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¿Estás anhelando Su segunda venida?

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“El que testifica de estas cosas dice: Sí, vengo pronto. Amén. Ven, Señor Jesús” (Apocalipsis 22:20)

Nuestro Señor Jesucristo vino a este mundo, y vendrá por segunda vez; eso lo dice la Biblia y nosotros lo creemos. Hoy en día vivimos la era de la gracia, que es el intermedio entre Su primera y segunda venida. La segunda venida de nuestro Señor Jesucristo es la esperanza de todo aquel que cree en Él. El anhelo de todo hijo de Dios es poder ver a Su Señor cara a cara, y darse cuenta que ha valido la pena la espera y las pruebas, para poder estar ante Él y con Él. La novia por fin verá a Su Novio, se regocijará con Él y celebrarán juntos, las bodas del Cordero, esta es una noticia que da mucho gozo y esperanza (Apocalipsis 19:6-9).

¡Qué grandioso será ese día en que le veremos! ¿Alguna vez te has preguntado Cómo luce un corazón que anhela su segunda venida? Puede lucir de diferentes formas, y una de ellas es, que luce esperanzado y gozoso, sin importar cuál tribulación esté enfrentando en el presente. Hermana, vivimos en un mundo caído, donde a diario los que amamos o nosotras mismas, enfrentamos tribulaciones, persecuciones, heridas, pero cuando se tiene esperanza en el Señor, creemos que todo eso, un día pasará, y se tiene una actitud diferente ante las pruebas, se tiene gozo aún en medio del dolor; una cosa es que las luchas y las situaciones que vivimos y que otros a nuestro alrededor viven, nos causen tristeza momentanea, y otra muy diferente, es que vivamos sin esperanza, como los que no tienen a Dios. Este mundo es temporal, recordemos lo que nos dice la Palabra en Segunda de Corintios 4:16-18 “Por tanto no desfallecemos, antes bien, aunque nuestro hombre exterior va decayendo, sin embargo nuestro hombre interior se renueva de día en día. Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación, al no poner nuestra vista en las cosas que se ven, sino en las que no se ven; porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.”

Un corazón que anhela Su venida se prepara; si has leído la parábola de las diez vírgenes en Mateo 25:1-13, cinco eran prudentes y cinco eran insensatas; las prudentes se prepararon, tomaron aceite para sus lámparas, y cuando vino el novio, entraron con él al banquete de bodas; las insensatas no llenaron sus lámparas con aceite, por tanto, no les permitieron entrar al banquete de bodas. La Palabra de Dios nos llama a no dormirnos, sino a velar y ser sobrios, a tener nuestras lámparas encendidas; en el buen sentido de la palabra, a tener la actitud de las virgenes prudentes. Hermanas, procuremos que cuando nuestro Novio Celestial regrese, nos encuentre velando y orando.

Un corazón que anhela Su venida no divide sus afectos, no es de Cristo y del mundo, no tiene un pie aquí y el otro allá; en pocas palabras, no es de doble ánimo ni desperdicia su tiempo en aquello que no vale la pena. La Palabra del Señor nos dice en 1 de Juan 2:15: “No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”. Aquí en este versículo no se refiere a la gente del mundo, pues el mismo Señor nos manda a amar al prójimo, sino que se refiere al Sistema de Valores del mundo, que es contario a lo que el Señor nos establece en Su Palabra. Nosotras somos extranjeras y peregrinas en esta tierra, este mundo no es nuestro hogar, el Señor está preparando morada para nosotras (Juan 14:2-3). Wao! Qué maravilloso y alentador es saber que el mismo Dios está preparando un lugar para ti y para mí, Qué Dios tan bueno!.

Un corazón que anhela Su venida, consagra toda su vida al Señor. Puedes pensar que una vida consagrada sale muy costosa, en el sentido de que es muy difícil. Amada hermana, una vida no consagrada, sale más  cara, si no,  mira el ejemplo de Lot y su familia (Génesis 19). Lot, lamentablemente, no supo encaminar su familia a la consagración a Dios; cada día se acercaban más a Sodoma y Gomorra, no sólo en territorio, sino también en sus corazones, empezando por los prometidos de sus hijas, los cuales eran de Sodoma y Gomorra; siguiendo con la actitud que tomó Lot cuando el angel le advierte que debían salir, pues el Señor iba a destruir esas ciudades, él titubió y hubo que tomarlo de la mano para que saliera. También leemos que se les dio la advertencia de no mirar atrás, y la esposa de Lot, aferrada a su vida allí y a lo que dejaban, miró atrás y se convirtió en columna de sal. Más adelante leemos cómo las dos hijas de Lot deshonran a su padre y pecan contra Dios y contra él, cometiendo un acto de total depravación. Espero que puedas reflexionar en esto, y veas lo difícil que puede ser una vida no consagrada para alguien que se considera hija de Dios. Si anhelas la segunda venida del Señor, el consagrar tu vida a Él será uno de tus más grandes anhelos.

Amada hermana, el Señor vuelve, Él volverá por Su pueblo; tengamos nuestras lámparas encendidas y esperémoslo con gozo y esperanza, preparémonos y consagrémonos a Él, amémosle, Él es digno de toda nuestra adoración y entrega. Él fue inmolado en la cruz del calvario por nuestros pecados; lo menos que podemos hacer (aun con nuestras debilidades) es que Él nos encuentre velando y orando. En Apocalipsis 1:8, Él nos dice: “Yo soy el Alfa y la Omega, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.”  También, en Apocalipsis 22:20 a, nos dice: “El que testifica de estas cosas dice: Sí, vengo pronto”. 

¿Es tu respuesta como sigue el versículo? “Amén. Ven, Señor Jesús”. (Apocalipsis 22:20b). ¿Le estás esperando?

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Hija de Dios, salva por gracia y misericordia. En los caminos del Señor desde temprana edad, miembro de la iglesia Bautista Internacional en Rep Dom, graduada del Instituto Integridad & Sabiduría y actualmente realizando una concentración en Consejería Bíblica.