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La danza en la iglesia: ¿adoración o distracción?

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¿Puede la danza ser usada en las iglesias como un ministerio de alabanza a Dios?

Esta es una pregunta que resulta controversial en algunos círculos cuando no debería ser así. Cada vez que queramos introducir como elemento en la Iglesia y sobre todo cuando la Iglesia está reunida como cuerpo de Cristo el domingo o los miércoles para orar, instruir o para un servicio de comunión, necesitamos hacernos ciertas preguntas:

  1.         ¿Es esto algo que edifica?
  2.         ¿Es esto algo que involucra la congregación entera?
  3.         ¿Es esto algo que pudiera distraer la atención de los que están presentes?
  4.         ¿Es esto algo que realmente puede contribuir a aumentar la gloria de Dios en la mente de los que están presentes y contribuir a mejorar el entendimiento de lo que se está predicando?
  5.         ¿Es esto algo que ha formado parte de la historia de la Iglesia?

No es que no podemos introducir nada nuevo que no haya pasado en los últimos dos mil años, pero cuando algo no ha pasado en dos mil años de historia de la Iglesia que Cristo dirige, tenemos que preguntarnos hasta dónde es sabio o prudente introducir algo que en veinte siglos no han podido producir.

Habiendo dicho todo eso, debemos tomar en cuenta que la danza per sé no es algo pecaminoso y mucho menos si es una danza hecha en el contexto Cristiano, tal y como el pueblo judío siempre celebró. Por ende, si respondemos que no debe ser, no es porque sea algo particularmente pecaminoso. Lo que necesitamos entender es el lugar de cada cosa en la vida de la Iglesia. Por ejemplo, si una Iglesia está en su aniversario y está teniendo una celebración y quisiera hacer una danza Cristiana, puede ser parte de esa celebración. Pero si incorporan la danza un domingo donde se supone que sea parte de la adoración congregacional en la cual el equipo de adoración nos lidera para poder entrar en intimidad con Dios, donde todos debemos participar y donde debiéramos enfocarnos en las líricas que estamos cantando, el tener un grupo delante que se está moviendo, saltando y dando vueltas es un poco distractivo para aquellos que estamos sentados. Aún cuando involucra un número de personas, no necesariamente está involucrando todo el cuerpo de Cristo.

Lamentablemente, las veces que lo he visto ha sido un elemento de distracción porque incluso muchos que están en la misma congregación comienzan a danzar y en un momento dado se produce una especie de caos o falta de coordinación. Ocurre una interrupción de algo que debiera tener un flujo más natural para orientar a la congregación hacia la predicación de la Palabra; eso es vital en un servicio de adoración.

En resumen, creo que es posible incorporar la danza tomando el contexto de la reunión en cuenta. Las reuniones donde la congregación se reúne como cuerpo de Cristo, ya sea servicios dominicales o de miércoles, no son el lugar para la danza. Si la iglesia organiza un evento especial en el cual parte de la celebración incluye una danza que nos lleve a gozar cristianamente, ese sería el lugar para hacerlo. Vemos eso en la historia del pueblo de Israel que no estaba danzando dentro del templo sino que danzaba afuera en las calles. También lo vemos en los casos de la Fiesta del Tabernáculo: David no estaba cantando dentro del templo, pero en otra ocasión de celebración cuando traían el Arca de regreso. Ese contexto sería el correcto para una danza Cristiana.

 

 

Tomado del podcast “No Es Tan Simple Como Parece”, episodio “¿Cree usted que la danza puede ser usada en las iglesias como un ministerio de alabanza a Dios?

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