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La redención: de judíos a gentiles

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Este domingo, el pastor Miguel Núñez predicó el sermón La redención: de judíos a gentiles basado en Hechos 13:42-52, como una continuación a la serie Hasta los confines de la tierra.

En este pasaje, vemos la reacción de la audiencia que fue expuesta a la Palabra de Dios con el sermón de Pablo en Antioquía. Es evidente que Pablo predicó bajo la unción del Espíritu de Dios ya que Hechos 13:42 afirma que la gente les rogaba tanto a Pablo como a Bernabé que se reunieron de nuevo durante el próximo día de reposo para que volvieran a predicar. El hambre por la palabra es el fruto del obrar del Espíritu de Dios y es el estado natural de aquel que ha nacido de nuevo, ha escuchado la voz de Dios y está caminando en el Espíritu de Dios.

Pero el hambre por la palabra en ese grupo era tal, que no pudieron ni siquiera esperar al próximo día de reposo, sino que siguieron a Pablo y a Bernabé para que ellos continuarán hablando de las verdades que acababan de escuchar (Hechos 13:43). Casi toda la ciudad, ambos judíos y gentiles que habían comenzado a seguir al Dios de Israel, se reunió para escuchar La palabra del Señor (Hechos 13:44). El Señor estaba obrando en este lugar.

Pero cuando seguimos leyendo, vemos que, como con la expansión de la fe cristiana, surgió también una oposición. Uno de los grandes misterios de Dios es que, Él, siendo soberano y omnipotente, permite que el movimiento cristiano crezca en medio de oposición. 

Muchos creyeron y tenían hambre por la palabra, pero los judíos, dice Lucas, vieron el tamaño de la muchedumbre y se llenaron de celo. No hay nada que cause más celo que ver a otros tener éxito. Esta gente estaba tan airada que blasfemaron contra Dios; probablemente contra el Hijo más que contra el Padre.

Pero ni Pablo ni de Bernabé sintieron intimidación por la crítica ya que ellos fueron enviados por el Espíritu, habiendo sido llenados por el Espíritu (Hechos 13:46-47). Reaccionaron con valor porque el temor es el fruto de la carne, pero el valor es el fruto del Espíritu. Al igual, el temor es el fruto de ver las circunstancias, pero el valor es el fruto de ver al Dios que controla las circunstancias.

Pablo explica que, por diseño de Dios, era necesario predicar la palabra de Dios a ellos, los judíos, primero porque yo eran los descendientes directos de la promesa hecha a Abraham. Sin embargo, ya que rechazaron la Palabra, de ahí en adelante fueron a predicarle a los gentiles. El rechazo del pueblo judío hizo natural que Dios quisiera llevar el mensaje a otros que aún no lo habían escuchado. Es cierto que Dios lo había decidido de ante manos que así ocurriera, pero hubo un factor humano que jugó un rol en la decisión.

El segundo sábado de Pablo estar en aquella localidad el día de reposo, fue para ellos (Hechos 13:48). En esa ocasión había gentiles y judíos presentes que escucharon el evangelio, pero quienes respondieron fueron los gentiles. Los que creyeron, no creyeron debido a la oratoria o brillantez de la apologética de Pablo, sino debido al poder de Dios puesto en operación para traer a la fe a todo aquel que ya Él había elegido desde la eternidad pasada. 

El texto no dice que aquellos que creyeron, fueron ordenados a vida eterna; sino “que los que habían sido ordenados a vida eterna previamente, esos fueron los que creyeron.

La palabra del Señor se difundía por toda la región; eso indica un avivamiento. Pero como siempre ocurre, hubo oposición otra vez. En esta ocasión la oposición vino de parte de mujeres piadosas y distinguidas y de los hombres más prominentes de la ciudad. Instigaron a hombres y mujeres, provocaron, persiguieron y expulsaron a Pablo y a Bernabé. Dios podía evitar que estas cosas ocurrieran, pero no lo hizo. La iglesia que se forma bajo presión, persecución y hostigamiento es una iglesia menos contaminada. Estas personas expulsaron a Pablo y Bernabé, pero no pudieron expulsar la Palabra que fue sembrada por el Espíritu de Dios en el corazón de los hombres.

En esta ocasión la persecución resultó en un cierto juicio de parte de Dios (Hechos 13:51). Pablo y Bernabé se “sacudieron el polvo de sus pies contra ellos y se fueron a Ícono.” Esta era una forma de expresar cierto juicio contra aquellos que habían rechazado el evangelio de Dios. También era una forma visible de dejar ver que el juicio que viniera sobre ellos, era responsabilidad de ellos.

A pesar de la persecución, Hechos 13:52 nos dice que “los discípulos estaban continuamente llenos de gozo y del Espíritu Santo.” La palabra de Dios habla de que el gozo del Señor es nuestra fortaleza. Dios lo dice de esa manera conociendo que lo opuesto también es cierto: la falta del gozo del Señor es nuestra debilidad. Cuando nos falta gozo, nos falta llenura; cuando nos falta llenura, nos falta gozo.

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