Imagina a un viajero perdido en un territorio desconocido, rodeado de desafíos y encrucijadas que le impiden encontrar su camino. La confusión y la incertidumbre nublan su mente, y cada paso parece llevarlo más lejos de su destino. ¿Ya? ¿Lo visualizas?
Algo parecido le pasó a un joven en una caminata nocturna en la naturaleza, cuando perdió sus lentes y no podía distinguir absolutamente nada, ni señales del camino ni personas, hasta que al fondo una pequeña luz que se hizo más y más grande mientras caminaba hacia ella, fue la que le ayudó a llegar a su destino.
Sí, como acabas de leer, en medio de la densa oscuridad literalmente siguió la luz sin detenerse hasta llegar al punto final de su recorrido. Todos los testigos del hecho quedaron boquiabiertos de cómo lo logró cuando era prácticamente imposible, y pensando en esto me recordé del verso que dice: ¨Lámpara es a mis pies tu palabra,
y luz para mi camino¨ (Salmo 119:105)
Partiendo de esto podríamos decir que sin claridad es imposible caminar en este viaje llamado vida, nuestros pasos no son confiables mientras no tengamos una guía segura.
Desorientación
No es casualidad que en el conocido Salmo 119, el capítulo más extenso de la Biblia tenga como tema central las maravillas de los mandatos de Dios y su importancia en el camino del creyente.
En ese capítulo, el mismo autor que dice ¨la Palabra es luz para su camino¨ en el verso 105, mucho antes hace un ruego en el verso 19: ¨Peregrino soy en la tierra, no escondas de mí tus mandamientos¨. Si David, un hombre conforme al corazón de Dios, sintió la necesidad de reconocer y confesar estas cosas, tú y yo también.
No quiero sacar conclusiones apresuradas, pero es muy posible que hoy batallemos con cosas como nuestra comodidad, nuestras metas, nuestras ocupaciones – y la lista sigue -, a tal punto que nos estén haciendo sentir como si nuestro hogar está aquí y ahora. En otras palabras, nos desorienta y se nos hace más difícil el hecho de vivir adecuadamente mientras llegamos a nuestro destino verdadero (si es que tenemos idea de dónde está).
Guiados
Si te pasa como en el caso anterior, no te sientes sola, miremos a Abraham, ¨siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios¨ (Hebreos 11:8-10)
Abraham no tenía una revelación escrita como nosotros hoy, no sabía a dónde iba, pero obedeció por la fe. Al escuchar a Dios confió totalmente en Su guianza y Su promesa. En cambio, nosotras tenemos la revelación mucho más completa, tenemos a Jesús que vino, se hizo hombre, la luz del mundo habitó entre nosotros, murió en lugar de sus escogidos y volverá para reinar. Verdaderamente podemos confiar en sus Palabras que nos dan luz para seguir sus pisadas que son el camino que debemos seguir.
La Biblia no es un libro de oscuridad, sino el faro que cada peregrino necesita en tierras extrañas no hace que las cosas sean más difíciles de entender sino más fáciles y claras.
Ahora bien, no es suficiente saber que la Biblia es nuestra guía para la vida, hay que abrirla, leerla, dejar que sus palabras impregnen y transformen nuestra mente para tener entendimiento sobre Dios y su propósito en cualquier circunstancia.
Por eso quiero que finalmente, puedas reflexionar en algún área de tu vida en la que carezcas de dirección y que luego de identificarla le pidas al Señor por:
1. Escuchar Su voz (Juan 10:27)
2. Que te enseñe (Salmos 25:4-5)
3. Sabiduría (Santiago 1:5)
4. Confiar y obedecerle (Proverbios 3:5-6)
5. Buenos consejeros (Proverbios 15:22)