“Tengan por sumo gozo, hermanos míos,
cuando se hallen en diversas pruebas”
Santiago 1:2
En nuestra cita de hoy Santiago nos orienta sobre cómo enfrentar las pruebas de una manera que glorifique a Dios, quien las orquesta o permite.
Él nos habla de la actitud que debemos tener. “Tened por sumo gozo el que os halléis en diversas pruebas”. ¡Gozo! Eso parece una locura. ¿Por qué Dios nos pediría que tengamos por gozo el sufrir pruebas? Para responder a esta pregunta consideremos algunos aspectos que el mismo pasaje nos muestra.
- Las pruebas son ineludibles: Dios nos aseguró que sufriríamos aflicciones aquí. Además, Su propósito para con nosotras es moldearnos a la imagen de Cristo y eso va a requerir que pasemos por pruebas y dificultades. Nuestra fe misma tiene que ser probada.
- Las pruebas tienen un propósito bueno: el verso sigue diciendo “sabiendo que la prueba produce paciencia”. Nos hacen resistentes y resultarán en que seamos “perfectas y completas” o maduras en todas las áreas. ¿Para qué? para dar gloria a Dios y ser de mayor utilidad para El. En la prueba Dios nos corrige, nos instruye y nos capacita para que al pasar la prueba podamos ayudar a otros que pasen por lo mismo.
- Las pruebas tienen su propio desarrollo. No es que desde el principio reaccionaremos con gozo. Nadie se alegra de una tragedia. Lo primero que experimentamos es dolor y tristeza y esto es válido. Lo que significa es que a pesar de la tristeza inicial progresivamente veremos razones de gozo que Dios nos va revelando al confiar en Él.
Entonces, ¿Cómo logramos tener por gozo las pruebas? En el siguiente versículo se nos dice que a través de la sabiduría porque amadas hermanas necesitamos la sabiduría divina para enfrentar las aflicciones. La sabiduría no es conocimiento teórico sino la aplicación de las verdades eternas de Dios a nuestra vida, a nuestra aflicción, de modo que podamos ver esa prueba como una bendición para nuestro espíritu, aunque nos duela en la carne y gozarnos en Dios, no en el dolor sino en quien Él es y lo que está haciendo. Pero se nos dice que debemos pedirla con fe, sin dudar. Muchas veces nos quemamos en las pruebas porque no oramos, no pedimos sabiduría. Necesitamos orar y recibir la sabiduría de Dios para:
- Recurrir a Dios: Orar fervientemente y no querer resolver el asunto por nosotras mismas, según nuestro entendimiento. Aprovechemos la prueba para crecer en intimidad con Dios, para depender más de Él.
- Discernir si esta prueba es una consecuencia de nuestros actos: Si lo es debemos arrepentirnos y pedirle a Dios que nos ayude a dejar ese pecado. Si no lo es, entonces debemos buscar el propósito de esta.
- Encontrar el propósito: Preguntemos, ¿Cuáles pecados está revelando esta prueba en mí? ¿Cuáles virtudes está formando en mí? ¿Cuáles atributos de Dios estoy experimentando? ¿Qué está haciendo Dios en los que están a mi alrededor? A veces, la dificultad es mía pero el beneficio es de otros. (Filipenses 1:12-14). Debemos cuidarnos de la tentación a la rebelión. O a querer salir rápido de la prueba. A veces conllevará aceptar la realidad y aprender a vivir con ella de una manera que glorifique a Dios.
- Resistir las mentiras del enemigo: El sufrimiento puede bajar nuestras defensas y cedemos al susurro del enemigo. Esas mentiras están diseñadas para sembrar dudas sobre el carácter de Dios porque cuando dudas de Dios te alejas de Él, no buscas ayuda en quien no confías. La única manera de contrarrestarlas es con la verdad de la Palabra de Dios. Busca conocer más a Dios, sus doctrinas, busca salmos y verdades relacionadas a tu situación. Recuérdate el evangelio y sus promesas.
- Vernos como Dios nos ve: Tu identidad no está definida por tu sufrimiento o prueba. Eres una hija amada por tu Padre Celestial, que camina contigo en medio del dolor. Debemos cuidarnos de la tentación de la auto compasión y la depresión. No pienses que eres la única que sufre. Muchas hermanas están sufriendo en todo el mundo. Tampoco compares tus pruebas con las de otros. Dios dosifica sus pruebas de acuerdo con sus propósitos eternos para con nosotras que son diferentes para cada una.
- No darle lugar al temor: En las pruebas hay tanta incertidumbre y confusión. Cuídate de no basar tu seguridad en entender tu situación. Habrá veces en que no entenderás lo que sucede. El temor solo es vencido por el amor de Dios y el reconocimiento de quien Dios es y de que está por nosotras, no en contra nuestra. Haz de Él tu meditación, eso te va a proteger. Cometemos el error de pensar y pensar en nuestros problemas y no en Dios y su gracia.
- Rodearnos de gente que nos recuerde su amor: Corre hacia el cuerpo de Cristo. No estás diseñada para caminar este camino sola. Necesitamos de hermanos que nos recuerden nuestra identidad en Cristo, la hermosura del carácter de Dios, sus promesas y nos encarnen su amor.
- Hay que reconocer que necesitamos ayuda: Nuestras debilidades no pueden obstaculizar lo que Dios quiere hacer en nuestras vidas, pero nuestras ilusiones de fortaleza propia si pueden. No te comportes como algo que no eres. Dios no recibe gloria cuando estás aparentando ser fuerte. Si estás haciendo eso no es para SU gloria sino para la tuya.
- Enumerar nuestras bendiciones: Recordar sus bendiciones y ayudas en el pasado nos consuela en el presente. No hables tanto en tus problemas, habla más de tus bendiciones.
- Enfocarnos en la eternidad: El sufrimiento puede distorsionar nuestros sentidos de lo que es realmente importante. Tengamos puestos los ojos en la vida eterna y gozosa que Dios nos ha prometido. Al final por más dura y larga que sea nuestra prueba, es temporal. Pronto estaremos con nuestro Señor disfrutando de Su presencia con infinito gozo.
Es mi oración que, en tu momento de dolor, tu fe sea fortalecida y crezcas estando completamente convencida de quien es Dios y cuanto te ama.