Dios nos llama a honrar a nuestros padres, no como una sugerencia, sino como un mandato. Sin embargo, no siempre resulta sencillo. A veces, la relación con la figura paterna se ha vuelto incómoda, distante, dañina, dolorosa o incluso inexistente. Esto puede hacer que cumplir con este mandamiento sea todo un reto, incluso cuando existe la disposición genuina de hacerlo.
Tal vez te haces esta gran pregunta en silencio: ¿Cómo puedo obedecer a Dios en medio de la situación que vivo con mi padre? Y, honestamente, no sabes por dónde empezar. Pero en tu corazón, sabes que simplemente ignorar el problema no es la solución.
La buena noticia es que puedes confiar en que Dios está dispuesto y disponible para darte las herramientas y la fortaleza necesarias para superar cualquier obstáculo en tu deseo de obedecerle. No lo digo yo, lo afirma Su Palabra. Por eso, antes de avanzar, te invito a meditar en estos versículos:
- Si el miedo intenta paralizarte, Dios te recuerda: «No temas, yo te ayudo» (Isaías 41:13).
- Si te sientes débil, Dios te dice: «Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad» (2 Corintios 12:9).
- Si la autosuficiencia te tienta a actuar por tu cuenta, Dios te exhorta: «Fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza» (Efesios 6:10).
- Si el orgullo quiere tomar protagonismo, Dios te instruye: «No hagan nada por egoísmo o vanagloria. Más bien, con humildad consideren a los demás como más importantes que a ustedes mismos» (Filipenses 2:3).
Una vez que entiendes que no estás sola en este desafío de honrar cuando cuesta, el siguiente paso es comprender qué significa realmente «honrar». Esto te permitirá cumplir el mandamiento con un corazón correcto.
Según la Real Academia Española, honrar es respetar, enaltecer o reconocer el mérito de alguien.
En la Biblia, la palabra «honra» en hebreo es kavôd (כָּבבֿד), que literalmente significa ‘peso o pesadez’, y se usaba para expresar algo de gran valor, importancia o dignidad. Con el tiempo, este término pasó a asociarse con conceptos como gloria, honor, reverencia y respeto. En el contexto de Dios, esta palabra lleva un peso aún mayor: alabanza, reverencia y adoración por quien Él es. Honrar a Dios es reconocer Su majestad incomparable, aceptar que Él es el Rey de gloria (Salmo 24:9) y vivir en obediencia total bajo esta verdad.
En el contexto humano (por ejemplo, honrar a los padres), kavôd también implica reconocer su posición, mostrar respeto, valorar su rol y actuar con dignidad hacia ellos; no necesariamente por lo que han hecho, sino por la posición que ocupan según el diseño divino.
En cuanto a los padres, durante la niñez la honra se expresa principalmente en obediencia y respeto. Ya en la adultez, honrarlos implica valorarlos, retribuirles, admirarlos, bendecirlos, servirles y, por supuesto, seguir mostrándoles respeto.
El punto clave es aceptar con humildad que, aunque tu padre terrenal haya fallado, el llamado de Dios sigue siendo firme: ¡Hónralo!
Dios te mostrará cómo hacerlo de manera realista, considerando tu historia personal, las heridas recibidas, el abandono, la negligencia, el maltrato o la indiferencia que tal vez aún persisten. En estos casos, honrar podría significar:
- Tratarlo con respeto en tu manera de hablar sobre él.
- No exponer sus errores o miserias.
- No responder con el mismo trato que recibiste.
- Orar por él, aunque no tengas deseos de hacerlo.
- Perdonar, aunque eso no implique necesariamente restaurar la relación.
- Ofrecerle ayuda si enfrenta enfermedad o necesidad, como un acto de gracia, no de obligación.
Se trata de estar dispuesta a ser de bendición, en el nombre del Señor, pero también de hacerlo con sabiduría y límites saludables. Honrar no significa permitir abusos, reabrir heridas sin sanar o exponerte a dinámicas que dañen tu bienestar emocional. Puedes extender misericordia, mostrar respeto y orar por tu padre sin sacrificar tu salud mental. Parte de honrar también es reconocer tus límites, buscar sanidad interior y actuar guiada por el Espíritu Santo, quien te mostrará cuándo hablar, cuándo callar, cuándo acercarte y cuándo tomar distancia. Dios no espera que ignores tu dolor, sino que lo pongas en Sus manos mientras caminas en obediencia con el corazón en paz.
La realidad es que honrar puede ser difícil. Requiere morir al ego y al deseo de justicia propia. Pero si lo haces con la intención principal de honrar primero a Dios, estarás cumpliendo Su mandato… y Él será glorificado.