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Jesús, Su Perspectiva Eterna por encima del sol

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 “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz, despreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios. Consideren, pues, a Aquel que soportó tal hostilidad de los pecadores contra Él mismo, para que no se cansen ni se desanimen en su corazón” (Hebreos 12:2-3). NBLA.

Nuestro Señor Jesús pudo haber tomado la decisión de librarse de todos los daños físicos y emocionales causados por los latigazos, los escupitajos, los insultos y las burlas, que entre otros, experimentó en el transcurso del proceso judicial en su contra y durante todo el evento de Su crucifixión.  Pero no sólo soportó por obediencia y sometimiento al Padre, sino porque tenía una perspectiva eterna.  Jesús conocía que todo esto llevaría al cumplimiento perfecto del plan de Dios que había sido gestado desde antes de la fundación del mundo.  Él podía ver el cuadro completo, el plan mayor, la perspectiva más amplia. Él podía ver el panorama total. 

Cada decisión terrenal tiene una perspectiva eterna, y es necesario que nosotras la busquemos, hasta que nuestra alma en toda circunstancia encuentre reposo y pueda estar firme. Aunque el fuego arrecie, las aguas inunden, los vientos se vuelvan huracanados, la quietud del alma es resultado de que ella está viendo por encima del sol.

Dios tiene una perspectiva de la vida que no es la terrenal y esa perspectiva es la que nos ayuda a interpretar y conocer el verdadero propósito de nuestra vida en esta temporalidad; la perspectiva de Dios es eterna, celestial. Por esto Jesús podía soportar la crueldad y el tormento que estaba experimentando, porque Su perspectiva era eterna, veía lo que nadie podía ver porque estaba viendo por encima del sol. 

Lo que estaba ocurriendo no era aceptable, pero cada detalle cooperaba para que el fin esperado fuera alcanzado.  La enemistad entre Dios y el hombre estaba por llegar a su fin para todo aquel que más adelante pudiera, en medio de esta cruenta realidad, entender el sacrificio de la cruz, identificarse con él y poder ver el carácter del perfecto y Santo amor de Dios.  

Jesús podía sentir el gozo que Él estaría experimentando más adelante, viendo las almas redimidas por el sacrificio de su propia vida; la salvación y la redención del hombre era su propio Gozo. La transformación de hombres y mujeres que estando muertos son resucitados a una novedad de vida, donde el propósito es darle la Gloria a Dios debida a Su nombre, como leemos en 1 Pedro 2:9 “Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios, a fin de que anuncien las virtudes de Aquel que los llamó delas tinieblas a Su luz admirable”.  Oh, ¡Qué gran Salvador tenemos!

A los ojos de los hombres, Jesús estaba siendo derrotado, pero los cielos eran testigos de la victoria.

La frase “la vida bajo el sol,” teológicamente, se ha interpretado como la vida temporal sobre esta tierra, pero también se refiere a la vida separada de Dios, sin propósito eterno y sin condición de esperanza trascendente.  Nosotras ya hemos sido acercadas a Dios, por lo que nuestra visión y nuestra perspectiva deben ir en aumento “como la luz de la aurora, que va aumentando en resplandor hasta que es pleno día». Es cuando el sol más brillante está.

Confieso que antes de conocer a Cristo como mi Señor y Salvador, al leer estos acontecimientos, desde Getsemaní hasta el Gólgota, mi perspectiva era totalmente terrenal, y veía tan solo una tragedia “sin sentido”; por esto asemejaba mis propias circunstancias dolorosas a ese “sin sentido” al atravesar mi propio valle de dolor y desesperación, sin encontrar el propósito en ello.  Conocer a JESÚS me hizo entender y considerar el sufrimiento de Cristo bajo la perspectiva por encima del sol y a la luz de la eternidad.  No era una tragedia ajena a mi propia vida; estaba sucediendo para que yo fuera una de esas almas redimidas que producían gozo en mi Salvador.  A partir de este momento evalúo los acontecimientos de mi vida, no solo con lo que veo, toco o siento, sino a la luz de las Escrituras.

Las Escrituras son las que nos ayudan a entender cómo vivir conforme a la Sabiduría de Dios y al propósito que tiene para sus hijas. 

Si ves la vida por debajo del sol, sólo con la perspectiva terrenal, verás las imperfecciones, dificultades y los deseos insatisfechos; Pero si escudriñas las Escrituras y te pones los lentes de la Palabra, podrás ver que, por encima del sol, hay una vida abundante que tú todavía puedes vivir a pesar de, y en medio de las dificultades.

¿Cómo puede mi perspectiva de vida incrementarse cada vez más por encima del sol, en medio de mis circunstancias no favorables? 

1-Mi vida debe tener otro enfoque.  Decidir morir al “Yo” cada día. El apóstol Pablo en 2 Corintios 5:15, nos dice que Jesús “por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para Aquel que murió y resucitó por ellos”. Somos exhortadas a morir a nosotras mismas porque al hacer esto podemos vivir para aquel a quien pertenecemos, complacer a nuestro Señor, hacer nuestros sus propósitos y abrazar su perspectiva, teniendo Su enfoque ante las pruebas y circunstancias que no abrazaríamos de otra manera, siendo sumisas a la Voluntad de Dios.

­2-Comunión con Dios. Pasar tiempo con el Señor en adoración, oración, queriendo conocerle más en la intimidad.  Buscando dirección y guía.  Estando consciente que andamos entre los hombres, pero delante de Dios. 

3-Mi mente debe ser renovada de día en día a través de la lectura y estudio de la Palabra, la meditación de ella, y lo más importante, vivirla.

Como genuina creyente, tengo una cosmovisión que gira alrededor de los valores del cristianismo y debe dar como resultado que mi enfoque, mi perspectiva ante la prueba y mi manera de reaccionar ante la misma, muestre la verdadera Sabiduría, la que proviene del Padre de las luces. “Toda buena dádiva y todo don perfecto viene de lo alto, desciende del Padre de las luces, con el cual no hay cambio ni sombra de variación” (Santiago 1:17). Todo lo que Dios envía, permite y orquesta es una dádiva, un don, un regalo para mi transformación, para mi santificación. 

Antes pensaba en la crucifixión como un evento “sin sentido” y cruel, pero hoy, se ha convertido para mi alma en algo dulce, pues tengo la certeza de que la sangre roja carmesí aplicada sobre mis pecados los emblanquecerá como la nieve; y las espinas clavadas en la cabeza de mi Salvador me permitirán evaluar mis tribulaciones y circunstancias tristes como pétalos suaves que dan nuevos colores y aromas a las mismas, porque su sufrimiento fue mayor que el mío para darme vida. Sin importar si las circunstancias sean buenas o malas debajo del sol, serán perlas y piedras preciosas engarzadas en hilos de oro y plata por encima del sol, ya que habrán colaborado con la obra y el propósito de Dios para esta vasija de barro, cuyo real valor es el tesoro que vive en ella.

Ayúdanos Señor a fijar nuestros ojos en ti, el autor y consumador de nuestra fe, a vivir por fe y no por vista, a mantenernos sentadas en ti en los lugares celestiales, desde donde poder tener la certeza de ver y oír cómo tú lo haces, para mantener tu perspectiva eterna, sabiendo cómo vivir sabiamente debajo del sol. En Cristo Jesús, Oramos.