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La autoridad de la Palabra

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Debido a la cercanía de la Conferencia Por Su Causa, De Las Tinieblas a la Luz, a celebrarse a finales del presente mes de septiembre, el Pastor Miguel Núñez ha interrumpido esta semana y la próxima su serie Hasta Los Confines de la Tierra que lleva sobre el libro de Los Hechos. Este paréntesis se debe a que a final de octubre la iglesia celebra los 500 años de La Reforma iniciada por Martin Lutero el 31 de octubre de 1517, y por ello hoy trae el mensaje titulado: La Autoridad de la Palabra, basado en el libro del profeta Isaías, capítulo 55, versículo 11.

Isaías es reconocido como el profeta evangelista dadas sus numerosas profecías acerca de la venida, el carácter, el ministerio y la predicación, los sufrimientos y la muerte del Mesías, y la extensión de su reino. Con el tema de la liberación del cautiverio en Babilonia, el profeta apunta a una liberación mucho mayor que sería efectuada por el Mesías.

El versículo base del mensaje dice textualmente lo siguiente: “Así será mi palabra que sale de mi boca, no volverá a mi vacía sin haber realizado lo que deseo, y logrado el propósito para el cual la envié”.

Este versículo nos muestra que el poder de Su Palabra en las esferas de la providencia y la gracia es tan cierto como en la de la naturaleza. La verdad sagrada produce un cambio espiritual en la mente del hombre que ni la lluvia ni la nieve pueden producir en la tierra. Su Palabra no retornará al Señor sin producir efectos importantes en cada uno de nosotros. Se anuncia la abundancia de parte de Dios, la incesante siembra de Su Palabra, su fecundidad imparable. Este verso infunde una indestructible confianza en el poder de la Palabra de Dios. La predicación de la Palabra es lo único que puede cambiar el deterioro de la sociedad.

Debido a que estamos en medio de una crisis de falta de autoridad, es válido el mensaje de hoy que nos muestra la autoridad de la Palabra. La Palabra de Dios guarda la máxima autoridad, por encima de la propia iglesia.

Dada la coincidencia histórica de la celebración de La Reforma, este mensaje sobre la autoridad de la palabra de Dios está anclado en este evento liderado por Martín Lutero hace cinco siglos, quien estableció que la autoridad de la Palabra está por encima de cualquier otra autoridad, ya sean eclesiásticas o seculares. Lutero defendió este concepto con mucha valentía, hasta con su propia vida, lo que queda demostrado en una oración que hizo antes de una audiencia imperial donde les pedían su retractación.

Lutero estaba completamente convencido de la autoridad de la palabra de Dios y del poder de Dios a través de Su Palabra. La autoridad de la Palabra está claramente establecida en la Biblia, tal como lo muestra el pasaje de 2ª de Timoteo 3:16. La Palabra es la comunicación de Dios para con nosotros, es inspirada por Él. Cuando la Biblia habla, Dios habla y nosotros callamos, porque Él es el creador y nosotros creaturas. Él es la máxima autoridad.

Su Palabra muestra Su propósito, Su voluntad, Su poder y autoridad. No vuelve a Él vacía porque trabaja en cada uno de nosotros y cumple su cometido, cumple el propósito de Dios, y provoca que el que la escucha produzca frutos de acuerdo a lo establecido en la Palabra. La Palabra de Dios tiene contenido, sentido y propósito, por eso cuando la creación la naturaleza lo respetó. Cuando Él habló se formó el mar, el cielo y la tierra.

En las Escrituras tenemos tres temas importantes que le dieron autoridad a Jesús, los cuales son:
1.- La santidad de su vida. Fue lo primero que le dio autoridad con la palabra expresada.
2.- El dominio de las escrituras cuando El enseñó. La precisión del manejo de las escrituras le dio autoridad.
3.- Jesús solo habló lo que Dios le autorizo a decir. El pueblo reconocía su autoridad y sabiduría, a pesar de que no había asistido a ninguna escuela, pero Cristo les contestaba que su sabiduría venía sólo de lo que el Padre le había revelado, no era de él, sino del Padre.

La Palabra de Dios es poder y autoridad al momento de lidiar con las fuerzas del enemigo, y en todo tiempo y momento. Expulsa demonios, y confronta y reprende nuestra alma.

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