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El vituperio de Cristo

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 “Si sois vituperados por el nombre de Cristo, dichosos sois, pues el Espíritu de gloria y de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, por ellos Él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado.’’ (1 Pedro 4:14).

La Palabra de Dios desde el Antiguo Testamento nos muestra las cosas futuras que pasarían con Jesús, y una de ellas iba a ser su crucifixión. Vemos cómo en el pasado programa, las hermanas nos hacen un recuento a través de algunas porciones bíblicas, en donde estas cosas son reveladas previamente. ¡El Espíritu Santo si sabía lo que pasaría más adelante y dejó esto plasmado para que nosotras pudiéramos entender que todo lo que le sucedería a Jesús estaba en el plan perfecto de Dios!, y aunque pareciera que ellos estaban controlando y consiguiendo lo que querían, Dios era realmente el orquestador de todo.

Como cristiana, hoy al leer Su Palabra y meditar en todas estas cosas que nuestro Redentor vivió, las mismas se constituyen en fuente de ánimo para mi vida como creyente. Vivimos en un mundo caído, necesitado desesperadamente de Jesucristo. El pecado nos asedia, la vida bajo el sol se hace cada vez más difícil como producto del mismo pecado. Los creyentes vamos contra corriente, no somos atractivos para el mundo y mucho menos para imitar nuestras acciones, al contrario, nos ven como extraños, como bichos raros, diferentes a lo demás.

Esto nos lleva muchas veces a vivir situaciones difíciles, pero al leer el Salmo 22, Mateo 17:5 y   1 Pedro 4:14, nos anima el saber que todo eso que nuestro amado Jesús pasó por nosotras fue  orquestado  por Él desde mucho antes,  por amor a nosotras. Y con su muerte en la cruz podemos recordar dos cosas:

  1. La deuda que era imposible ser pagada por nosotras, fue SALDADA: Ellos no creían que Él era el Cristo Viviente, el Hijo de Dios, el Enviado. Su muerte en la cruz fue el pago total de nuestra deuda por el pecado, la cual sólo se podía saldar con la muerte.  Cuando Jesús en la cruz dijo: “tetelestai” (está terminado) y exhaló el espíritu, esto nos recuerda que su pago de la deuda no fue parcial, fue TOTAL. “Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23).
  2. Ya no iba a haber una SEPARACIÓN entre Dios y nosotras: El velo del templo se RASGÓ en dos, de arriba abajo. Recordemos que el velo separaba el Lugar Santísimo del Lugar Santo del Templo. Con la muerte de Jesús ya no habría nada que nos pudiera impedir acercarnos al Padre directamente. Ya no iba a haber una brecha entre Dios y los hombres. La ruptura de arriba hacia abajo demostraba que fue el mismo Dios que quitó dicha separación. Nada es al azar con Dios, y mientras más estudiemos la Palabra, más veremos su perfección.

Cuando me siento con mis niñas a ver caricaturas animadas acerca de la crucifixión de Cristo, en ocasiones, la mayor me ha dicho: “Mami, pero Satanás ganó, porque Cristo murió en la cruz,” y cuando oramos, la menor me dice: “Mami quiero orar para que Dios le dé fuerte a Satanás por hacerle daño a Jesús.”  Ante esto, les respondí: No, aunque pareciera que satanás tuvo la victoria, la crucifixión era el plan de Dios desde el inicio para hacer libres del pecado a sus hijos, y luego con la resurrección se demostró que la muerte no pudo contener a Jesús. “Pero Dios lo resucitó, poniendo fin a la agonía de la muerte, puesto que no era posible que Él quedara bajo dominio de ella” (Hechos 2:24). Y además les dije que al final Satanás tendría su merecido, siendo castigado para siempre con sus cómplices, como leemos en Apocalipsis 20:10: “Y el diablo que los engañaba fue arrojado al lago de fuego y azufre, donde también están la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos”.  

 Aunque no sabemos lo que Satanás y sus ángeles caídos pensaron, podemos especular que creyeron que habían ganado. Estaban consiguiendo lo que querían a través de la decepción. Ellos tenían a todas estas personas atadas obrando contra Jesús, creyéndose ellas mismas como libres y que Jesús era su esclavo. ¡Pero eran ellas las verdaderas esclavas de su pecado, y el único que podía darles la libertad que necesitaban, era aquel que estaban crucificando!  Parecería que ellos estaban controlando y consiguiendo lo que querían, pero nosotras sabemos que Dios realmente fue el orquestador de todo.

Jesús fue vituperado, fue torturado, fue maltratado de una manera que no pudiéramos humanamente ni imaginar, pero lo más hermoso de esto es que tú y yo por medio de Su Palabra sabemos que fue por amor a nosotras, para darnos vida y vida en abundancia. “El ladrón solo viene para robar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” (Juan 10:10)

 Es una realidad que nosotras no podemos evaluar la vida correctamente sin la ayuda del Espíritu Santo. Y esto me lleva a meditar:

  1. ¿Con que frecuencia estamos malinterpretando los eventos ocurridos? No podemos evaluar acontecimientos espirituales con mentes mundanas. Porque las armas de nuestra contienda no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas; destruyendo especulaciones[a] y todo razonamiento altivo[b] que se levanta contra el conocimiento de Dios, y poniendo todo pensamiento en cautiverio a la obediencia de Cristo, y estando preparados para castigar toda desobediencia cuando vuestra obediencia sea completa.” (2 Corintios 10:4-6). Vayamos a los pies de nuestro Señor para que É l nos dé la gracia y la sabiduría para poder discernir los eventos que nos rodean y pelear en oración. 
  2. ¿Dios puede ser el autor del pecado? ¡Claro que no! Dios es 100% santo y no puede pecar. Según el catecismo de Westminister, Dios “no es ni puede ser el autor del pecado.”  Aunque la traición de Cristo estaba predestinada desde la eternidad como un medio para efectuar la expiación, fue Judas, no Dios, quien traicionó a Cristo. “El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo ha pecado  desde el principio. El Hijo de Dios se manifestó con este propósito: para destruir las obras del diablo. Ninguno que es nacido de Dios practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios”. (1 Juan 3:8-9).
  3. En los tiempos difíciles de la vida, ¿estamos buscando lo que Dios está haciendo? En nuestra humanidad caída tendemos a dejarnos guiar muchas veces por nuestra carne, y nos desviamos de la verdad al no reconocer que en Su Soberanía Dios tiene el control de todas las cosas, y su elección es lo mejor para nuestro bien.  “Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto.” (Romanos 12:2)

              Dios les guarde sin caída.