Cuando la voluntad de Dios no tiene sentido
Si tienes más de veinticinco años y eres soltera, seguramente ya has experimentado al menos algunos de los desafíos de vivir una vida sin pareja. Pero no importa tu edad, los últimos meses de aislamiento obligatorio solo han aumentado el desafío de ser soltera. Muchas de nosotras estamos profundamente solas.
En adición a lo que esta sucediendo dentro de nosotras se suman todas las presiones externas. A los veinte, sentimos la angustia de ver a una amiga tras otra emparejarse y casarse. ¿Llegará nuestro turno? Luego, a medida que nos acercamos a los 30 (o 35 o 40), la ansiedad aumenta a medida que la esperanza de criar a nuestra propia familia comienza a desvanecerse. A eso se suma el hecho de que todas estamos inmersas en la ideología predominante, incapaces de evitar el mensaje de que la intimidad física es la única forma de ser completamente humanas. La comunidad cristiana, aunque sin saberlo, agrega un tipo diferente de presión. Los programas de la iglesia están en gran parte orientados a la familia y, por eso, los solteros a menudo se sienten excluidos.
Pero estas diversas presiones no son la razón principal por la que queremos casarnos. Queremos casarnos porque Dios nos configuró para querer eso. El matrimonio es su orden normal. Y aquí es donde nuestra fe se pone a prueba: si nuestro anhelo por el matrimonio viene de Dios, ¿por qué seguimos solteros? Si nos atascamos aquí en este por qué, estamos en problemas; muy fácilmente esto nos conduce a la amargura y la incredulidad.
Una mejor pregunta – una que realmente nos ayuda – es esta: ¿Caminaremos con Dios cuando Sus caminos no tengan sentido para nosotras? ¿Y creeremos que Él es todo lo que dice Su palabra? Cuando apartamos la mirada de nosotras mismas y de nuestras circunstancias y fijamos nuestros ojos en el Señor en Su palabra, nuestra perspectiva en todas las cosas, incluyendo nuestra soltería, comienza a cambiar.
Es fácil ser discípula de Jesús cuando seguirlo hace que nuestra vida sea mejor. A veces, solo cuando nuestros sueños no se hacen realidad, descubrimos que en realidad no hemos deseado a Jesús tanto como hemos deseado sus dones. Pero en todos sus caminos con nosotras, su objetivo es que encontremos que Él es quien realmente es: un padre amable y amigo. En Cristo, eso es lo que Él es para nosotras, incluso cuando nuestras oraciones no reciben respuesta.
Solo desde esta posición podemos volver a la primera pregunta: Si nuestro anhelo de matrimonio proviene de Dios, ¿por qué seguimos solteras? La respuesta es esta: Dios está siempre, en cada circunstancia que Él permite en nuestras vidas, trabajando para llevarnos al lugar donde podamos decir con el salmista: “¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti, y no hay nada que desee en la tierra? además de ti” (Sal. 73:25).
Confiar en el plan de Dios
La verdad es que no somos solteras porque hemos fallado en estar en el lugar correcto en el momento correcto o porque no somos lo suficientemente atractivas; o porque aún no hemos alcanzado una gran altura espiritual. Somos solteras porque Dios ha ordenado la soltería para nosotras hoy para que sepamos que nada de lo que este mundo ofrece es tan satisfactorio como pertenecer a Él a través de Cristo Jesús. Entonces, el contentamiento de ser soltera proviene de creer la verdad acerca de Dios: que Él es bueno.
Vivir con contentamiento estando soltera también proviene de tener una visión correcta de la realidad. Las solteras tenemos la tentación de concentrarnos en todo ese césped mas verde del lado de la cerca del matrimonio, pero la verdad es que cuando nos casamos, en realidad cambiamos un conjunto de desafíos por otro. La realidad del matrimonio es tener en cuenta las necesidades y deseos de tu cónyuge en cada decisión, con cada dólar y cada minuto de tu día. Es amar a tu esposo los días en que realmente no te agrada tanto. Es renunciar a las cosas que te gusta hacer en los momentos en que te gusta hacerlas para que tu esposo pueda hacer lo que le gusta hacer.
