglas relacionadas a la televisión en 53% de las viviendas americanas con niños en bachillerato.
- Pew Research publicó en el 2018 que el 95% de los adolescentes tienen acceso a un celular “smart” y, de ese porcentaje, 45% dice que se pasan casi el día entero conectados a las redes—YouTube, Instagram y Snapchat siendo las redes más populares entre ellos.
- Las madres americanas estimaron que se pasan 15 horas con sus hijos a la semana en promedio, mientras que los padres se pasan solo 9 horas con ellos (Pew Research 2015).
En conclusión, por si no nos habíamos dado cuenta, el mundo se está metiendo con nuestros hijos hace tiempo, no en nuestras escuelas sino en nuestras mismas casas, bajo nuestra “autorización”, aprovechándose de nuestra “ingenuidad”, o “negligencia” o “comodidad”. Han entrado a nuestras casas y a las mentes de nuestros hijos, no sólo con la “ideología de género” que está tan presente en series, películas y hasta comerciales, sino que han introducido la violencia, el materialismo, la promiscuidad e impureza sexual—la ridiculización de la fe y de Dios, y la obsolescencia de la familia. Hermanos, el énfasis bíblico no es tanto que evitemos que otros se “metan” con nuestros hijos—aunque eso es importante. La Biblia es más enfática en decirnos a nosotros, los padres, que nos “metamos con ellos”. Creo firmemente que hijos con padres “metidos”—no metiches—no serán presa fácil para el mundo y sus ideologías.
¿Qué significa “meternos con nuestros hijos”? Efesios 6:1-4 nos puede responder esa pregunta bíblicamente—es un texto “insignia” en la crianza de nuestros hijos.
Tanto en Colosenses 3:18-25 como en Efesios 5:22-6:9, Pablo habla del efecto que debe producir el Evangelio en nuestras relaciones más cercanas. En el caso de Colosenses 3, esta porción viene luego de hablar de que hemos resucitado con Cristo (v.1) por tanto, hemos de poner la mirada en las cosas de arriba (v.2) porque hemos muerto (v.3) y, por este motivo, debemos considerarnos muertos al pecado (v.5) entonces, debemos revestirnos de todo aquello nuevo que Cristo provee (v.12). A partir del versículo 18, inicia su exhortación de que las mujeres estén sujetas a sus maridos (v.18), y los maridos que amen a sus mujeres (v.19), e hijos que obedezcan a sus padres (v. 20) y padres que se inviertan en sus hijos (v. 21) de una manera “que no se desalienten.”
En el caso de Efesios 6, la porción de cómo deben lucir las nuestras relaciones más cercanas luego de convertirnos viene inmediatamente después del mandato “sed llenos del Espíritu” (Efesios 5:18). En otras palabras, la presencia y llenura del Espíritu ha de producir un cambio en la forma como los esposos se tratan y como estos, a su vez, tratan a sus hijos. La crianza cristiana, hermanos, es una tarea profundamente espiritual; tu relación con Dios, tu cercanía a Él es determinante en la “calidad” de tu crianza. A partir de este texto me atrevería a decir que la condición más importante en la crianza de nuestros hijos es qué tan llenos estamos del Espíritu de Dios.
Dicho esto, ¿qué podemos aprender de Efesios 6:1-4 en cuanto a “meternos con nuestros hijos”?
- “Meternos” bíblicamente con nuestros hijos implica ejercer autoridad sobre ellos. Esto parece obvio, pero para la forma de pensar de nuestros días no lo es. Es claro que a partir de Efesios 6:1-3, a los hijos no se les pide, sino que se les manda a obedecer a sus padres. De hecho, no es un mandato arbitrario, sino que es explicado. Se les dan tres razones a los hijos para obedecer a los padres: “…porque esto es justo” (v.1), “…para que te vaya bien…” (v.3) y “…para que tengas larga vida sobre la tierra.” (v.3). Es interesante observar que cuando Dios manda a los hijos a obedecer, explica razones y da incentivos—qué buen principio para ejercer autoridad.
Dios ha puesto a los padres como autoridad sobre sus hijos. Cuando Dios establece 10 normas para regir una nación (Éxodo 20:3-17; Deuteronomio 5:6-21), la quinta tiene que ver con “honrar padre y madre”. En un sentido, nuestros hijos son nuestros “pares”, nuestros “iguales”, pero no debemos olvidar que nuestros hijos primero necesitan ser “guiados” no sólo “acompañados”. La “crianza democrática” no es bíblica y no es buena, a menos que por ella nos refiramos a ser sensibles a cómo se sienten nuestros hijos. - “Meternos” bíblicamente con nuestros hijos implica ejercer nuestra autoridad de manera firme y benevolente. Efesios 6:4 dice, “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en la disciplina e instrucción del Señor.” ¡Qué balance! Dios sabe que cuando un ser humano recibe autoridad, su principal tentación es a abusar de ella. Si bien es cierto que los padres son autoridad de sus hijos, también tienen la responsabilidad de tomar los sentimientos de sus hijos en cuenta.
Para el tiempo de Pablo, esto fue algo revolucionario. En la cultura romana, el padre tenía todo el derecho de hacer con su familia lo que le pareciera. Aquí, Pablo contradice la cultura del momento y les dice a los padres, “autoridad son, pero no abusen”.
Colosenses 3:21 ofrece una razón de por qué la autoridad de los padres debe ser ejercida de manera “benevolente y considerada”: “Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten.” En un ambiente de desaliento y desánimo, la obediencia no florece—por el contrario, ese es el perfecto caldo de cultivo para la rebeldía.
Ahora bien, ¡esto no es fácil! Lo más fácil es perder la paciencia y descargar nuestra ira contra aquellos que no tiene la fuerza ni los recursos para enfrentarnos. El ejercicio de una autoridad benevolente como padres requiere que nos parezcamos a Dios y eso sólo se consigue procurando Su presencia por medio de Su Palabra y teniendo una clara consciencia de que le necesitamos “para criar”.
También vamos a necesitar a mucha humildad porque nos vamos a equivocar a veces. Cuando eso ocurra, no hay forma de resolver esa equivocación que no sea pidiendo perdón a nuestros hijos por nuestro desvío porque no hay regalo material que “sane una herida emocional”. - “Meternos” bíblicamente con nuestros hijos implica entender que nuestra autoridad ha de estar al servicio de nuestro Señor. Nosotros no somos la autoridad última de nuestros hijos, sino Dios; ellos no nos pertenecen, sino a Dios. Nuestra autoridad es temporal con el propósito específico de “guiarlos a Dios”. El final de Efesios 6:4 dice, “…sino criadlos en la disciplina e instrucción del Señor.” Si bien es cierto que la formación académica es importante y necesaria, el foco principal de la crianza no es hacer a nuestros hijos productivos, sino enfocados en Dios. Resumiendo, el versículo 4b, diríamos que la tarea es “criar”, los formatos para llevar a cabo son la “disciplina e instrucción” y el contenido es “del Señor”.
¡Eso es “meternos” con nuestros hijos!“Meternos” bíblicamente con nuestros hijos implica ejercer autoridad sobre ellos, ejercer nuestra autoridad de manera firme y benevolente y entender que nuestra autoridad ha de estar al servicio de nuestro Señor.
Padres, si se han dado cuenta de no han hecho bien su labor, pidan perdón a Dios y a sus hijos. Hijos que fueron víctimas de padres autoritarios y no comprometidos, perdónenles. Esto es lo que la gracia que hemos recibido nos manda a hacer.