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La Teología De La Cruz – Pastor Sugel Michelén

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Hoy ha sido invitado a predicar en la IBI el pastor Sugel Michelen, quien trajo el mensaje La Teología De La Cruz, basado en la primera carta del apóstol Pablo a los Corintios, capítulo 1, versículos del 17 al 25. 

Recordamos que esta primera carta del apóstol Pablo a los Corintios tiene el propósito de reprender la conducta desordenada de muchos, y para aconsejar acerca de algunos puntos sobre los que los Corintios solicitaron su juicio, de modo que el alcance era doble:

1.- Aplicar remedios apropiados a los desórdenes y abusos que prevalecían entre ellos.

2.- Dar respuespuesa satisfactoria a todos los puntos sobre los cuales deseaban de su consejo.

El apóstol expone la verdad y la voluntad de Dios acerca de diversas materias con gran fuerza argumentativa y animado estilo. En estos versículos expone la doctrina del Salvador crucificado, que promueve la gloria de Dios.

Pablo había sido criado en el saber judío; pero la clara predicación de Jesús crucificado era más poderosa que toda la oratoria y filosofía del mundo pagano. Esta es la suma y la sustancia del evangelio. Cristo crucificado es el fundamento de todas nuestras esperanzas, la fuente de todo nuestro gozo. Nosotros vivimos por su muerte. La predicación de la salvación de los pecadores perdidos por los sufrimientos y la muerte del Hijo de Dios, si se explica y aplica fielmente, parece locura para los que van por el camino de la destrucción. El sensual, el codicioso, el ambicioso, el orgulloso, por igual, ven que el evangelio se opone a sus empresas preferidas. Pero los que reciben el evangelio, y son iluminados por el Espíritu de Dios, ven más de la sabiduría y el poder de Dios en la doctrina de Cristo crucificado, que en todas sus otras obras. Dios dejó a una gran parte de humanidad librada a seguir los dictados de la razón jactanciosa del hombre, y el hecho ha demostrado que la sabiduría humana es necedad, e incapaz de encontrar o retener el conocimiento de Dios como Creador. Agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación. Por la locura de la predicación, no por lo que justamente podría llamarse predicación loca, sino que la cosa predicada era locura para los hombres sabios según el mundo. El evangelio siempre fue, y será necedad para todos los que van por el camino de la destrucción. El mensaje de la cruz, entregado con sencillez, ha sido siempre una piedra de toque por la cual los hombres pueden saber por qué camino viajan. Pero la despreciada doctrina de la salvación por fe en el Salvador crucificado, Dios en naturaleza humana que compra a la iglesia con su sangre, para salvar a multitudes, a todos los que creen, de la ignorancia, el engaño y el vicio, ha sido bendecida en toda época. Los instrumentos más débiles que Dios usa, son más fuertes en sus efectos que los hombres más fuertes. No se trata que haya necedad o debilidad en Dios, sino que lo que los hombres consieran tales, superan toda su admirada sabiduría y poder.

Dios ha decidido que nadie sea salvado por medio de grandes conocimientos científicos, sino por el acto sencillo y ordinario de la predicación de Su Palabra. Sustituir la predicación del evangelio no podrá llevar a nadie arrepentido a los piés de Cristo. No venimos a la iglesia a escuchar un mensaje positivo y que nos haga descansar del estress, venimos a la iglesia a escuchar el mensaje de Dios, de Cristo crucificado, cuya muerte fue utilizada para nuestra salvación.

La teología de la cruz no solo transforma nuestra perspectiva de la vida, sino también transforma nuestra perspectiva del amor de Dios. El amor de Dios es diferente al amor que nosotros los humanos conocemos. Dios no se mueve por aquello que le parece atractivo, sino al contrario, se motiva por aquellas cosas que le parecen desagradables, para trabajar en nosotros y convertirnos en agradable. Dios escoge lo repulsivo para hacerlo puro y santo, para transformarlo. El amor de Dios nunca cambia, nunca falla. Su amor es soberano. Ha determinado no dejarnos igual a como nos encontró.

Muchas veces el amor de Dios se econde detrás del dolor y la aflicción. Muchos aspectos de nuestro carácter no son parecidos a Cristo, por lo que Dios utiliza el martillo y el cincel para tallar dolorosamente  en nosotros para moldear nuestro carácter y que cuando lleguemos a gloria seamos más parecidos a Cristo. Así que el dolor y la aflicción son obras de Dios para hacernos bien, para hacernos más parecidos a Cristo. El sufrimiento nos lleva a lo más bajo, destruye nuestro orgullo para llevarnos a confiar más en Dios.  Este sufrimiento que vivimos es parte del poder de Dios para santificarnos.

La teología del creyente es la teología de la cruz. Dios nos debilita para fortalecernos. Murió en la cruz en debilidad para darnos vida. 

Padre celestial, fortalece nuestra fe. Que tu sacrificio en la cruz podamos verlo como un ejemplo de amor por cada uno de nosotros. Gracias por Tu misericordia.

Bendiciones.

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