Cada pasaje bíblico se sitúa dentro de un contexto del que depende su significado y no puede interpretarse correctamente fuera de él. Por lo tanto, para un buen estudio e interpretación bíblica debemos considerar que existe un contexto inmediato al pasaje estudiado, es decir, una relación con el pasaje anterior y posterior; un contexto que tiene que ver con el libro en el que se encuentra dicho pasaje; y un contexto más amplio que es el de toda la Biblia. A continuación vamos a compartir algunos pasajes de las Escrituras que nos ayudarán a ilustrar la importancia del contexto al leer la Palabra de Dios.
La importancia del contexto inmediato
En su carta a los filipenses, el apóstol Pablo los exhorta diciendo: «Así que, amados míos, tal como siempre han obedecido, no solo en mi presencia, sino ahora mucho más en mi ausencia, ocúpense en su salvación con temor y temblor» (Filipenses 2:12). Después de una simple lectura, este versículo nos deja la impresión de que la salvación necesita ser cuidada con gran esmero y muchos han propuesto que esto implica que si no la cuidamos de esa manera corremos el riesgo de perderla. Sin embargo, el siguiente versículo claramente dice: «Porque Dios es quien obra en ustedes tanto el querer como el hacer, para Su buena intención» (Filipenses 2:13). El obrar en nosotros el querer como el hacer implica que Dios nos da el deseo que necesitamos para cuidar de nuestra salvación con temor y temblor y al mismo tiempo nos da la habilidad para poder hacerlo. En otras palabras, cuidar de nuestra salvación no depende de nosotros, sino de Dios, quien nos ha dado todos los elementos para poder cuidarla con temor y temblor. Por tanto, si Dios nos ha entregado un regalo tan valioso como la salvación y se ha asegurado de que tengamos lo necesario para cuidarla, lo mínimo que podemos hacer es cuidar ese regalo con temor y temblor, es decir, con reverencia. El contexto inmediato nos dice esto y sin ese contexto el versículo 12 podría ser y lamentablemente ha sido mal interpretado, como ya se mencionó.
Otro pasaje que nos enseña la importancia del contexto inmediato es Proverbios 6:2, que dice: «Si te has enredado con las palabras de tu boca, si con las palabras de tu boca has sido atrapado». Muchos creyentes y líderes religiosos usan este versículo para justificar el movimiento de la confesión positiva, la famosa doctrina del “reclámalo y recíbelo”, o peor aún, para insinuar que debemos tener mucho cuidado con las palabras que pronunciamos porque si decimos algo negativo podría caer sobre nosotros, pues ese grupo entiende que hay un poder místico o sobrenatural en lo que decimos. Sin embargo, por el resto de las Escrituras sabemos que nuestras palabras no tienen poder, sino solo la Palabra de Dios. Pero no solo eso, sino que el contexto inmediato nos permite ver que este pasaje no es más que una advertencia a aquellos que se han comprometido a garantizar la deuda de otra persona, pues Proverbios 6:1 dice: «Hijo mío, si has salido fiador por tu prójimo, si has dado promesa a un extraño». Es decir, el que voluntariamente acepta ser fiador de otro, se ha enredado con las palabras de su boca y estará atado a esa deuda hasta que sea saldada. Aquí vemos nuevamente la importancia del contexto al leer la Palabra porque el contexto inmediato arroja luz y da sentido a un versículo que ha sido mal interpretado y mal aplicado simplemente porque fue sacado de contexto. Y así hay múltiples pasajes en la Biblia que han sido sacados de contexto y usados para enseñar cosas que el pasaje no enseña.
La importancia del contexto del libro en el que se encuentra un pasaje
Como mencionamos al principio, hay un contexto que tiene que ver con el libro en el que se encuentra el pasaje bíblico en cuestión. Para ilustrar, en el Antiguo Testamento hay un versículo muy conocido y citado entre los creyentes que dice: «Porque Yo sé los planes que tengo para ustedes», declara el Señor, «planes de bienestar y no de calamidad, para darles un futuro y una esperanza» (Jeremías 29:11). Este pasaje algunos lo ven como “un cheque en blanco” que nos garantiza que en nuestra vida no habrá sufrimiento porque los planes de Dios para nosotros son exclusivamente para nuestro bienestar. Pero resulta que hay un pasaje anterior, Jeremías 25:11, que nos dice que Israel estaría cautivo en Babilonia por setenta años.
