Jesús le respondió: «Si tú conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: “Dame de beber”, tú le habrías pedido a Él, y Él te hubiera dado agua viva». Ella le dijo*: «Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva? ¿Acaso eres Tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo del cual bebió él mismo, y sus hijos, y sus ganados?» (Juan 4:10-12).
¿Quién es Jesús? Esa es una pregunta que se ha hecho millones de veces. Ahora bien, si alguien te hace esta pregunta, ¿podrías responder con convicción y lo que dice la Biblia, o vas a titubear sin saber qué decir?
Jesús le hizo esta misma pregunta a sus discípulos en Mateo 16:13-16, no porque necesitaba la información, sino para asegurarse de que ellos podrían responder esa pregunta que le harían frecuentemente en sus vidas, como a ti y a mi. Ahora bien, ¿realmente importa mi respuesta? ¿Importa que pueda responder con una fuerte convicción o puedo simplemente decir que es el hijo de Dios y ya está? ¡Claro que importa! Debido al impacto de la vida única de Jesús, conocer quién es Él es de vital importancia aún para el no creyente. Y si crees en Él, es de mayor valor, pues tu debes haber experimentado grandes cosas al saber quién es Él.
No puedo amar a quien no conozco, no puedo seguir a quien no conozco, nos es imposible dejarnos liderar por quien no conocemos… ¡Necesitamos conocer a Jesús! Porque conocerlo impacta nuestro carácter, nuestro estilo de vida y nuestras decisiones.
Veamos un poco el contexto del texto base de este artículo (Juan 4:10-12) para poder entenderlo mejor: el Capítulo 4 de Juan inicia con un “por tanto,” lo que quiere decir que es una continuación de lo que se está explicando anteriormente. Y es que el ministerio de Juan El Bautista y el de Jesús, se solaparon por un tiempo y fue necesario que Juan El Bautista ayudara a sus seguidores a entender que el ministerio de Jesús debía aumentar y el suyo disminuir, y lo hace con la hermosa ilustración de como un padrino de bodas ayuda a un novio y se goza completamente en servirle. Esto para explicar la superioridad de Cristo, ya que Él está por encima de todo. Y el inicio del capítulo 4 es como la inauguración del ministerio de Jesús que traspasó fronteras judías para llegar a los samaritanos y los gentiles. Los samaritanos son el resultado de matrimonio mixto de israelitas con paganos que vivían al norte de Judea y eran considerados como un pueblo contaminado que recibía constante hostilidad.
El hecho de que Jesús tuviera que pasar por Samaria (v. 4) resulta geográfica y teológicamente relevante. Con respecto a la geografía, cruzar por allí era la distancia más corta entre Judea y Galilea. Jesús se sentó junto a un pozo. Por lo general, estos se ubicaban fuera del pueblo, junto al camino principal. Lo típico era que las mujeres sacaran agua por la mañana y por la tarde. La samaritana debía ser una marginada social, ya que fue al pozo en pleno calor del día, cuando otros no habrían querido hacerlo.
Fue allí donde Jesús descansó de Su agotamiento, y el hecho de que reposara demuestra Su verdadera humanidad (4:7-10). A la mujer le llamó la atención que un hombre judío le pidiera de beber (v. 7) y es increíble cómo Jesús llevó rápidamente la conversación a los asuntos espirituales y la cuestión de la vida eterna. Pero lo más glorioso de esta conversación es cuando Él le dice: «Si tú conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: “Dame de beber”, tú le habrías pedido a Él, y Él te hubiera dado agua viva».
JESÚS ES DIOS
Al mundo no le importa que Jesús exista, pero generalmente está de acuerdo con la persona de Jesús. No solamente es bien conocido en la cultura general, sino que también es grandemente admirado. Hoy por hoy, una búsqueda en Google sobre la palabra Jesús genera aproximadamente 1,680,000,000 (mil seiscientos ochenta millones de resultado en tan solo 0.65 segundos). Y aunque sería imposible leerlas todas, estoy segura de que un gran número de éstas proviene de personas que no se consideran cristianas, pero que consideran que vale la pena estudiar y aprender sobre Su persona.
Sin embargo, lo que ellos no aceptan, es que Jesús es Dios, porque de ser cierto, Él ya no es una simple figura histórica que hacía el bien, hablaba sabiduría y era amable. Si Jesús es Dios, deja de ser simplemente un gran maestro de la moral y se convierte en Alguien que tiene toda autoridad y poder, Alguien a quien toda la humanidad tendrá que dar cuenta. y eso es lo que menos queremos hacer hoy en día. Nuestra cultura actual quiere darle el poder de tomar decisiones trascendentales a un niño de 8 años aún por encima de sus padres, porque no queremos autoridad, no queremos someternos.
Sin embargo, en la Biblia tenemos suficientes referencias para creer y aceptar que Jesús es Dios y que la Trinidad existe, a tal punto, que no creer en esto invalida por completo el evangelio, tales como Juan 1:1, Juan 1:18, Juan 20:28, Tito 2:13, Hebreos1:8, y la lista es interminable.
