«Porque hay un solo Dios y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús hombre, quien se dio a sí mismo en rescate por todos, testimonio dado a su debido tiempo.»
(1 Timoteo 2:5-6)
Los primeros años de la vida de Jesús fueron como todo niño común y corriente, y no es hasta que es adolescente, que, con doce años, la Biblia nos empieza a relatar de su vida de una forma asombrosa.
Vemos un adolescente que bien podría estar como otros de su edad jugando, envuelto en cosas triviales, pero Él se sumerge en las cosas del Señor a muy temprana edad; es tanto así, que a sus doce años, cuando Él sube con sus padres a Jerusalén para disfrutar unos días de la fiesta de la pascua, al llegar la hora de regresar, se queda para seguir sumergido en las cosas de su Padre Celestial.
Y cabe resaltar que Jesús era un hijo obediente a sus Padres y respetuoso. Al ellos notar que no iba en la caravana de regreso, entonces se devolvieron a buscarle, y pasados tres días, lo encontraron “en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándoles y haciéndoles preguntas. Y todos los que le oían estaban asombrados de su entendimiento y de sus respuestas” (Lucas 2:46-47). Vemos cómo María y José se sorprenden al verle allí, un adolescente que siempre fue sumiso y obediente, ahora tomando esta iniciativa sin permiso previo. “Cuando sus padres le vieron, se quedaron maravillados; y su madre le dijo: Hijo, ¿por qué nos has tratado de esta manera? Mira, tu padre y yo te hemos estado buscandollenos de angustia. Entonces Él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿Acaso no sabíais que me era necesario estar en la casa de mi Padre? Pero ellos no entendieron las palabras que Él les había dicho. Y descendió con ellos y vino a Nazaret, y continuó sujeto a ellos. Y su madre atesoraba todas estas cosas[v] en su corazón” (Lucas 2:48-51).
Al Jesús explicarle sus razones, ellos regresan a Nazaret donde por muchos años estuvo oculto. “Y Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia para con Dios y los hombres” (Lucas 2:52). No se dijo una palabra más sobre Él en ninguno de los cuatro evangelios, hasta que a los 33 años volvemos a saber de Él a través de Juan el Bautista (Lucas 3:16; Juan 1:27-34; Lucas 3:21-22).
Puntos importantes para resaltar en la vida de Jesús:
- Procuró hacer la voluntad de Su Padre. “Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió” (Juan 6:38). Su voluntad consistía en que todo el que viera al Hijo y creyera en Él, tuviera vida eterna y Él mismo le resucitaría en el día final (v.40). ¿La Cumplió? ¡Sí! (Juan 17:1-6, 19:30; Filipenses 2:5-11).
- Como hemos leído, creció fortalecido, lleno de sabiduría, en todos los niveles, sustentado por la Gracia de Dios. y esta gracia la modeló delante de su Padre Celestial y de los hombres.
- Fue ungido para cumplir todo lo predicho por los profetas sobre su ministerio y su obra redentora de salvación y de bien para la humanidad. (Isaías 61; Lucas 4:16-19; Hechos 2:22-24).
- La imagen de su Padre celestial brillaba cada día con mayor fuerza en Él, ¡pues Jesús es el resplandor de Su Gloria! (Hechos 1:3)
- Referente a la obediencia y el servicio, dijo: “porque ni aún el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10:45). Se humilló hasta lavar los pies a sus discípulos, exhortándoles a hacer lo mismo entre ellos (Juan 13:1-17).
- “Jesús no era un hombre ordinario, sino extraordinario en todo lo que hacía,” entonces esto genera intriga en conocerle, y la búsqueda de los necesitados para ser socorridos por Él (Juan 12:20-21, 3:1-2; Lucas 23:8-9; Marcos 3:7-8).
- Jesús pasó 3 años dejando que las personas cuestionaran quién Él era, sin embargo, la respuesta a esta pregunta tiene un significado tan crucial y eterno, que cada una de nosotras necesita contestarla. Pedro la respondió (Mt.156:15-16). Y para ti, ¿quién es Jesús? ¿Es tu Salvador y Señor? (Juan 1:10-13, 3:16; 1 Juan 5:11-12; Romanos 10:8-11)
- Dado el gran Ejemplo que Jesús nos dio como el Buen Pastor, al ofrecer Su vida por las ovejas, nos hace un llamado, una invitación a seguirle y nos da una promesa de seguridad en Él. “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen; y yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno” (Juan 10:27-30).
Pudiéramos seguir listando tantas cosas acerca de Jesús que no acabaríamos, pero si deseo que nos quedemos con algo. No hay término medio. Somos seguidoras de Jesucristo; somos miembros de Su Iglesia, que es su cuerpo, y portavoces de Su evangelio, ciudadanas del cielo, y no deberíamos usar este visado de gloria y excelencia, para no actuar como una de sus ciudadanas. Debemos honrar Su nombre, guardar Sus mandamientos y “no [buscar] las cosas de este mundo, mas [buscar] primeramente edificar el reino de Dios, y establecer su justicia” (Mateo 6:33).
Jesús nos modeló con Su ejemplo y nos dejó Su Palabra para que la escudriñemos y reflexionemos sobre todas las cosas que en su humanidad Él vivió y pasó; y es hermoso ver cómo Él nos deja claramente los lineamientos a seguir. Él tuvo una vida única, nadie más fue ni será como Él. Por eso elijamos en sabiduría, el vivir vidas que le honren y glorifiquen diariamente. Jesús nos enseñó lo que es caminar por fe y no por vista en este mundo caído, necesitado desesperadamente de Él.
Dios les guarde sin caída,