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Entendiendo el concepto de la libertad cristiana

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En un primer artículo sobre la libertad cristiana estuvimos hablando acerca de las llamadas áreas grises, y dijimos que estas existen en la mente humana dada nuestras limitaciones; pero no en la mente del “único y sabio Dios”. Este artículo siguiente lo dedicaremos de manera más específica a analizar de qué manera es interpretado comúnmente este concepto. 

Muchos creyentes entienden la libertad cristiana de tal forma que piensan tener libertad de hacer aquellas cosas que la Biblia no prohíbe directamente, según el dictamen de nuestra conciencia. Sin embargo, este es un concepto incompleto, que surge de una mala aplicación de pasajes como el de 1 Corintios 8, donde el apóstol Pablo da libertad para comer o no comer carne sacrificada a los ídolos, y de pasajes como el de Romanos 14, donde Pablo habla, entre otras cosas, de que unos consideraban un día como sagrado y para otros todos los días eran iguales.

Otros miran esta frase que aparece en Romanos 14:5b…cada cual esté plenamente convencido según su propio sentir” (o mente, en RV 1960), para apoyar la idea de que en las cosas que la Biblia no prohíbe directamente, yo tengo completa libertad de actuar. Si esta fuera la única instrucción del apóstol, entonces quedaría abundantemente claro en qué consiste la libertad cristiana; pero este versículo tiene un contexto claramente definido, en relación a cómo guardar el día de reposo. Es de vital importancia que yo entienda que mi conciencia por si sola no es suficiente para determinar qué hacer en todas las “áreas grises”, por varias razones. En primer lugar, la conciencia puede ser educada con el conocimiento de la Palabra, y hasta que esto no ocurra, esa conciencia pudiera traicionarme llevándome a pensar que algo está bien, cuando en realidad no lo está. Además, la conciencia es iluminada por el Espíritu Santo, según la llenura concedida a cada quien. En parte es por eso que la Palabra insiste en que hay sabiduría en la multitud de consejeros (Prov. 11:14). No solo el conocimiento bíblico ilumina la conciencia, sino que la conciencia es iluminada también según el grado de sabiduría concedido por Dios, y recordemos que la sabiduría es un don (1 Cor. 12:8).

Entendiendo la libertad cristiana en relación a los demás.

La libertad cristiana se ve limitada por varias ideas expresadas en la Palabra que tienen que ver con mi amor por el hermano por quien Cristo murió. En relación a si comer o no carne sacrificada los ídolos, el apóstol Pablo nos dice en 1 Corintios 8:9-13 “Mas tened cuidado, no sea que esta vuestra libertad de alguna manera se convierta en piedra de tropiezo para el débil. Porque si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un templo de ídolos, ¿no será estimulada su conciencia, si él es débil, a comer lo sacrificado a los ídolos? Y por tu conocimiento se perderá el que es débil, el hermano por quien Cristo murió. Y así, al pecar contra los hermanos y herir su conciencia cuando ésta es débil, pecáis contra Cristo. Por consiguiente, si la comida hace que mi hermano tropiece, no comeré carne jamás, para no hacer tropezar a mi hermano”.

En los versículos anteriores hemos resaltado varias frases que nos hablan de la limitación de mi libertad; de cómo el ejercicio de mi libertad me puede llevar a pecar no contra el hermano, sino contra Cristo, según el texto revisado. Como podemos ver, ciertamente hay diferentes “niveles”, “grados”, o “madurez” de conciencia, ya que algunos tienen una conciencia débil y otros no. En otros casos podemos hablar de una conciencia educada por la Palabra o iluminada por el Espíritu, mientras que otros carecen de esa cualidad. Podemos observar entonces la disposición de Pablo de sacrificarse de por vida (“no comeré carne jamás”) por amor a su hermano. En realidad, es el amor hacia nosotros mismos que muchas veces no nos deja ver la necesidad de limitar nuestra libertad.

Otra idea errada que está en la mente de muchos cristianos, en cuanto a la libertad cristiana, es que se puede hacer todo lo que sea moralmente lícito. Observemos las claras palabras de Pablo en 1 Corintios 10:23: “Todo es lícito, pero no todo es de provecho. Todo es lícito, pero no todo edifica”. Con esto Pablo nos aclara que aun aquellas cosas que son lícitas tienen sus limitaciones. ¿Qué pudiera limitar el que yo haga algunas de esas cosas lícitas? El próximo versículo comienza a darnos una idea: “Nadie busque su propio bien, sino el de su prójimo”, (1 Cor. 10:24) y más abajo agrega “No seáis motivo de tropiezo ni a judíos, ni a griegos, ni a la iglesia de Dios, así como también yo procuro agradar a todos en todo, no buscando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos (1 Cor. 10:32-33). Usualmente el egocentrismo con el que vivimos nos impide ver los límites de nuestra libertad cristiana.

Algunos preguntarán, ¿hasta dónde voy a permitir que el hermano débil me esclavice no permitiéndome hacer de nada? Recuerde que la motivación para no hacer aquello que ofende a tu hermano de conciencia débil es tu amor incondicional por él, y nada que sea hecho por amor al otro puede esclavizarme. La esclavitud es algo que otro me impone a la fuerza, y de la cual yo quisiera salir. Cuando Pablo dice: “si la comida hace que mi hermano tropiece, no comeré carne jamás, para no hacer tropezar a mi hermano”, eso es algo auto-impuesto y representa una situación de la cual él no está buscando salir.

Finalmente, pensemos en esto y decidamos después:

  1. Usualmente, las decisiones que usted toma revelan los deseos de su corazón.
  2. El corazón es engañoso y por tanto no es confiable (Jeremías 17:9).
  3. La decisión final dependerá de a quién yo decida complacer: al Yo o a Dios. Siempre la decisión se reduce a mi voluntad o la suya.
  4. Nadie está tan avanzado en la vida cristiana como para no preguntar a otros cuando las situaciones no están claras. 1 Corintios 8:2 nos recuerda: “Si alguno cree que sabe algo, no ha aprendido todavía como lo debe saber”.
  5. Dios bendecirá decisiones:

En un próximo post estaremos analizando el legalismo versus la santificación, mientras seguimos reflexionando en cuanto a la libertad cristiana.