Como muchos sabrán, la historia bíblica nos enseña que Dios nunca anuncia un juicio sin traer también una esperanza y a través del profeta Jeremías, Dios emitió un juicio contra la nación de Israel a causa de su rebelión (Jeremías 25:11), pero luego garantizó que tenía buenos planes para ellos (Jeremías 29:11). Ahí está la esperanza. Pero debemos tener mucho cuidado al interpretar este pasaje de las Escrituras sin considerar el contexto del libro en el que se encuentra porque, como explica Steven Molares en Textos fuera de contexto, «el punto es que, si nosotros reclamamos que Jeremías 29:11 es una promesa directa de Dios para nosotros, entonces también debemos reclamar que Jeremías 25:11 es una promesa para nosotros. Nos gusta reclamar las promesas de prosperidad y bienestar, pero nadie reclama la promesa del exilio babilónico durante 70 años. ¡Y así no funciona!».
La promesa de bienestar de Jeremías 29:11 no fue dada a la Iglesia de hoy, sino que fue una promesa hecha a una nación en particular, Israel, garantizándoles que disfrutarían de bienestar después del exilio. Esto en sentido general porque ni siquiera fue una promesa individual para cada israelita, ya que a pesar de la prosperidad y el bienestar que gozaría la nación, habrían personas en necesidad y en dolor porque la pobreza y el sufrimiento son una realidad de este mundo caído. De manera que, no podemos tomar Jeremías 29:11, sacarlo de contexto y esperar que Dios va a eliminar todo obstáculo y sufrimiento de nuestro camino como si ser cristiano fuera una vacuna contra el sufrimiento. Cuando creemos esto, nos decepcionamos y cuando lo creemos y lo predicamos, nos desacreditamos porque estamos enseñando algo que Dios no ha dicho. De hecho, hay un bienestar que Dios anhela para cada creyente, pero el bienestar que Dios quiere producir en Sus hijos conlleva sufrimiento porque no hay manera de forjar la imagen de Cristo en nosotros a menos que experimentemos sufrimiento.
La importancia del contexto de toda la Biblia
«El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor», afirma 1 Juan 4:8. Y como Dios es amor, muchos no creen en el infierno ni creen que las calamidades o los sufrimientos vienen de Dios. Algunos incluso han abandonado la fe cristiana y otros han abrazado una teología liberal basados en este y otros pasajes similares porque no pueden concebir que un Dios que es amor permita el dolor y el sufrimiento en la vida de Sus hijos. Pero Dios no es solo amor. En Salmos 5:5-6, el salmista dice: «Los que se ensalzan no estarán delante de Tus ojos; aborreces a todos los que hacen iniquidad. Destruyes a los que hablan falsedad; el Señor aborrece al hombre sanguinario y engañador». La Biblia enseña en múltiples pasajes que además de ser amor, Dios es justo y es santo, y un Dios justo y santo tiene que reprender y castigar el pecado porque la santidad de Dios lo demanda. Cuando Dios castiga y disciplina, no está siendo menos amoroso, está siendo justo y en Su amor tiene que disciplinarnos (ver Hebreos 12:6). La historia bíblica es evidencia de que el hecho de que Dios sea amor no implica que no actuará contra el pecado humano y particularmente contra el pecado en la vida de Sus hijos.
D. A. Carson, refiriéndose al cuidado que debemos tener de no interpretar un pasaje bíblico sin considerar el contexto, comenta lo siguiente: «”Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. ¡Eso suena maravilloso! Pero, ¿qué es “todo”? ¿Ser un campeón de fútbol? ¿O un físico nuclear? ¿O un súper modelo? ¿O un magnate rico? ¿O el próximo presidente de mi país? A fin de cuentas, el texto dice “todo”, ¿no es cierto? Entonces, ¿por qué limitar a Dios?». Obviamente, Carson está haciéndonos razonar y entender que Filipenses 4:13 no implica nada de esto porque ese no es el plan de Dios revelado en el resto de las Escrituras. En pocas palabras, no podemos interpretar un pasaje ignorando el contexto de toda la Biblia.
Amado hermano, cuando lea la Palabra de Dios tenga mucho cuidado de no pasar por alto el contexto inmediato, el contexto del libro y el contexto de toda la Biblia para que pueda entender lo que el pasaje que está leyendo realmente le está comunicando y luego pueda interpretarlo y aplicarlo correctamente. Aunque existen otras herramientas de interpretación bíblica que nos permiten hacer un análisis contextual desde un punto de vista histórico, cultural, geográfico y teológico, este tipo de abordaje a las Escrituras puede ser hecho sin necesidad de un profundo conocimiento teológico, sino simplemente siendo rigurosos al leer el texto. Sigamos, pues, el consejo del apóstol Pablo y esforcémonos por ser obreros que manejan con precisión la palabra de verdad.