El contentamiento de ser soltero proviene de creer la
verdad acerca de Dios: que él es bueno.
El apóstol Pablo, el cual era soltero, había aprendido a estar contento sin importar lo que sucediera en su vida (Filipenses 4:11). Este es el hombre que enseñó que debemos dar gracias en todas las circunstancias (1 Tesalonicenses 5:18); y “estar siempre gozosos en el Señor” (Filipenses 4:4); y “ser llenos del Espíritu. . . cantando y alabando al Señor en tu corazón, dando gracias siempre y por todo a Dios en el nombre de nuestro Señor Jesucristo” (Efesios 5:19-20).
¿Cómo pudo Pablo estar tan genuinamente gozoso, sin importar sus circunstancias terrenales? Él revela su secreto en Filipenses 1:21, «Porque para mí, el vivir es Cristo». Eso es todo: Cristo fue toda en la vida de Pablo, y por esa razón, ninguna bendición o deseo terrenal fue definitivo. De hecho, estaba feliz de contar todo lo perdido por el inmenso valor de conocer a Cristo Jesús (Fil. 3: 7-9).
Vivir para Cristo es lo que nos permite ver que un Padre bueno y bondadoso ha ordenado nuestras vidas. Es lo que nos permite experimentar nuestra familia cristiana como algo aún más valioso que producir nuestra propia familia biológica. Es lo que nos permite encontrar gozo en todo. Y es lo que nos permite caracterizarnos por la gratitud. El agradecimiento y el contentamiento siempre, siempre, siempre van mano a mano.
7 consejos prácticos
Entonces, la conclusión es que la fuente de nuestro descontento no es nuestro estado civil. Es nuestra interpretación de nuestro estado civil. Y con eso en mente, te dejo con siete consejos prácticos.
- Consejo 1: No le des lugar a la compasión, especialmente a la autocompasión. Dedica algún tiempo a una buena lectura en oración de Filipenses.
- Consejo 2: No veas la soltería como un problema a resolver. Cuando Pablo validó la soltería como una opción porque tiene menos ansiedad en algunos aspectos que el matrimonio, dijo: «Digo esto para tu propio beneficio» (1 Cor. 7:35).
- Consejo 3: Reconoce las bendiciones únicas de la soltería. Dios nos proporciona abundantemente de todo para disfrutar (1 Ti. 6:17). Las solteras son libres de buscar las bendiciones únicas que vienen con ser solteras y disfrutarlas plenamente para la gloria de Dios.
- Consejo 4: Reconoce que los solteros son vitales para el cuerpo de Cristo. Lee los Evangelios y el libro de Hechos para encontrar muchos ejemplos.
- Consejo 5: Enfrenta el factor soledad valientemente. ¿Recuerdas el aguijón de Pablo? Si no te gusta estar soltera, está bien reconocer que es un aguijón para ti. No hay nada santo en desear el matrimonio, pero fingir que no lo hacemos. No es el deseo lo que está mal, lo que está mal es basar nuestro bienestar en conseguirlo. Así que lidiamos con nuestro dolor de la misma manera en la que Pablo lidió con su aguijón: Orando por alivio y luego encontrando gozo en la suficiencia de Cristo, que está aquí para nosotros (2 Cor. 12: 8-10).
- Consejo 6: Se realista sobre las citas y el matrimonio. Tacha «ojos azules» o «ingresos de seis cifras» de la lista. Las únicas cualidades necesarias se encuentran en Efesios 5: 22–33, un modelo para el matrimonio bíblico. Y aunque ningún hombre o mujer jamás estará a la altura de estas cualidades, el cónyuge que elijamos debería al menos desear ser como lo que encontramos ahí.
- Consejo 7: Vive con la esperanza de lo que Dios hará, sea lo que sea.
Confía en el SEÑOR y haz el bien;
habita en la tierra y cultiva la fidelidad.
Pon tu delicia en el Señor,
y Él te dará las peticiones de tu corazón
(Salmo 37:3-4)
Traducido por el equipo de Ezer con autorización de Crossway.org