“Dios” no es siempre una referencia al Hijo en particular, pero el Hijo siempre es Dios, pero la evidencia de la divinidad de Jesús no se limita a estos ejemplos en los que es identificado explícitamente como Dios. Robert Bowman y Ed Komoszewski, Putting Jesus in His Place: The Case for the Deity of Christ dicen:
Jesús merece los honores que son solo de Dios
Jesús comparte los atributos que solo Dios posee
Jesús recibe nombres que solo pueden ser dados a Dios
Jesús realiza hechos que solo Dios puede realizar
Jesús posee un lugar en el trono de Dios
Jesús es Dios…y punto. Él es Dios. «Dios fue manifestado en la carne» (1ra Timoteo 3:16). Si no fuera así toda la estructura cristiana se desmorona. Pero si es así – y sin duda es así.
JESÚS COMO HOMBRE
Si alguna vez has tenido dificultad para que dos personas se pongan de acuerdo de donde ir a cenar, imagínate la tarea que le esperaba a cientos de obispos obstinados de cada rincón del mundo conocido en el siglo V de la era cristiana, tratando de ponerse de acuerdo sobre cómo explicar de la mejor manera quién es Jesús. Los primeros cuatrocientos años de la historia cristiana después del regreso de Jesús al cielo, muchos se dedicaron en gran manera a resolver las controversias relacionadas con Su naturaleza e identidad. Surgieron herejías, que atrajeron adeptos y ganaron fuerza. Un grupo dijo que Jesús era Dios, pero no hombre. Otro grupo dijo que Él era hombre, pero no Dios. Mientras otros insistieron en que Él se encontraba en algún lugar en el medio. Era inquietante. Confuso. Y crucial, ya que como vimos, si Jesús no es Dios, Él no tiene poder ni autoridad para salvarnos, y si Jesús no es humano, el sacrificio de Su muerte y triunfo de Su resurrección pierde su significado. Toda nuestra esperanza de eternidad necesita que Él sea ambas cosas. Él tiene que ser ambas, de otro modo no seremos salvos.
Para abordar una controversia tan importante como ésta, los líderes de las iglesias comenzaron a reunirse en una serie de concilios mundiales. El cuarto de estos, se llevó a cabo en la ciudad de Calcedonia (lo que hoy es Turquía); los líderes religiosos reunidos elaboraron un credo apoyado en estos cuatro pilares fundamentales:
Cristo es completamente Dios,
Cristo es completamente humano,
Su naturaleza divina y humana no son lo mismo,
Su naturaleza divina y humana están completamente unidas en una misma persona.
Por supuesto, ningún concilio podría explicar exactamente cómo Dios hacía todo esto.
Pero puedo resumírtelo en esto:
Jesús es cien por ciento Dios, cien por ciento humano. No dos seres diferentes; más bien es un ser en tres personas.
El misterio de la naturaleza única de Jesús es algo con lo que aún debemos lidiar cuando lo encontramos en las Escrituras. Por ejemplo, le vemos en la boda de Caná, como un invitado más, excepto en algo en particular: Él podía convertir el agua en vino. Le vemos lo suficientemente cansado como para quedarse dormido en la parte más baja de un bote en el mar de Galilea, sin embargo, al despertarse silenció la tormenta con una sola palabra. Su humanidad le hace dispuesto para salvarnos. Su divinidad hace posible que Él sea capaz de salvarnos. Dispuesto, Capaz: ¡Jesús!
Como hemos podido ver, Jesús es una persona muy específica en quien podemos creer y confiar ciegamente. Él vivió una vida extraordinaria:
Nunca escribió un libro, pero es el eje central del libro más vendido del mundo.
Nunca escribió una canción, pero miles de canciones han sido escritas sobre Él.
Nunca viajó ni 100 millas del lugar donde nació, pero ha impactado millones de vidas en todo el globo terráqueo no tuvo acceso a RRSS ni internet, y es la persona que más influencia ha tenido sobre otros, que millones le sirven alrededor del mundo y millones de testimonios hay de Su poder, aun estando a la diestra del Padre.
Jesús es Rey, Salvador, Redentor, Príncipe de Paz… y digo es, en presente, porque ¡Él está vivo! La tumba no pudo retenerlo porque Su propósito era morir en sustitución tuya y mía, resucitar y ascender a la Diestra del Padre para interceder por nosotras hasta el día que regrese por Su Pueblo a culminar la Restauración.
¡ESE ES JESÚS!
Mi hermana amada, esto debes grabar en tu mente y corazón. Su vida, sacrificio, amor son únicos y eso es TODO lo que necesitas. Más allá de lo que dice tu autora favorita, predicador favorito o un comentario bíblico. Éste es el Jesús que puedes conocer en tu Biblia. Y conocerle, mi hermana, es glorioso, conocerle es lo que verdaderamente te dará felicidad plena. No necesitas un buen trabajo, un carro, viajar, un esposo que te ame… Tus inseguridades, tristezas e insatisfacciones solo serán saciadas en la persona de Jesús. TODO lo demás es una cisterna rota que no te saciará.
¡Conoce, admira, desea y mira a Cristo, únicamente a Él!