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La Resurrección: Piedra de tropiezo

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En celebración de este domingo de resurrección, el pastor Miguel Núñez predicó el sermón “La Resurrección como piedra de tropiezo” basado en Hechos 17:22-34.

Estamos más acostumbrados a escuchar acerca de la cruz como una piedra de tropiezo o como roca de escándalo (1 Pedro 2:8). Sin embargo, en la resurrección de Jesús son muchos los que han tropezado y siguen tropezando (Lucas 24:11; Marcos 16:11). Es con esto en mente que analizaremos el sermón de Pablo en el areópago de Atenas en su segundo viaje misionero. Al proclamar el evangelio en ese viaje hubo tres reacciones al escuchar de la resurrección: burla; incredulidad; y los pocos que llegaron a creer (Mateo 16:21; Mateo 17:22-23; Mateo 20:17-19).

Creer en la resurrección no solo requiere una obra de iluminación de la mente de parte del Espíritu Santo, sino que también requiere que entendamos las 4 etapas que resumen la teología de toda la Biblia. Con eso, veamos el mensaje de Pablo ante el areópago mejor entender esas cuatro etapas.

En la primera etapa, la creación, todo fue bueno en gran manera; hasta ese momento, la muerte no formaba parte de la humanidad. En el texto, Pablo declara que Dios es Señor del cielo y de la tierra. Ese Dios no puede ser contenido en un templo porque su infinidad lo llena todo; es auto-existente y auto-suficiente. Pablo hace referencia a este hecho porque era común en la antigüedad el servir comidas y frutas a los dioses como una forma de honrarlos y alimentarlos. El Dios a quien nosotros servimos tiene en Sí mismo el poder de existir y por tanto tiene el poder de dar vida a todo lo que existe (v.25).

Después de la creación, hubo una caída—la segunda etapa de la teología bíblica. Aunque Pablo no habla específicamente de la caída del hombre, sí nos deja ver esa etapa implícitamente. Cuando Adán cae, el hombre se pierde.  En su perdición, ese hombre estaba en necesidad de encontrarse con Dios. Ciertamente, Dios no está lejos de ninguno de nosotros porque él se ha revelado en la conciencia del hombre y se ha revelado en su propia creación (Romanos 1:19-21).

Pablo después comienza a hablar de la tercera etapa, la redención (v.30-31). Pablo supo cómo confrontar a esta población religiosa: primero con su ignorancia al hablarles de que ellos adoraban a un dios desconocido, mientras que Pablo proclamaba a ese Dios que ellos desconocían quien es Creador del cielo y de la tierra. Luego Pablo les habla de que estaban perdidos y que necesitaban buscar de ese Dios (v.27) y arrepentirse ya que hay un juicio que Dios ha establecido para todo el mundo conforme a su justicia (v.30-31). De hecho, Pablo les dice que por un tiempo Dios pasó por alto sus pecados en los tiempos de ignorancia, pero que ahora Dios ha declarado en todas partes la necesidad que los hombres tienen de arrepentimiento antes de que el juicio final ocurra.

Finalmente, Pablo aborda someramente la cuarta etapa—la glorificación—cuando menciona la resurrección de los muertos. En cierta medida la resurrección de Cristo dio inicio a la etapa de la glorificación porque es la resurrección de Cristo que apunta y garantiza la resurrección de aquellos que hemos muerto en él. Pero inmediatamente vemos la incredulidad de parte de los atenienses en la resurrección. La audiencia escuchó a Pablo con cierto interés mientras que les hablaba del Dios creador, sustentador y auto-existente, en quien nosotros vivimos, nos movemos y existimos; pero cuando les habló de la resurrección, algunos se burlaron, otros lo obviaron, y pocos creyeron.

La resurrección es crucial para la fe cristiana; sin resurrección, sería es una falsedad (1 Pedro 1:304; 1 Corintios 15:17-19). De ahí el interés de desacreditar la resurrección porque si dejas de creer en la resurrección, todo el árbol de la fe cristiana se viene abajo, pero no han podido hacerlo en dos mil años de historia. Nosotros no vivimos a la luz de lo que se conocía el viernes en la noche de aquel día; sino a la luz de la resurrección del domingo. La resurrección prueba que la verdad siempre prevalece sobre la mentira. Dos mil años después de la resurrección de Cristo, la fe cristiana hoy es mas fuerte y mas grande que en cualquier otro siglo.

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