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Jesús, con su carácter manso y humilde, humilla a los que le humillaban

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Entonces el sumo sacerdote, levantándose en medio, preguntó a Jesús, diciendo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican éstos contra ti? 61 Mas él callaba, y nada respondía” (Marcos 14: 60-61ª).

De acuerdo con la historia que leemos en los Evangelios, sobre la humillación que sufrió nuestro Señor y Salvador Jesucristo, entendemos que los juicios hechos a Jesús fueron ilegales; violaban sus propias leyes judías.  También buscaron testigos falsos para acusar a Jesús, y de acuerdo con Deuteronomio 19:16-19, los sacerdotes estaban a cargo de castigar a quienes dieran falsos testimonios; esto significa que todo se trataba de una estratagema, puesto que ya tenían decidido lo que iban a hacer con Jesús mucho antes de apresarlo.

El Señor Jesús es el paradigma de la humildad, pues siendo Dios de gloria, se humilló asumiendo naturaleza humana, y dio en todos sus pasos, el verdadero ejemplo de humildad en todos sus tratos con los que le rodeaban.  Aun ante aquellos que le humillaban dio fehacientes muestras de humildad, que hacía sentir al humillador desesperadamente aguijoneado.  Aun atado, abofeteado, escupido y sufriendo todo tipo de maltrato, el Señor estaba en control, y de algún modo, sus opresores, a pesar de su orgullo, sentían ese silencio como un aguijón que les  hería profundamente.

El sumo sacerdote Caifás intentó salvar la difícil situación al ver que las repetidas acusaciones falsas no permitían establecer un caso sólido contra Jesús, ni tampoco lograban arrancarle una confesión.  El sumo sacerdote no podía entender cómo Jesús podía permanecer en silencio sin intentar defenderse. 

Jesús callaba (V.61ª). Estamos ante el silencio del inocente, la integridad y la fe de Dios hecho hombre. Este silencio desesperaba y humillaba a sus angustiadores.  Los líderes religiosos esperaban una respuesta de parte de Jesús, porque sin duda, si Él hubiese respondido daría la impresión de que todos los falsos testimonios y los procedimientos ilegales eran legítimos. 

Jesús permanece callado para darnos ejemplo: 

1- De paciencia, bajo calumnias y falsas acusaciones.  Y 

2- De prudencia, ya que su respuesta habría significado que se hallaba ante un proceso normal y ante un tribunal que debía rendir cuenta de Su actuación.

-Paciencia, es una capacidad difícil de adquirir para todo ser humano, ya sea piadoso o no. La paciencia es uno de los frutos del Espíritu.  Esa calma o tranquilidad para esperar en medio de circunstancias adversas. Es sufrir y tolerar desgracias y adversidades o cosas molestas y ofensivas con fortaleza, sin quejas ni rebelión. Y definitivamente la paciencia se adquiere mediante la adversidad y el sufrimiento.

  Cuando sufrimos adversidad, ¿nos quejamos o rogamos a Dios que nos enfoque en Jesús, el siervo sufriente?  

Para el creyente piadoso, lo ideal para enfrentar la adversidad es mirar a Cristo, quien sufrió la peor de las humillaciones, siendo manso y sin pecado; quien no consideró el ser igual a Dios, renunció a sus privilegios divinos para tomar la forma de hombre, haciéndose siervo y morir en una cruz como un criminal (Filipenses 2:6-8).  Todo creyente que obedece a los testimonios de Dios, debe enfocar su mente y corazón en la Palabra. “Y no se adapten a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente…” (Romanos.12: 2ª)

Recordemos, también que la Palabra nos dice: “Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a Su propósito” (Romanos 8:28).  Aun en las dificultades y sufrimiento, aun en la más amarga desilusión, aun cuando se nos maltrata, debemos saber que Dios obra en medio de esas situaciones, para que se cumplan sus buenos propósitos en nosotras. Dios puede cambiar o no nuestras circunstancias, aun así, el resultado final está garantizado.

Prudencia, esta virtud nos permite discernir y distinguir lo que está bien de lo que está mal y actuar en consecuencia.   Jesús sabía que los juicios por los que lo estaban pasando eran falsos e ilegales, por eso se mantuvo en silencio, cuando era necesario; y los que los juzgaban sabían, en su conciencia, que Jesús conocía sus estrategias, y esto les humillaba, le restaba seguridad a su farsa, y en su inseguridad se volvían más prepotentes, altivos y abusivos.  

Como creyentes, nosotras tenemos la facultad de comprender o saber algo por el poder del Espíritu que mora en nosotras. Jesús instó a Sus discípulos a ser prudentes (Mateo 10:16); Así que somos prudentes en Cristo (1 Corintios 4:10); el discernimiento es un don que da el Espíritu (1 Corintios 12:10c).  El ser prudente conlleva adecuar o modificar nuestra conducta.   

A todas nosotras, como hijas del Dios Altísimo, nos toca ejercitarnos en la paciencia y aprender prudencia. Para ello, también debemos orar al Señor que nos dé “dominio propio o templanza” para que cuando nos toquen los momentos difíciles en que somos humilladas, traicionadas o calumniadas, podamos permanecer calladas, sabiendo quien es nuestro Abogado defensor y Juez.  

En vez de quejarnos preguntándonos ¿Por qué me sucede esto a mí? Miremos a la cruz, a Jesús el Mesías, el verdadero servidor de Jehová, El aportó luz y la salvación para todas nosotras; Él fue sin pecado y, sin embargo, vino a ser el sustituto de los pecadores, el siervo sufriente (Isaias 53).

Cuando te acontecen situaciones difíciles, ¿tienes la tendencia a renegar de ellas y quejarte?

Particularmente, cuando me acontecen situaciones que considero humillantes y siento la tentación de quejarme, vuelvo en sí, y me digo a mí misma :<Jesús, siendo sin pecado, recibió humillaciones horribles y no se quejó, lo hizo por mí>>   Todas las circunstancias difíciles que sufrimos tienen un propósito, aunque en un principio no lo entendamos; con ello Dios está moldeando nuestro carácter hasta que lleguemos a ser semejante a Su Hijo.  No sé si te ha pasado, pero observa que cuando alguien te dice algún tipo de improperio y te quedas callada, el ofensor queda desarmado.  Es mejor manifestar humildad y bajar la cabeza ante los improperios de la vida, aunque esto no es lo que el mundo dice que debemos hacer.

Nos conviene ser humildes: “…porque Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes.” (1 Pedro 5:5c) 

El  SEÑOR  les  bendiga.