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Escondido a plena vista

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“Y esto os servirá de señal: hallaréis a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.”

(Lucas 2:12)

Me maravilla cuando al estudiar las Escrituras encuentro algo nuevo en un pasaje que he leído tantas veces, y que es muy familiar porque me demuestra como nuestro Infinito Dios “es poderoso para hacer todo mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos” (Efes. 3:20). 

Como Él es infinito, su Palabra también lo es y por esto se categoriza a las Escrituras como vivas porque siempre hay cosas “nuevas” que podemos aprender; cosas que realmente no son nuevas, sino que han sido ocultas a la vista. 

¿Cuántas veces hemos leído que el niño fue envuelto en pañales? Y ¿cuántas veces hemos pausado para buscar porque fue escrito? Nada es por accidente ni superfluo cuando nos referimos a Dios. Él es un Dios de propósito y por ende tiene propósito en todo incluyendo las palabras que eligió escoger. 

Esta palabra pañales en griega es “sparsanoó” que significa franjas anchas de tela. Al leerlo siempre pensé, pero claro un recién nacido necesita guardar el calor del cuerpo, está a la intemperie rodeado por sucio etc., sin embargo, es más profundo que esto. Hay teólogos que creen que realmente era una cueva porque las casas de este tiempo tuvieron cuevas donde las personas vivián y donde las ovejas nacieron. En el tiempo de cuando nació Jesús, Belén era donde las ovejas fueron escogidas y apartadas para sacrificarse en el Templo. Como necesitaban ser sin defecto, la costumbre era prepararlas atadas con tiras de tela hechas con las túnicas viejas de los sacerdotes. El Mesías nació no únicamente en el lugar donde Raquel, una de las madres de las doce tribus fue sepultada, no solo donde una gentil, Rut dio a luz a Obed, el bisabuelo de David, no solo donde el rey David nació y fue ungido como rey, sino donde los corderos que apuntaban al cordero de Dios que moriría por los pecados del mundo. Entonces, cuando leemos que el Hijo de Dios quien iba a ser el Cordero de Dios estaba envuelto en tiras de tela al nacer, (Lucas 2:12) comenzamos a entender cuan dulce y terrible era esta pequeña señal. 

En el versículo anterior, el ángel anuncio a los pastores que Cristo, el Salvador había nacido. Los pastores reconocerían esta señal de las telas, aunque dudo que entenderían a cabalidad la conexión con el Salvador, sin embargo, vemos claramente que Dios nos estaba dando pistas por generaciones apuntando a lo que Él estaba orquestando, cada una dando otra pieza del rompecabezas; será judío, los gentiles estaban incluidos en la salvación, será rey, será pastor y será sacrificado para la remisión del pecado.

Y no termina allí, también vemos que, en el final de su vida, de nuevo fue envuelto en tiras de tela (Juan 20:6) sin embargo, esta vez no para atarlo porque el venció la muerte sino para demostrar su resurrección. Las telas que se colocaron alrededor de su cabeza estaban en forma de cabeza todavía. Cristo comenzó su vida en una cueva y terminó su vida terrenal en otra.

Nunca me imaginaría el significado que una franja de tela pudiera tener, a menos que estuviera tocada por la mano de Dios. Las circunstancias poco ideales en las que nació Jesús nos recuerdan que incluso en nuestro mundo caído, la esperanza de Cristo prevalece y ofrece esperanza cuando todo lo demás puede parecer sombrío. Si algo tan insignificante como una franja de tela puede tener tanto significado cuando Dios la usa, ¿cuáles son las franjas que Él está usando en nuestras vidas?  Adórale y busca en tu vida las cosas que no parecen  significativas y pídele mostrarte Su propósito en ellas. Él tiene propósito, pero para entenderlos Él necesita revelarlos. Todas tenemos cosas escondidas a plena vista, pero cuando nos ponemos los lentes de Dios, Él nos las revela.