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La virtud de la modestia 

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Desde pequeñas hemos escuchado que la primera impresión es la que cuenta. Nos han dicho que la forma en que nos vemos influye en cómo nos perciben los demás. Y aunque sabemos que la belleza externa es pasajera, ¿cuántas veces nos hemos preocupado por nuestra apariencia, por encajar en ciertos estándares o por la opinión de otros? 

¿Te ha pasado que eliges tu ropa pensando más en la aprobación de otros que en lo que agrada a Dios? ¿Has sentido la presión de seguir las tendencias de la moda para no quedarte «atrás»? ¿Te has preguntado si tu forma de vestir refleja realmente a Cristo en tu vida? 

El mundo nos empuja constantemente a enfocarnos en lo externo, en lo visible, en lo que llama la atención. Pero la Palabra de Dios nos recuerda que la verdadera belleza no se encuentra en la moda ni en las apariencias, sino en un corazón alineado con Su voluntad. En 1 Timoteo 2:9-10, el apóstol Pablo nos exhorta a vestirnos con modestia, no solo en nuestra ropa, sino en nuestra actitud y carácter. 

La modestia: una cuestión del corazón 

Vivimos en una cultura que exalta la imagen y nos dice que nuestra apariencia define quiénes somos. Sin embargo, Dios nos llama a algo más profundo. 

1 Timoteo 2:9-10 nos invita a vestirnos con «pudor y modestia», pero esto va más allá de la ropa. Se trata de un corazón que refleje la belleza de Cristo antes que la nuestra. De igual manera, 1 Pedro 3:3-4 refuerza esta idea, recordándonos que el verdadero adorno de una mujer piadosa no es externo, sino «un espíritu tierno y sereno», algo que Dios valora profundamente. 

Esto no significa que debamos descuidarnos o evitar todo lo bello. Dios es el creador de la hermosura y nos diseñó con el deseo de reflejarla. El problema surge cuando lo externo se vuelve nuestra prioridad y desplazamos a Dios del centro de nuestra identidad. 

Debemos buscar un equilibrio sano, reflejando la belleza de Cristo sin dejarnos atrapar por la vanidad. 

El propósito de la modestia: reflejar a Cristo 

Cuando comprendemos que fuimos creadas para glorificar a Dios en todo (incluyendo nuestra apariencia), dejamos de vestirnos para impresionar y comenzamos a reflejar a Cristo en nuestra vida diaria. 1 Corintios 10:31 nos recuerda que todo lo que hacemos, incluso la forma en que nos vestimos debe ser para la gloria de Dios. 

La modestia también es un acto de amor. En Lucas 17:1-2, Jesús advierte sobre la importancia de no ser tropiezo para otros. Vestirnos con discreción no solo honra a Dios, sino que también muestra respeto por quienes nos rodean. Además, nos ayuda a cultivar el dominio propio (Gálatas 5:22-23), una virtud que nos permite vivir con sabiduría en un mundo que constantemente nos dice que debemos «mostrar más». 

Vestirnos con modestia no significa escondernos; significa reflejar la belleza de Cristo en nosotras. 

Caminando en modestia 

Ahora que entendemos el corazón detrás de la modestia, la pregunta es: ¿Cómo la vivimos en el día a día? Aquí algunas preguntas para reflexionar: 

  • ¿Elijo mi ropa pensando en glorificar a Dios o en recibir la aprobación de otros? 
  • ¿Me sentiría cómoda usando esta ropa si estuviera en la presencia de Jesús? 
  • ¿Estoy invirtiendo más tiempo y recursos en mi apariencia externa que en mi crecimiento espiritual? 

La modestia no significa renunciar a la belleza, sino redescubrirla desde la perspectiva de Dios. Podemos vestirnos bien, cuidarnos y arreglarnos, pero siempre con un corazón que busque reflejar Su carácter. 

La verdadera belleza está en Cristo 

Al final del día, la belleza que realmente importa no es la que refleja el espejo, sino la que refleja nuestro corazón. 2 Corintios 3:18 dice que somos transformadas a la imagen de Cristo cuando fijamos nuestra mirada en Él. 

La modestia no es una restricción, sino un privilegio. Nos permite vivir con libertad, sin la carga de la aprobación del mundo, sabiendo que nuestra identidad y valor están firmemente anclados en Cristo. 

Así que la próxima vez que vayas a elegir qué ponerte, recuerda esta verdad: lo que brilla más no es la ropa que llevas, sino la luz de Cristo reflejada en ti. 

Viviendo la modestia con intencionalidad 

Te animo a dar un paso más allá de la reflexión y llevar esto a la práctica en tu vida diaria. Toma unos minutos para examinar tu corazón delante de Dios y pregúntate: 

  • ¿Estoy buscando glorificar a Dios en mi forma de vestir o persiguiendo la aprobación de otros? 
  • ¿Mi vestimenta y actitud reflejan un corazón alineado con la modestia bíblica? 
  • ¿Qué ajustes puedo hacer para que mi apariencia externa sea un reflejo de la belleza interna que Dios quiere desarrollar en mí? 

Dios nos llama a vivir de manera diferente, no por imposición, sino por amor a Él. Hoy es un buen día para pedirle que transforme nuestro concepto de belleza y nos ayude a reflejar Su gloria en todo lo que hacemos, incluso en nuestra vestimenta. 

Que nuestra mayor belleza sea la de un corazón rendido a Cristo. 

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Jenny Thompson de Logroño
Hija de Dios por Su gracia y misericordia. Casada con el pastor Reynaldo Logroño y madre de Celso, Sebastián y Reynaldo. Licenciada en Administración de Empresas con más de 14 años de experiencia en el sector escolar. Miembro de la Iglesia Bautista Internacional desde al año 2007, diaconisa y directora del Ministerio de Escuela Bíblica Dominical y además es parte del cuerpo de consejeros y del equipo del Ministerio de mujeres Ezer.