Con esta tercera y última prédica el Pastor Héctor Salcedo concluyó hoy su serie titulada Lo Viejo Pasó, Lo Nuevo Llegó, basada en Efesios 4:17-32, cuyo tema principal es la nueva vida en Cristo.
La primera prédica fue sobre el versículo 17, que trata acerca del llamado del Apóstol Pablo para que andemos diferentes al resto de las personas del mundo. Ser diferentes a como éramos antes de ser cristianos, que andábamos en la vanidad de nuestras mentes, ya que el venir a Cristo se trata de una transformación del carácter, con una nueva naturaleza, una naturaleza espiritual.
El segundo mensaje fue basado en los versículos del 20 al 24, donde Pablo nos manda a dejar atrás el hombre viejo que está viciado, aprender de Cristo y no vivir como antes. Adoptando la nueva naturaleza creada en el poder de Dios para justicia y santidad, y renovarnos constantemente en el espíritu de nuestra mente.
Hoy el Pastor Salcedo concluyó su serie con los versículos del 25 al 32, los cuales nos manda a cuidarnos de los pecados practicados por los paganos. Cuidarnos de no practicar la mentira, el robo, de la ira y pasiones desenfrenadas, no dar lugar al diablo, al contrario debemos resistirlo no consintiendo el pecado. Los cristianos debemos cuidar la manera de hablar, procurando la bendición de Dios y animar y advertir a otros con lo que digan. En estos versos Pablo nos indica la forma de comportarnos, inclusive con nuestras reacciones frente a situaciones con otros hermanos. Nos indica que debemos ser benignos, misericordiosos, perdonándonos unos a otros, como Dios también nos perdonó en Cristo.
Esta es la manera como debemos comportarnos. Esa debe ser la reacción de nuestra forma de vivir por haber nacido de nuevo, por ser un nuevo hombre, con una naturaleza nueva.
En estos pasajes encontramos tres principios generales básicos, los cuales son:
1.- La verdad cristiana debe ser vivida, debe ser aplicada a mi vida. El que escucha la Palabra de Dios y no la aplica a su vida, se engaña a sí mismo. Mi vida debe ser transformada por las verdades que conozco a través de la Palabra de Dios. El cristianismo no es moralismo, es un interior transformado que genera una nueva conducta. La conducta nueva es un resultado de mi transformación. Mi relación con Dios produce cambios en todas las áreas de mi vida, porque pone en mí una nueva naturaleza.
2.- La transformación de mi vida que el Evangelio debe producir es de un extremo a otro. A partir de mi conversión, y de nacer de nuevo, comienza el proceso de transformación, el proceso de santificación. Este proceso, además de rechazar el pecado, cultiva la virtud. Si la práctica del pecado no la sustituyo por la virtud, no tengo el gozo de lo virtuoso y podría caer nuevamente en el pecado.
3.- Estas cosas que nos indica Pablo requieren de nuestro esfuerzo. Requiere de aplicar disciplina en nuestras vidas, además de la oración. Es un asunto de tomar la decisión de comportarme diferente, de hacer el esfuerzo diario de combatir las tentaciones del pecado. El vigor espiritual para dejar lo viejo atrás lo tenemos a través del Espíritu Santo que mora en nosotros.
¿ Cómo podemos hacer estos cambios en nuestras vidas ? A través del conocimiento, estudiando y profundizando en la Palabra. También a través del razonamiento, reconociendo mi orgullo, rebeldía y desobediencia, que no permite entregar esas áreas a Dios, y preferimos seguir viviendo en la esclavitud del pecado.
Que Dios nos bendiga.