Este domingo el pastor Miguel Núñez continuó la serie “Hasta los confines de la tierra” predicando el sermón “Engaño, persecución y gozo al mismo tiempo” basado en Hechos 16:16-25.
¿Cuál dirías tú que es la estrategia número uno de Satanás para evitar que el hombre llegue a conocer a Dios? Si nos remontamos al jardín del Edén podemos concluir que la estrategia por excelencia de Satanás fue el uso de la mentira y el engaño; incluso, en el Nuevo Testamento el es llamado el Padre de toda mentira. Satanás es tan astuto que es capaz de engañarnos aún haciendo uso de la verdad como veremos en el texto de hoy. Su segunda estrategia contra la iglesia fue persecución por 20 siglos y el antídoto con el que la iglesia ha respondió con gozo.
En Hechos 16:16-25 vemos el engaño de Satanás a través de una joven poseída. Pablo y sus compañeros volvieron al lugar de oración el día después del día de reposo y de camino hacia allá, se encuentran con una muchacha que tenía un espíritu de adivinación. Ella es descrita como una esclava de Satanás y de sus amos quienes percibían una gran ganancia por medio de sus supuestas adivinaciones. Eso fue así hace miles de años atrás, sigue siendo así y seguirá porque cuando el hombre cambia la verdad de Dios por la mentira, él termina adorando la criatura en vez del Creador (Romanos 1:25). El texto nos dice que esta mujer traía grandes ganancias a sus dueños y que seguía a Pablo diciendo, “Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes os proclaman el camino de salvación.” Esta mujer poseída, o mas bien, el demonio, decía la verdad porque los demonios conocen la verdad; su problema es que no se someten a ella. Por otro lado, este demonio está usando la verdad para ocultarse y evitar ser expulsado y lo logró por muchos días (Hechos 16:18). Días mas tarde, Pablo se cansó de oír la misma verdad para lograr un engaño y por eso dice, “¡Te ordeno, en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella! Y salió en aquel mismo momento.”
Veamos ahora la persecución contra Pablo y su equipo misionero. Desde Hechos 16:19-23 se narra la acusación contra Pablo y lo que ellos padecieron. Los dueños de la mujer esclava se percataron de que ahora en adelante no percibirían mas ganancia a través de esta joven. Eso los llevó a perseguir a Pablo y Silas: “Pero cuando sus amos vieron que se les había ido la esperanza de su ganancia, prendieron a Pablo y a Silas, y los arrastraron hasta la plaza (del mercad), ante las autoridades.” Satanás cambió su táctica de oposición y ahora en vez de decir la verdad para ocultarse, él usa la persecución para evitar que la fe cristiana se propague. Pero cuando Satanás usa la persecución como un mecanismo de oponerse al cristianismo, siempre ha fallado porque la iglesia se ha fortalecido y ha crecido.
La acusación fue que Pablo y su equipo habían alborotado toda la ciudad porque siendo judíos “proclaman costumbres que no nos es lícito aceptar ni observar, puesto que somos romanos” (Hechos 16:21). Roma permitía que cada grupo practicara su propia religión, pero no veía con buenos ojos el querer convertir a otros a tu religión por temor a que la gente dejara de ser leal al poder de Roma. El cristianismo pasó a ser una religión odiada en el imperio porque se oponía a la adoración del César o del emperador. Entonces, toda la multitud de Filipo apoyó la acusación como ocurrió en los tiempos de Jesús cuando toda la multitud gritó crucifícale, crucifícale. Las autoridades ordenaron que los azotaran con varas muchas veces y luego los colocaron en el calabozo. Esta fue una de las múltiples ocasiones cuando Pablo sufrió por causa del evangelio. Cuando Pablo escribe a los corintios les dice en 2 Corintios 11:23-25 que él había estado en azotes un sinnúmero de veces, a menudo en peligros de muerte. Pablo explica sus convicciones en 2 Corintios 5 diciendo que estaba consciente que todos compareceremos ante el tribunal de Cristo; eso lo motivaba a evangelizar. Pablo conocía el temor del Señor y por tanto sentía reverencia por Dios, pero a la vez sabía cuan severo es el castigo del infierno y deseaba que nadie fuera allá por la eternidad. Pablo estaba consciente que Cristo había muerto para que los que ahora vivimos ya no vivamos para nosotros mismos y sabía que Cristo no conoció pecado y, sin embargo, fue hecho pecado para que nosotros fuéramos hechos justicia de Dios en Él.
Uno pensaría que si Dios escoge a alguien para llevar a cabo la evangelización de los perdidos que Dios pondría una valla de protección alrededor de esa persona. Pero ese no fue el caso; la fidelidad a Dios en medio del dolor, sufrimiento, y escasez hablan mas elocuente que la fidelidad en los buenos tiempos. Dios permite el sufrimiento en las vidas de sus hijos porque sin dolor nuestras vidas no adquieren profundidad; ninguna vida alcanza profundidad en la prosperidad y en medio de la felicidad. El conocimiento moldea tu mente; pero el dolor moldea tu corazón.
Ahora en Hechos 16:25 vemos el gozo en medio de la persecución: “Como a medianoche, Pablo y Silas oraban y cantaban himnos a Dios, y los presos los escuchaban.” Este fue el primer concierto que los presos de Filipos escucharon; nunca antes un prisionero había cantado detrás los barrotes. A pesar de las heridas sangrantes en sus espaldas, todavía quedaba un canto en sus corazones. Y luego, ocurre un terremoto el cual vemos narrado en Hechos 16:26-30. Como nuestro Dios controla todos los eventos de la naturaleza, sin duda que este terremoto no fue fortuito, sino que estuvo diseñado para producir la salida de Pablo y Silas de la cárcel, pero sobretodo la conversión del carcelero. El carcelero despertó atemorizado Y sacó su espada estuvo a punto de matarse asimismo creyendo que, al abrirse las puertas, todos los presos habían escapado lo cual, conllevaba la pena de muerte. Pero al ver esto Pablo clamó a gran voz “No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí”, el carcelero “…temblando, se postró ante Pablo y Silas, y después de sacarlos, dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?” Pablo y Silas respondieron de forma sencilla: solo por fe: “Ellos respondieron: Cree en el Señor Jesús, y serás salvo, tú y toda tu casa.” Este el punto cumbre del evangelio: si depositas tu fe en Cristo Jesús puedes ser salvo.