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Los primeros evangelistas (Lucas 2:8-20)

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Cada año, al llegar la época de la navidad, uno comienza a pensar en las personas que realmente la vivieron y hoy quiero hablar un poco sobre personas en las cuales normalmente no pensamos y que, sin embargo, fueron igual de importantes para Dios ya que Él se les manifestó y luego las presentó en la Biblia.  Es por esto por lo que debemos meditar sobre lo que Dios quiere que aprendamos de ellas.

Los pastores judíos que eran personas sencillas, sin mucha educación, no pertenecían a la clase social alta, ni tenían poder ni autoridad, sin embargo, aparte de María fueron las primeras personas que tuvieron una visitación por ángeles anunciando la llegada del Mesías.

Me llama mucho la atención que el rey del universo, Dios mismo encarnado, no se le presentó a las personas consideradas como las más importantes en el mundo demostrando de esta manera que en la economía de Dios los últimos serán los primeros (Mateo 16:16) y sus pensamientos y caminos no son los nuestros (Isaías 55:8-9).

Estaban en Belén trabajando durante las vigilias en una noche ordinaria, cuando de repente aparece un ángel y la gloria del Señor los rodeó de resplandor, y tuvieron gran temor.  En un desierto en medio de la noche, la oscuridad debe ser aplastante y el hecho de que el ángel se aparece de la nada me trae a la mente como nuestro pecado también es aplastante y si no fuera porque Jesús se apareció “de la nada” cada una de nosotras seguiríamos viviendo en esta oscuridad.  Entiendo que cualquiera se asustaría cuando se aparece un ángel en medio de la oscuridad, pero creo que el gran temor no fue por el ángel sino por la gloria “Shekinah” que los rodeaba. Isaías tuvo la misma reacción al ver la orla del manto del Señor cuando llenaba el templo y gritó “¡Ay de mí! Porque perdido estoy” (Isaías 6:1-5).

La gloria de Dios es traumática para nosotros por el contraste de Su santidad con nuestra pecaminosidad y por eso Dios dijo a Moisés que “nadie puede verme, y vivir” (Éxodo 33:20). Sin embargo, el ángel les dijo “No temáis, porque he aquí, os traigo buenas nuevas de gran gozo que serán para todo el pueblo;” Aquel que quitaría el temor ha nacido, el amor encarnado (1 Juan 4:16) que morirá por nuestros pecados pagando nuestra deuda que aliviará nuestro temor (1 Juan 4:18). ¿Notan a quien les quitará el temor?, ¿a todo el pueblo?, ¡No a todo el mundo, sino al pueblo de Dios!  “Y de repente apareció con el ángel una multitud de los ejércitos celestiales, alabando a Dios y diciendo: Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres en quienes Él se complace.” (Lucas 2:13-14) Él nos trajo la paz primero con Dios y esta relación personal con Él, nos transforma en aquellos “que procuran la paz” (Mateo 5:9). Ser creyente no nos quita los problemas, sino que los aumenta, porque Jesús mismo nos dijo en Juan 15:18 “Si el mundo os odia, sabéis que me ha odiado a mí antes que a vosotros.” La guerra espiritual sigue y ahora que estamos caminando con Dios, tendremos aún más tribulaciones, sin embargo, tendremos la paz interna porque Cristo ha vencido el mundo (Juan 16:33). El tener paz en medio de tribulaciones solamente viene de Cristo (Juan 14:27).

Y ¿qué hicieron los pastores?  “Fueron a toda prisa, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre.” (Lucas 2:16).  No fue suficiente para saber que Él Mesías había llegado, sino que querían conocerle personalmente y eso cambió sus vidas.  Es imposible tener un encuentro personal con Cristo y quedarse igual porque “las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17). Y vemos que ellos salieron del establo y “se volvieron, glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, tal como se les había dicho.” (Lucas 2:20). Un encuentro con la gloria de Dios los convirtió en evangelistas. Lo único necesario para compartir a Cristo con otros es una relación personal con Él; ni educación, estatus social, ni elocuencia son necesarios. Ellos, igual que Pedro y Juan en Hechos 4 no podían dejar de decir lo que habían visto y oído.

Y ahora, algunas preguntas para nosotras, ¿hemos cambiado después de conocer a Cristo? ¿Nuestras vidas demuestran que Jesús nos ha cambiado y nuestra meta ahora es vivir para Él? ¿Estamos enfrentando los problemas como pacificadoras?

Los pastores no tenían la historia completa, no entendían lo que Cristo hará por nosotros sin embargo no fue necesario porque creían en lo que el ángel les reveló… este bebé traería la paz y es lo único que nosotras necesitamos también.