Este domingo, el pastor Miguel Núñez predicó el sermón “Hasta los confines de la tierra: Avivamiento y evangelización” basado en Hechos 1:8.
Hechos 1:8 nos demuestra que, como hijos de Dios, nuestro objetivo debería ser alcanzar los «confines de la tierra” a través de un «avivamiento vía el Espíritu de Dios» usando el «evangelismo continuo para ser testigos de Él» utilizando el «discipulado.» Al examinar el Nuevo Testamento, está claro que se fuimos dados la responsabilidad de llevar a cabo la Gran Comisión, algo por lo cual la mayoría de las personas en las iglesias hoy en día no muestran pasión. La cura a este problema espiritual es un avivamiento de creyentes e incrédulos por igual. Esto es un trabajo de Dios lo cual es presenta un enigma: si un avivamiento es fruto del obrar de Dios, ¿cómo lo logramos? Orad y rogad fervientemente al Señor de la cosecha. La oración ferviente es necesaria para que El Señor de la cosecha envíe a los obreros, porque la cosecha está más allá de nuestra sabiduría y habilidades y necesitamos ayuda divina en todos los sentidos.
En Lucas 11:9-13, después de hablarle a Sus discípulos sobre la cosecha, Jesús relacionó la oración con el dar del Espíritu. Los creyentes y los no creyentes necesitan al Espíritu Santo de diferentes maneras: los incrédulos necesitan el Espíritu de Dios porque, aparte de Él, no pueden nacer de nuevo. Del otro lado, los creyentes necesitamos el Espíritu Santo porque sin Su llenura no habrá ninguna pasión por evangelizar, la gran comisión, ni el discipulado. Entonces, la oración es nuestra forma de decir: Señor, somos personas pecaminosas que necesitan misericordia.
El avivamiento es el combustible para llevar a cabo la tarea y la evangelización es el instrumento. Dios nos dio Su Espíritu para llevar a cabo Su misión global, pero si el Espíritu no se mueve primero, los incrédulos escucharán el evangelio y permanecerán sin entendimiento y vida eterna.
El gran avivamiento que es descrito en Hechos 2 sucedió Por medio evangelismo personal—ese es el instrumento. La mayoría de las personas llegan a la fe a través del compartir el evangelio de parte de alguien cercano más que de pastores en el púlpito. Sin embargo, muchas personas parecen temerosas cuando se trata de compartir el Evangelio. Ese es el problema en muchos casos: si el evangelio no se predica, y si el carácter de Dios no se muestra en la predicación, la gente no ha escuchado y visto lo suficiente sobre el carácter salvador de nuestro Dios.