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La clave para confiar en Dios: Conocerlo

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“Y esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, el único Dios verdadero y a Jesucristo a quien has enviado.” (Juan 17:3) 

Desde la perspectiva humana nos preguntamos: ¿Será posible para los seres humanos llegar a conocer a un Dios cuya inteligencia no tiene límites, eterno, tres veces santo, inmutable, omnisciente, omnipresente, omnipotente, todopoderoso, creador de todo cuanto existe, relacionarnos con él y recibir su bendición?  La respuesta es sí, porque así el mismo Dios lo ha determinado.   

Si bien es cierto que jamás podremos entenderlo y conocerlo completamente debido a que su sabiduría no conoce límites, podemos relacionarnos y acercarnos cada vez más a Él, por los medios que Él mismo ha dispuesto. 

En el Salmo 9:10 encontramos que David, quien conocía el poder de Dios declaró “en ti confiarán los que conocen tu nombre. De manera que la clave para confiar en Dios, es conocerlo.  

En ese mismo tenor, Jeremías 9:24, nos dice “más el que se gloríe, gloríese de esto, de que me entiende y me conoce, pues yo soy el SEÑOR que hago misericordia, derecho y justicia en la tierra, porque en estas me complazco – eclara el SEÑOR.”  

Desarrollar una relación viva con Dios, entenderlo y conocerlo es una labor que requiere cuidado, constancia y tenacidad. Su reloj es eterno, el nuestro es limitado. No se trata de sólo escuchar el sermón del domingo o leer un devocional diariamente. Es necesario un consumo consistente de la fuente que es su palabra y mantener una vida de oración para conocer su carácter, su obra, su poder y cuál es su voluntad para nuestras vidas de manera que con su ayuda y la de su Santo Espíritu recibamos la convicción de nuestros pecados y actuemos consecuentemente.  

En Isaías 55:6 se nos advierte: “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.  Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de Él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.” 

Es decir que no solo es posible buscar, llamar y conocer a Dios a través de su Palabra, también podemos recibir su misericordia y perdón a medida que nos acercamos más y más a todo lo que Él nos ha revelado en su palabra.   

En el Salmo 25:14 Dios nos invita a mantener una comunión íntima con Él, la cual traerá como consecuencia natural que nos haga conocer su pacto.   En Santiago 4:8 nos exhorta “Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.” 

Acercarnos a un Dios Santo y eterno trae sin duda bendición en nuestra condición de pecadores e inconstantes en nuestros caminos y corazones. Por naturaleza somos cambiantes, nuestros corazones nos engañan a menudo, pero si desarrollamos una relación con Dios, sin duda veremos con claridad nuestra iniquidad y podremos tener convicciones firmes que nos permitan actuar por fe en Él y no por lo que nos dicte nuestro engañoso corazón.  

Si bien Dios supera todas nuestras expectativas, pensamientos y comprensión, es capaz de escuchar todas nuestras oraciones al mismo tiempo y tener un control exacto de toda su creación. Es digno de que depositemos en Él toda nuestra confianza. 

Confiemos y depositemos toda nuestra fe y confianza en quien todo lo puede, recordemos que en Isaías 65:1 declaró a su pueblo “Estaba listo para responder, pero nadie me pedía ayuda; estaba listo para dejarme encontrar, pero nadie me buscaba. “¡Aquí estoy!”, dije a una nación que no invocaba mi nombre.” 

Que no sea este nuestro caso. Que nuestra relación con Él cada día sea más vibrante, intensa y viva.  

Si conozco mejor a Dios, no tendré sed jamás sino que me convertiré en una fuente de agua que brotará para vida eterna (Juan 4.14), seré cautivada, maravillada, impactada, quedaré sin aliento, podré confiar mejor en Él con la certeza de que cualquier prueba que viva en esta tierra es efímera a la luz de la eternidad.  

Tú y yo necesitamos desesperadamente una perspectiva correcta de Dios porque ese conocimiento de Él es lo único que puede satisfacer nuestras almas a plenitud. Se trata de un conocimiento que impacta todas las áreas de mi vida, mi relación con el prójimo, mi respuesta ante las pruebas, mi actitud ante la escasez o la abundancia, mi respuesta ante las crisis, la enfermedad e incluso la salud, la vida y la muerte.  Todas mis reacciones hablan de mi conocimiento de Dios.  

A.W. Tozer en su libro “El conocimiento del Dios Santo” no pudo haber sido más claro al expresar que “El hombre que llega a unas creencias correctas con respecto a Dios queda aliviado de mil problemas temporales, porque ve de una vez que éstos tienen que ver con cuestiones que, a lo sumo, no le pueden preocupar por largo tiempo; pero aun si se le pudieran quitar las numerosas cargas del tiempo, la poderosa carga de la eternidad comienza a pesar sobre él con un peso más aplastante que todos los sufrimientos del mundo amontonados uno sobre otro.” 

Conocer y relacionarnos con Dios, ciertamente es una aventura que nos llevará toda la vida, pero resultará fundamental para vivir a la luz de la eternidad.   No es una meta que llegaremos a alcanzar a plenitud en esta tierra, por lo que no podemos pretender haberla alcanzado. El objetivo es proseguir; si caemos, nos levantamos, si nos debilitamos, Él nos fortalecerá, pero siempre seguir hasta que El venga o vayamos a su presencia.