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La mujer sabia construye, no destruye 

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“Mami, tú sabes que esta familia se mueve dependiendo de cómo tu estés. Si estás contenta, todos estamos contentos, si estás agitada, todos nos agitamos”. Cuántas veces he escuchado estas palabras dichas por mis hijos, en diferentes ocasiones, a lo largo de estos años y ¡qué responsabilidad siento cuando las escucho! 

Si pensamos y somos sinceras con nosotras mismas, llegaremos a la conclusión de que somos las mujeres las que establecemos el tono, el ritmo y la armonía en nuestros hogares y nuestras familias. Con nuestras palabras, con nuestras actitudes y acciones, edificamos o destruimos. Puede ser que estés o no de acuerdo conmigo, por lo que vamos a ver lo que dicen las Escrituras.  

El libro de Proverbios, como sabemos, es un libro sapiencial o de sabiduría. Su contenido nos da consejos para todas las áreas de la vida. Sin embargo, meditando en el versículo anterior, me llama la atención que especifica el que es la mujer quien edifica o derriba su casa, no es el hombre, no son los hijos. 

Para poder entender mejor el significado de esta Verdad, vamos a ver cuál es la diferencia entre ser sabia y ser necia. Una mujer sabia es la que se conduce apropiadamente, con la capacidad de discernir entre lo verdadero y lo falso, entre lo que es apropiado y lo que no lo es. Es discreta y juiciosa en el uso y la aplicación del conocimiento, escogiendo fines loables y las mejores formas para lograrlo. Es habilidosa, diestra y piadosa. Esta mujer usa con cuidado sus palabras, es prudente, piensa antes de responder, dar su opinión o emitir un juicio; muestra un espíritu afable y apacible aún en medio de circunstancias incómodas y difíciles. Su presencia en el hogar trae paz aún en momentos de conflictos.  

Por otro lado, una mujer necia no tiene entendimiento ni juicio sólido; tiene poco conocimiento. Es imprudente, indiscreta y le falta capacidad para discernir entre el bien y el mal. Esta mujer desecha el consejo y la instrucción y se apoya en su propia prudencia. No usa sus habilidades para el bien de otros. Es rencillosa, chismosa y entrometida. Responde sin pensar y produce conflictos en vez de traer paz 

Creo que no es difícil entender el por qué la mujer sabia edifica y construye y la necia derriba y destruye.  

Al leer estas definiciones, ¿Con cuál de ellas te identificas? Puede ser con partes de ambas o que tu balanza se incline a un lado más que otro.  Sin embargo, cualquiera que sea tu caso, en Cristo y Su Palabra tenemos los medios para ser transformadas y ser mujeres que traigan bien y edifiquen adonde quiera que Dios las haya colocado en Su soberana providencia.  

Cuando tomamos tiempo para leer, estudiar y reflexionar en Su Palabra (si, escribí tomar tiempo), y nos sometemos a ella en obediencia, poco a poco, nuestro interior irá siendo transformado y nuestras palabras y conducta exterior mostrará cada vez más sabiduría. Tenemos que caminar dependiendo de Él. No es posible con nuestras propias fuerzas. Recuerda que en el mismo libro de Proverbios encontramos que “El temor del Señor es el principio de la sabiduría, los necios desprecian la sabiduría y la instrucción” (Proverbios 1:7). ¿Has identificado que te falta sabiduría? En Santiago 1:5-6, leemos: “Y si a alguno de ustedes le falta sabiduría, que se la pida a Dios, quien da a todos abundantemente y sin reproche y le será dada”. 

Te animo a tomar decisiones que te ayuden a cultivar una vida sabia para que puedas edificar y construir aún de los escombros de lo que ha sido destruido. 

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Esposa de José Alfonso Poy y madre de dos hijos. Sicóloga escolar de profesión con diplomado en Educación cristiana del Seminario Teológico Presbiteriano, Mérida, México. Miembro de la IBI desde el 2010 y parte del ministerio de misiones Antioquía y del Ministerio de mujeres Ezer. Directora del Programa AMO para América Latina y el Caribe. Apasionada por la enseñanza bíblica y convencida del poder de la educación para bien o para mal, según donde estén sus raíces.