Inicio Sermones Ocasiones Especiales El qué y el cómo de la salvación (Parte II)

El qué y el cómo de la salvación (Parte II)

2915
0

Este domingo, el pastor Luis Méndez predicó la segunda parte del sermón “El qué y el cómo de la salvación” basado en Tito 3:4-7.

Una de las cosas más maravillosas que podemos conocer acerca de ese Dios glorioso, es lo que Él ha hecho por nosotros: salvarnos. Habiendo estudiado la naturaleza de la salvación (qué es) la semana pasada, lo que deseamos ahora es enfocarnos en el proceso (cómo se alcanza). ¿Cómo Dios lleva a cabo el proceso de nuestra salvación? Si miramos más de cerca a esta salvación soberana, podemos observar siete aspectos incluidos en esta obra de Dios. En Tito.3:4-7 vemos que Él nos salvó por Su bondad (Tito 3:4), amor (Tito 3:4), misericordia (Tito 3:5), regeneración (Tito 3:5), Espíritu (Tito 3:5), Hijo (Tito 3:6),
y gracia (Tito 3:7). En esta ocasión, estudiaremos la bondad y el amor de Dios en salvarnos.

Tito 3:4 dice, “Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, 5nos salvó”. Fue la bondad que causó que Dios realizara un plan eterno de salvación. La palabra significa literalmente «una bondad de corazón» lo cual significa que Él tiene un interés especial en Su corazón hacia las personas que están en miseria. Dios es esencialmente e intrínsecamente bueno (Lucas 6:34-35) y esta bondad endulza los demás atributos de Dios: El Dios todopoderoso es el mismo Dios que es bueno y sabio; por eso el poder de Dios se convierte en una fuente de gran consuelo y ánimo para el cristiano (Salmos 34:8; Salmos 25:8).

Romanos 2:4, nos dice que Su bondad tiene un propósito, “¿O tienes en poco las riquezas de su bondad, tolerancia y paciencia, ignorando que la bondad de Dios te guía al arrepentimiento?” Dios NO es indiferente al pecado y es bueno, amable y paciente para que algunos hombres tengan tiempo de arrepentirse. Él no quiere que los hombres perezcan, sino que procedan al arrepentimiento (Salmos 31:19; Salmos 27:13).

Tito 3:4 continúa diciendo que El ama la humanidad. El amor de Dios es una de las maneras como Dios manifiesta Su bondad. La palabra que se traduce aquí como amor no es una palabra que se asocia normalmente con el amor en el Nuevo testamento; sino que es un término griego de donde obtenemos la palabra filantropía. Significa literalmente: pena, compasión. Encierra la idea de un gran afecto y no tiene ninguna clase de componente egoísta en ello. No es compasión por alguna razón equivocada, sino compasión que se expresa en un gran afecto. Su bondad causa que Él tenga un cariño fuerte, lo cual provoca que El desee actuar con pena y compasión.

El Dios glorioso muestra Su compasión especial al hombre caído de este mundo y por medio de esa bondad viene la filantropía de Dios, la compasión y el cariño ansioso de Dios de tocar la vida del pecador miserable y hacerlo bueno y mejor. En ningún lugar Su amor y la expresión de esta compasión compasiva es mejor expresada que en la parábola del hijo pródigo en Lucas 15.
Dios es el padre y el hijo es el pecador indigno. El hijo se aleja del padre en una actitud de rebeldía y soberbia, pero luego de atravesar por serias dificultades y cansado de sus problemas, el decide regresar a su padre. Lucas 15:20 dice, Y levantándose, fue a su padre. Y cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió compasión por él, y corrió, se echó sobre su cuello y lo besó.” Ese es el corazón de Dios: no es desconfiado, reacio a recibir al picador, lejano, estoico, sin sentimientos. El corre y extiende Sus brazos alrededor del pecador porque Él cuida muy profundamente porque Él es amable. De eso nos habla el apóstol Pablo en
Tito 3:4. Esa manifestación completa, visible y personal de la gracia, bondad y amor de Dios entró a este mundo con la encarnación de Jesucristo. Él era la compasión, amor y bondad en la forma humana y todos los atributos divinos del Padre por los que amó a los pecadores, se hicieron visibles en Jesús. Si alguna vez dudamos el amor de Dios a los pecadores, miremos el llanto de Jesús sobre ellos. Cuando Jesús apareció, la bondad y el amor de Dios fueron encarnados y Él nos salvó.

Artículo anterior¿La predestinación tiene que ser solo con mi salvación o también con el acontecer de cada uno de mis días?
Artículo siguiente¿No juzgar a los demás para no ser juzgados, tiene que ver con callar ante cualquier circunstancia?
Luis nació en Santiago, República Dominicana. El conoció al Señor Jesucristo mientras cursaba sus estudios universitarios en 1985. Desde ese momento empezó a asistir a la Iglesia Bautista de la Gracia en la ciudad de Santiago donde Dios le concedió crecer en el conocimiento de su gracia, y allí más tarde sirvió como diácono desde 1987. En agosto del 1997, cinco años más tarde, en esa misma iglesia, recibió su llamado al ministerio pastoral y allí sirvió como pastor desde el 1997 hasta el 2006. En Julio del 2006, después de un largo tiempo de oración y consideración, Luis decide mudarse junto a toda su familia a Minneapolis, MN para recibir un entrenamiento teológico formal en el Instituto Teológico de Bethlehem Baptist Church, bajo la guía del pastor John Piper. Luego de completar sus estudios, allí se desempeñó como pastor y anciano hasta Agosto del 2016. En Septiembre del 2016 Luis ha iniciado un proceso de transición para integrarse al liderato de la IBI enfocado principalmente en el área de Consejería. Luis es miembro de la Asociación de Consejeros Bíblicos Certificados en Estados Unidos (ACBC) y también un Life Coaching Certificado con la American Association of Christian Counselors y ejerce parcialmente esa labor con varias organizaciones y personas particulares, incluyendo entre otros los jugadores hispanos de diferentes organizaciones de baseball profesional en los Estados Unidos. Luis está casado con Vilma desde 1988, junto a quien ha procreado tres hijos: Raquel, Eva y Luis Jr y su residencia esta compartida en Arizona, USA y Santo Domingo, R. D.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.