El espacio intermedio
Esperar cualquier cosa se siente como una completa pérdida de tiempo. Esperar a que Dios se mueva o responda parece aún peor. Lamentaciones 3:25–27 nos muestra el valor de vivir en el espacio entre el sufrimiento y la restauración. Lamentarnos nos sirve bien mientras lloramos y esperamos.
Bueno es el Señor para los que en Él esperan,
para el alma que le busca.
Bueno es esperar en silencio la salvación del Señor.
Bueno es para el hombre llevar el yugo en su juventud.
Lo que no puedes ver en la traducción al inglés es que los versículos 25–27 comienzan con la palabra hebrea «bueno». Se pudiera leer:
Bueno es el Señor a los que lo esperan,
bueno es que uno debe esperar en silencio la salvación del Señor,
bueno es que un joven lleve el yugo en su juventud.
Así que obviamente hay algo bueno aquí. ¿Qué es? Esperar en el Señor significa poner tu esperanza en Él, confiar en que Dios es el que puede librarte. Toda tu confianza depende de él. Esperamos al Señor porque él es Dios y nosotros no.
¿Por qué es tan difícil?
¿Por qué es tan difícil esperar? Porque se siente como si no estuviéramos haciendo nada. Y ese es el punto. No estás haciendo nada, pero Dios si lo esta. Sin embargo, la espera es una de las mayores aplicaciones de la fe cristiana. Estás poniendo tu confianza en Dios, poniendo tu esperanza en Él, y expresando confianza en que Él está en control. Esperar nos pone en un lugar incómodo donde estamos fuera de control de nuestras vidas. ¿Esto es «paciencia activa»? Esa época es cuando Dios nos dará forma y nos define.
Sin embargo, no digo que esperar sea fácil. La incertidumbre de lo que puede o no suceder puede ser inquietante. Puede ocupar demasiado espacio en nuestro pensamiento. Yo he sentido afectar mi sueño y agredir mi mente con los primeros pensamientos del día. Esperar puede ser difícil debido al miedo de lo que podría suceder. Nuestra incapacidad para hacer cualquier cosa menos esperar es una sensación impotente. Queremos saber la respuesta. Queremos saber qué está pasando. Queremos saber, «¿Qué sentido tiene esto? ¿Por qué está pasando esto? ¿Por qué mi vida no es como quiero?»
En lugar de resistirnos a esta temporada, podemos ver la espera como una oportunidad para recibir lecciones que cambian la vida. Y esa es una de las razones por las que Lamentaciones 3:27 dice que es bueno para un hombre llevar el yugo en su juventud. Aprender el valor de esperar temprano en la vida es un hermoso regalo.
Si estás en posición de esperar, deja que Lamentaciones te recuerde que esperar no es un desperdicio. En tu lamento, por qué no liberas el control de tu vida y dices: «Dios, no sé qué estás haciendo o por qué, pero voy a confiar en que eres Dios y yo no lo soy». Si la providencia de Dios requiere que esperen, recuerden a su corazón que mucho bien puede venir de esta temporada. El Señor desea enseñarnos muchas lecciones, y esas lecciones a menudo vienen lentamente, después de que hemos dejado de probar por nuestra cuenta, en el punto en que estamos quebrantados y listos para que él nos guíe. En medio del sufrimiento, recuerden que esperar al Señor no es un desperdicio.
La última palabra no ha sido pronunciada
El sufrimiento a menudo implica el miedo a que nunca terminará o de que no tiene ningún propósito. Es por eso por lo que la Biblia tiene claro que el sufrimiento no es la última palabra. Las promesas bíblicas sobre los propósitos de Dios, su carácter y el futuro están diseñadas para recordarnos que el sufrimiento y el dolor no son finalmente victoriosos.
Esperamos al Señor porque él es Dios y nosotros no.
El lamento no sólo llora el quebrantamiento del sufrimiento; sino que también mira expectantemente hacia lo que está por venir. Lamentaciones 3:31–32 está lleno de gran esperanza y aliento:
Porque no rechaza para
Siempre el Señor,
Antes bien, si aflige, también se
Compadecerá según su gran misericordia.
Estos versículos nos aseguran que todo sufrimiento tiene límites y propósito. Nos recuerdan que el plan de Dios para nosotros está lleno de compasión y abundancia de Su amor inquebrantable. Todo está funcionando de acuerdo con su plan amoroso para la vida del creyente.
En algún momento en el futuro, se dirá la última palabra. Dios va a intervenir, y el lamento es una de las maneras en que desafiantemente decimos: «¡Esto no ha terminado!» De hecho, el dolor que causa el lamento puede crear un anhelo por el futuro como ninguna otra cosa. Tal vez necesites detenerte y agradecer al Señor que «esto no ha terminado». Los cristianos anhelan el día en que la fe sea vista. Hasta entonces, nos lamentamos por la fe.
Uno de mis lugares favoritos para el lamento es el cementerio donde está enterrada nuestra hija muerta. Nunca olvidaré la sensación de profunda pérdida al colocar un pequeño ataúd en el suelo frío en pleno invierno. Alejarse de su tumba fue una de las cosas más dolorosas que mi esposa y yo hayamos experimentado. Uno pensaría que, con los recuerdos dolorosos conectados a ese lugar, nunca me gustaría volver. Pero en realidad es todo lo contrario.
Grabado en el marcador de la tumba de nuestra hija muerta Sylvia están las palabras «Bendito sea el nombre del Señor», de Job 1:21. Las palabras son una pequeña protesta contra la tragedia de la muerte. Son un memorial que aun cuando enfrentemos la muerte, bendeciremos al Señor. Me he parado entre lágrimas sobre esa tumba y dije: «¡Esto no ha terminado! Un día Jesús va a hacer que todo esto esté bien.» Así que me encanta volver a esa tumba, porque es un recordatorio constante de que no sólo el Señor ha demostrado su compasión hacia mí a través de los años de dolor y dolor, sino que también vendrá un día en el que las tumbas serán vaciadas y la muerte será derrotada. El lamento podrá apuntar nuestros corazones hacia una victoria futura. A través de las lágrimas, aun podemos creer que la última palabra no ha sido pronunciada.
Traducción por el equipo de Ezer (ministerio de mujeres de la Iglesia Bautista Internacional) con autorización de crossway.org